Las diversas redes sociales se han convertido en excelentes herramientas de comunicación a gran escala y en tiempo real. Dicha característica permite que la información se divulgue y hasta amplíe para aquellos que así lo desean.
En el área de la seguridad, son medios ampliamente apreciados por los profesionales del área, por lo que permiten tomar decisiones a tiempo y minimizar así las consecuencias de numerosos tipos de riesgos.
La inmensa mayoría de los usuarios de las redes sociales son ciudadanos sensatos y responsables, pero existe un sector conformado por el que califico como el “usuario tóxico”. Se trata de aquel individuo cuyas características en el manejo de la red, lejos de agregarle valor contamina con sus negativos hábitos.
El mal manejo genera pérdida de tiempo, desinformación, desconciertos, temores, detrimento de la credibilidad y decisiones inapropiadas, entre otros. De allí la importancia de identificar al “usuario tóxico”.
El todero: Cuando se pertenece a una red social y se crea un grupo con un tema específico, seguridad por ejemplo, los miembros esperan tratar ese tema u otros vinculados directamente o indirectamente. El incluir todo tipo de contenido como chistes, resultados deportivos, ofertas comerciales o fotos “picantes”, sólo va a identificarle como alguien totalmente desubicado del objetivo del grupo.
El rebotador: Es aquel usuario que luego de enviar un mensaje coloca “lo comparto tal como me lo enviaron”. No se toma unos segundos en verificar el contenido de su información, sólo hasta que algunos usuarios le hacen ver su error. Filtrar los mensajes puede servir de freno a la divulgación de información sensacionalista que genera una alarma innecesaria. En varios casos son los responsables de propagar virus, ya que hasta un 40% de los usuarios de redes sociales son víctimas de ataques informáticos.
El comentarista: Es aquel que tiene la imperiosa necesidad de dar su opinión personal a todos y cada uno de los mensajes que comparte, condimentándolos con juicios de valor o contenidos filosóficos que nadie ha solicitado. En otras oportunidades comparten largas conversaciones que sólo competen a dos o tres personas. En el mejor de los casos sus respuestas están repletas de filas con figuras tales como dedos de aprobación, aplausos, sonrisas o rostros tristes.
El misterioso: Cuando a este personaje alguien le solicita la fuente de su información para ampliarla o validarla, se niega a compartirla, expresa el haberse sentido ofendido por dudar de sus conocimientos o con un aire de magnánima gravedad, indica que es altamente confidencial.
Largos textos: Cuando la red social se lo permite, efectúa un “copia y pega” de largos textos, generalmente de portales de la web. Lo más adecuado en muchos casos es copiar el link de la fuente y permitir que el resto de los usuarios determinen la conveniencia o no de leer la información de acuerdo al título.
El camarógrafo: Es muy cierto que una imagen dice más que mil palabras, pero no se debe abusar de este refrán. Menos aún, cuando las imágenes pueden ofender la sensibilidad de terceros. Así mismo, divulgar videos es útil cuando los mismos no son de una larga duración. Comúnmente las redes sociales que comparten información son atendidas varias veces al día, pero por breves momentos. Por ejemplo, un video de 20 ó 30 minutos tiene altas probabilidades de ser pasado por alto, sin considerar el consumo que significa en el plan de servicios de la telefonía celular.
Mantener, divulgar y cumplir códigos de conducta en las redes sociales, multiplican la utilidad de las mismas y hacen de usted, un miembro apreciado, respetado y con credibilidad en la comunidad.
@alfredoyuncoza