La batalla que libra México contra la droga
México libra una batalla de vida o muerte contra los carteles de drogas más poderosos del mundo.
En los últimos años, decenas de miles de personas murieron en episodios de violencia relacionada a las drogas. Entre las víctimas figura gran cantidad de decapitados, un eco escalofriante de las tácticas de amedrentamiento utilizadas por los extremistas islámicos.
En zonas cada vez más amplias del país, las bandas de narcotraficantes extorsionan a las empresas, estableciendo un sistema paralelo que amenaza el monopolio del gobierno sobre la recaudación de impuestos.
«Estamos en guerra», afirma Aldo Fasci, un abogado que ocupa el cargo más alto de la policía del estado de Nuevo Léon, cuya capital es Monterrey. «Las bandas han tomado el control de la frontera, nuestras autopistas y nuestros policías. Y ahora, con estas protestas, están intentado tomar el control de nuestras ciudades.»
Los paralelos entre Pakistán y México son lo suficientemente importantes como para que las fuerzas armadas de EE.UU. los identificaran recientemente como los dos países donde hay un riesgo de que el gobierno pueda sufrir un colapso repentino y catastrófico, convirtiéndose en un Estado fallido.
Pakistán es la preocupación mayor, pero el caso de México también es inquietante: tiene 100 millones de personas en el umbral sur de Estados Unidos, lo que implica que cualquier situación de inestabilidad podría inundar a EE.UU. con refugiados. México también es el segundo socio comercial de Washington.
Cómo crece la amenaza narco en México
El Departamento de Justicia afirmó recientemente que las bandas mexicanas son la «mayor amenaza de crimen organizado para Estados Unidos», operando en al menos 230 ciudades y pueblos estadounidenses. Los crímenes relacionados a los carteles mexicanos se están extendiendo por el sudoeste de EE.UU. Phoenix sufrió más de 370 secuestros el año pasado. La mayoría de las víctimas eran indocumentados o personas vinculadas al narcotráfico.
Barry McCaffrey, ex zar antidrogas de EE.UU., señaló que México corre el riesgo de convertirse en un «narcoestado» en los próximos años si la situación no mejora.
Otros analistas indican que el riesgo no es un colapso del Estado, sino que México se convierta en Rusia, un Estado fuertemente influenciado por las mafias.
Tales comparaciones probablemente son descabelladas, al menos por ahora. Más allá de la violencia que acapara los titulares de la prensa, México es un país estable. Su democracia goza de muy buena salud, tiene la economía número 13 del mundo y una clase media que crece.
Se cree que hasta un 90% de los asesinados tiene algún tipo de lazo con el comercio de drogas, dice el gobierno. «Tenemos un problema serio: la penetración de los narcotraficantes en todos lados. ¿Pero un colapso institucional? Eso no es cierto», asegura el procurador general del país.
Los funcionarios tanto en Washington como en Ciudad de México también dicen que el aumento de la violencia tiene un lado positivo al indicar que tras décadas de complicidad o de ignorar el problema, el gobierno mexicano finalmente está tomando medidas enérgicas contra los carteles de drogas y obligándolos a defenderse o a pelearse entre sí por el dominio de la actividad.
México es un Estado debilitado por el narcotráfico
Aunque México no es un Estado fallido, es un Estado debilitado. El académico mexicano Edgardo Buscaglia estima que hay una gran cantidad de condados en México donde las bandas de narcotraficantes ejercen más influencia que las autoridades. Con vastos arsenales, compuestos por granadas propulsadas por cohetes, bazucas y armas automáticas, los carteles suelen estar mejor armados que la policía e incluso el ejército que combaten.
El presidente de la cadena de diarios más influyente de México trasladó a su familia de Monterrey a Texas luego de haber sido amenazado y de que pistoleros visitaran su residencia. Otros empresarios de ciudades en todo el país han hecho lo mismo. «Nunca he visto una situación tan difícil» en México, afirma Alejandro Junco, quien edita Reforma en la Ciudad de México y El Norte en Monterrey. Junco ahora viaja cada semana a México desde Texas.
Analistas y diplomáticos temen que los narcotraficantes aumenten su influencia sobre la política mexicana.
Atraídos por la oportunidad de abastecer al mercado estadounidense, poderosos grupos de traficantes han surgido en varios puntos de México: la costa del Pacífico, la costa del Golfo, el estado desértico norteño de Chihuahua y el estado de Sinaloa, de donde proviene la mayoría de las familias de traficantes originales. Estos grupos, conocidos por sus alianzas cambiantes y sus traiciones, han luchado por el control de las rutas de tráfico durante años.
La demanda de drogas desde EE.UU. es, por supuesto, el motor del narcotráfico.
Pero recordemos que uno de nuestros mayores problemas es, además de la corrupción endémica y la falta de prioridad política de este tema en nuestros países, la falta de presupuesto: la lucha contra el narcotráfico organizado requiere de abultados presupuestos… y los narcotraficantes tienen más dinero que las agencias gubernamentales que los combaten.
Fuente: www.forodeseguridad.com