Seguro contra rumores

En los tiempos que corren la información es el principal activo que el analista de seguridad utiliza para planificar. De allí, que la calidad, oportunidad y sobre todo veracidad de los datos que se obtienen son determinantes para la toma de decisiones acertadas. En algunos casos, a este proceso de recolección, análisis y divulgación de información se le denomina Inteligencia* y debido a su importancia estratégica, es una función adscrita a la alta dirección de las organizaciones.

Dado el valor clave de la Inteligencia y conocida su relación con la protección frente a amenazas, el ejecutivo de seguridad se encuentra en la primera línea de conducción de este proceso, por lo que el éxito o fracaso en el logro de los objetivos estratégicos está directamente vinculado a sus responsabilidades. En pocas palabras, sobre el gerente de seguridad reposa la facultad de detener, continuar o modificar el curso de su organización, todo en función de la confiabilidad que posea su proceso de inteligencia.

Me permito trazar estas fronteras alrededor de las responsabilidades del gerente de seguridad por una tendencia que cada vez aprecio con mayor preocupación, y es la propagación de rumores sobre el devenir diario de nuestra realidad como país.

El rumor es en esencia una noticia no confirmada, de la que se desconoce su fuente original, que viene acompañada de un sentido especulativo y usualmente rodeada de un halo de secreto filtrado. Ha sido una herramienta clásica de contrainteligencia empleada por regímenes autoritarios, que ejercen su control persiguiendo la libertad de opinión y ocultando todo dato significativo con el mote de “Secreto de Estado”.

Por la espectacularidad de su contenido, el rumor se hace rápidamente viral gracias al poder exponencial de las redes sociales. Con el rumor propagado se alcanza uno de los fines más buscados del totalitarismo; la generación de un estado general de incertidumbre, en el cual la verdad se funde con la mentira, la realidad con la fantasía y los hechos con las exageraciones descolocando al ciudadano en su propio entorno, llevándolo a dudar de todo y de todos, provocando la angustia típica de quien se siente perdido en su propio espacio referencial, hundiéndolo en la desesperanza y la desesperación.

Con la pérdida de referencias y la elevación del nivel incertidumbre, se produce un fenómeno de inseguridad autoinducida, que opera como una espiral predictiva del caos y que lleva a la parálisis en la toma de decisiones.

Debido a su efecto destructivo en la generación de una seguridad positiva, al rumor debe combatírsele eficazmente partiendo desde su raíz, que no es otra que el poder propagador de la inestabilidad y la tergiversación de los hechos. El ejecutivo de la seguridad está obligado a tejer redes confiables para el intercambio de información. La interacción inmediata que hoy permiten las telecomunicaciones debe funcionar como aliada a los procesos de inteligencia. El intercambio continuo y consciente de datos entre colaboradores de redes es una primera fuente de información que, de manera contributiva, sirve de filtro a los rumores.

Otro regulador de rumores (en mi opinión, el más efectivo), es la intuición y la experiencia del analista. Uno de los momentos que más disfruto de mi profesión, es cuando mis amigos policías de trayectoria, construyen sus escenarios de la posible realidad. Que yo sepa, no existe tecnología, ni inteligencia artificial capaz de llegar a tal nivel de calidad interpretativa con apenas piezas sueltas de información. Si quieres conocer una versión factible e innovadora del futuro, habla con un funcionario de investigación.

Entre el repertorio de competencias del gerente de seguridad son indispensables dos destrezas blandas; la inteligencia social y la empatía. Con ellas, se edifican relaciones positivas y de alto valor que permiten validar datos de fuentes heterogéneas y en ocasiones sin aparente conexión. Por ello, siempre insisto que el profesional en el cargo debe “caer bien” y dejar de lado esos estereotipos de pocos amigos y caras amarradas.

Arthur Schopenhauer, filósofo alemán del Siglo XIX de profundo impacto intelectual en el pensamiento occidental, una vez afirmó: “la cantidad de rumores inútiles que un hombre puede soportar es inversamente proporcional a su inteligencia” y agrego yo: … y eso que en 1840 no existían redes sociales.

@seguritips