Phil Williams es el autor de «Lawlessness and Disorder: An Emerging Paradigm for the 21st Century», ensayo que forma parte de «Convergence. Illicit networks and national security in the age of globalization (Convergencia. Redes ilícitas y seguridad nacional en la era de la globalización). Este libro fue publicado por el Center for Complex Operations, Institute for National Strategic Studies, National Defense University Press, Washington, D.C. 2013.
Williams destaca la influencia que tienen las llamadas megas tendencias, en la forma bajo la cual se va a conformar el entorno de la seguridad a nivel global. Las megas tendencias se definen como nuestra posibilidad de conocer nuestro futuro. Son grandes fuerzas sociales que afectan durante un largo período de tiempo todas las áreas de la sociedad civil, los Estados, los mercados, las culturas, entre otros. Aunque las megas tendencias pueden actuar de forma individual, así mismo pueden reforzarse mutuamente determinando la naturaleza, la diversidad y el nivel de gravedad de la seguridad. Por tanto, cuando se habla de crimen organizado y redes ilícitas en general, se hace necesario conocer algunas de estas megas tendencias, entre las cuales abordaremos el crecimiento de la población.
Aunque parezca un juego de palabras, tratar de explicar de forma sencilla las múltiples y entramadas derivaciones del crecimiento poblacional en la seguridad, no es tan simple.
El año 2015 cerró con una población a nivel mundial que superaba los 7 mil trescientos millones de habitantes y para el 2080 se estima se sitúe en más de 10 mil ochocientos millones de personas. Para las mismas fechas, América del Sur tuvo poco más de 418 millones de habitantes y tendría 495 millones.
Este crecimiento de la población implica necesariamente, parte de lo que en su libro «El fin del poder», Moisés Naím llama «la revolución del más»: más educación, más servicios y salud entre otros. Veremos como éste último factor se relaciona con la vejez y el tráfico de órganos.
Se estima que para el 2050 la edad promedio del 30% de chinos, estadounidenses y europeos será de los 60 años. La misma edad que tendría el 40% de japoneses y surcoreanos. Bajo estas particulares condiciones, va a florecer la industria de la salud, impulsada por los avances de la tecnología. Esto haría suponer que la demanda en sustitución de órganos humanos tienda a incrementarse, lo que representa una oportunidad de negocio para el crimen organizado. De hecho, ya redes ilícitas han desarrollado actividades en Kosovo, Israel, Turquía, Rusia, Ucrania y Moldavia. El mercado se alimentaría de una demanda en países desarrollados, una oferta en países subdesarrollados y redes criminales y de trabajadores de la salud que se prestan como intermediarios.
Las Naciones Unidas estiman que la población de los países en desarrollo aumente a 8 mil millones de personas en el 2050, lo que representa una insostenible carga para Estados con limitadas capacidades de ofrecer a sus niños y jóvenes, empleo y educación. Ante este escenario, vemos un crecimiento cada vez mayor de jóvenes que ni estudian, ni trabajan; lo que tiene implicaciones no sólo para la productividad de un país sino también para su seguridad. Muchos de ellos prefieren incorporarse a las pandillas, las que generan una justificación y empoderamiento de la violencia, así como un sentido de pertenencia e identidad para sus miembros. América Latina, considerada la región más violenta del mundo, es muestra y terreno fértil de esta situación.
Otra opción es que para quienes ven en otras tierras posibilidades de desarrollo, la migración ilegal sea una salida. Con ello, se transforman en materia prima para el negocio de la trata y el tráfico de personas. Se estima que para el año 2050 las migraciones movilicen unas 230 millones de personas. Tales movimientos significan un reto para los Estados, que deben realizar inversiones en sistemas de transporte, control y seguridad, a fin de minimizar la posibilidad que los traslados impliquen recepción de criminales y terroristas, así como la proliferación de víctimas de la prostitución y trabajadores forzados, entre otros.
No se trata solamente de imputar al crecimiento de la población, trastornos y efectos negativos. Los intercambios culturales, comerciales, y de otros factores sociales en general son altamente beneficiosos. Lo que no debe pasarse por alto, es que constantemente existirán grupos y redes criminales que buscarán obtener beneficios, sin importar a quienes afecten. Y los Estados sin visión de futuro y con débiles instituciones, serán siempre los primeros objetivos a ser atacados.
@alfredoyuncoza