La quietud no es un signo de la época y quien no lo comprenda queda afuera del pedazo grande de la torta. El genial Richard Branson lo define perfectamente: “En la actualidad, quedarse quieto es ir para atrás“.
En menos de medio siglo pasamos de esperar años por una línea telefónica a considerar al teléfono como el soporte publicitario de mayor futuro. De tener sólo cuatro canales de televisión en blanco y negro pasamos a la era de los Smart TV e infoxicación televisiva. De relojes que daban la hora y marcaban a la fecha a los smartwatches.
Cambia, todo cambia y el que no se adapta pierde. La evolución es transformación y no es de buen emprendedor sentarse a mirar su ombligo. Si así lo hiciere, el mercado se lo demandará.
El estado natural del emprendedor del tercer milenio es movimiento. Al que se quede quieto, puede pasarlo como a la mosca de este cuento:
“Había una vez una mosca llamada a la que le gustaba volar mucho libremente hasta que un día vio un perro feo pero de aspecto cariñoso y por curiosidad se acercó a él.
La mosca fue descendiendo poco a poco delante de los ojos del perro hasta posarse en su nariz negra muy blandita, cómoda y un tanto húmeda. Entonces la mosca pensó: “estoy fenomenal aquí, voy a quedarme un ratito”.
En ese espacio de tiempo la mosca comenzó a contemplar a gente que paseaba alrededor de ese parque, los niños correteando, otros perros que iban con sus dueños, las hojas de los árboles que se movían con el viento, etc. En esa fase contemplativa reflexionó sobre si su lugar en el mundo, su razón de ser, era posarse en la nariz del perro.
La reflexión no le duró mucho, porque instintivamente el perro dio un “cariñoso” lengüetazo pasándola por su nariz, y la mosca dijo: ¿quién ha apagado la luz?”
Feliz semana, felices emprendimientos, feliz vida para todos.