Certezas y convivencia bases de una nueva seguridad

La certeza es sinónimo de seguridad. A mayor grado de verdad tenga la realidad que nos rodea, mejor será nuestra percepción de la seguridad. Un gobernante que cumple con lo que promete genera certezas, por tanto, contribuye con la estabilidad y la tranquilidad de la comunidad a la que sirve. De igual manera, los ciudadanos que respetan las leyes se hacen más confiables, lo que facilita las relaciones entre ellos, creando a su vez, vínculos más estrechos de integración y seguridad. Lo interesante es que este proceso de cohesión social trasciende a la percepción. Las sociedades basadas en certezas se desarrollan más rápidamente y sus niveles de vida son superiores a aquellas que viven en la incertidumbre.

Resulta evidente en estos tiempos que nuestro modelo de país está sumergido en la incertidumbre. Es en pocas palabras, el desasosiego de no saber a qué atenernos lo que nos hace ansiosos y, por tanto, inseguros del día a día.

Por otro lado, está la convivencia como una condición necesaria para la seguridad. Resulta imposible construir seguridad si previamente no está presente la tolerancia razonada en una sociedad, que, a su vez, es el ingrediente infaltable para la convivencia. Se parece a una escalera de tres peldaños: tolerancia-convivencia-seguridad.

Nuestro país reclama cada vez con más urgencia el reencuentro de sus ciudadanos. No podemos pensar en convivencia si ni siquiera somos capaces de oírnos. La convivencia, así como es indispensable para la seguridad en la base de la sociedad, también lo es en los niveles de mando del Estado. Buena parte de la inviabilidad del modelo está en la negación del otro, pues, resulta imposible convivir si antes no podemos tolerar.

Tampoco podemos dejar de lado la brecha de desigualdad social y económica que nos separa cada vez en proporciones más abismales. Esto, en conjunto con la ruptura institucional y la corrupción, son medios de cultivo el crecimiento y la organización del delito. No es de extrañar, por tanto, que el país se vea sometido a la incertidumbre generada por el control territorial del hampa, que obliga a las familias a encerrarse en los pocos metros cuadrados de sus viviendas, alejando aún más las posibilidades de convivencia que deberían brindar los espacios urbanos.

En mi trabajo como consultor con frecuencia me preguntan qué hacer para mejorar nuestros indicadores de seguridad. La respuesta sin lugar a dudas empieza por la construcción de una sociedad de certezas que aprenda progresivamente a tolerarse para convivir.

La seguridad además de ser un sistema de protección frente a amenazas, es, a fin de cuentas, una expresión de la tranquilidad que los ciudadanos necesitamos para poder dar lo mejor de nosotros mismos.

@seguritips