Los secuestrables

Desde hace ya varios años el secuestro en Venezuela ha ido evolucionando, hasta convertirse en una de las modalidades delictivas más populares y rentables para los criminales. En un principio el secuestro de larga duración tenía por objetivo: industriales, comerciantes, banqueros y artistas cuyo patrimonio era público y notorio. Cada caso generaba un cúmulo de noticias que mantenían a los periodistas ocupados por algunas semanas o meses.
Pero  en los años noventa surgió en México una modalidad de secuestro llamado express, la cual migró a Colombia y llegó hasta Venezuela donde ha  consolidado raíces. Su éxito radica en la sencillez de sus requerimientos previos y rápidas ganancias.
Contrario al secuestro de larga duración, no necesita de una larga preparación previa, recursos para resguardar y mantener durante un tiempo prolongado a la víctima, ni mecanismos engorrosos para el cobro del rescate.
Junto al homicidio es una de las agresiones que más preocupa a los que residen en el país, tanto por el impacto que genera directamente en el patrimonio de la víctima como desde el punto de vista psicológico y físico. Lamentablemente la alta frecuencia con que ocurre, salvo excepciones, lo hace ya una noticia común de poco interés.
El secuestro express consiste básicamente en un grupo reducido de delincuentes que «sale a cazar gente», seleccionar una víctima,  y ganar poco pero rápidamente. Lo hace atractivo la frecuencia con que pueden cometer los delitos, lo que puede sumar varios en el mes. Así mismo lo incentiva el alto grado de impunidad presente y la poca disposición de las víctimas a denunciar, motivado a la desconfianza generalizada en los organismos de seguridad. Las llamadas cifras grises conformadas por los casos no denunciados podrían estar rondando la conservadora cifra del 60%.
Cuando se analizan los casos de las víctimas de secuestro express, se determinan algunos factores comunes que de alguna manera favorecieron que el hecho ocurriera.
Si bien es cierto que las motivaciones del delincuente y la disponibilidad de recursos para concretar los hechos, escapan del control del secuestrado, hay factores actitudinales que se convierten en oportunidades,  y los cuales sí es posible prever.
A mí nunca me va a pasar. Venezuela en los últimos años se ha mantenido puesto más, puesto menos, entre los cinco primeros países a nivel mundial con mayor cantidad de secuestros por cada 100.000 habitantes. Por tanto, debe estar consciente que las posibilidades de ser víctima del delito no están precisamente a su favor.
No tengo alto perfil, sé disfrazarme. En primer lugar tenga claro que el perfil no es solamente el vehículo de lujo, los relojes, teléfonos celulares o ropa de marca. Esas son señales innegables de su condición económica, pero el perfil también incluye su lenguaje, expresiones, el sector donde trabaja, estudia, se alimenta, divierte o vive. No cometa el error de subestimar la capacidad de observación del delincuente.
Han sucedido secuestros express donde las víctimas fueron personas de clase media. En esos casos, los rescates exigidos variaron desde electrodomésticos hasta compras de supermercado. No olvide que el objetivo es una rápida ganancia.
Estoy armado y dispuesto a todo. Con seguridad un delincuente solitario no va a secuestrarlo. Se trata de un grupo  de criminales, normalmente tan bien armados, que muchas veces superan el equipamiento del reglamento policial. El factor sorpresa favorece siempre a los atacantes, lo que se ha puesto en evidencia en innumerables casos. Por otra parte, portar un arma visiblemente no va a infundir miedo ni respeto. Lo que sí puede es sumarlo a las estadísticas de asesinados para robarle el arma de fuego.
Era persona predecible. Si siempre toma la misma calle o avenida, a la misma hora para ir a los mismos lugares, usted es una persona rutinaria y, por tanto, predecible. Esta debilidad la aprovechará el delincuente para esperarlo o ubicarlo con mayor facilidad.
¿Para qué cuidarme si igual pasa? Cuando las personas identifican hábitos de seguridad aplicables a su vida diaria, los aprenden, implementan y revisan con cierta frecuencia; minimizan con un amplio margen las posibilidades de ser víctimas. Un factor clave para la eficiencia de dichos hábitos, radica en que se compartan en el núcleo familiar.
No se trata de disminuir la responsabilidad que claramente tiene el Estado en la seguridad ciudadana, y mucho menos hacerlo sentir a usted culpable. Pero definitivamente el costo de vivir en Venezuela, pasa por entender que la prevención en seguridad es un tema que requiere del interés, la atención y la participación de todos.
@alfredoyuncoza