Cuando se desea actuar de manera eficaz y desarrollar estrategias para lograr una reducción significativa de la violencia, se debe desplegar una “hoja de ruta” o plan que establezca a grandes rasgos, los pasos a seguir y su secuencia para alcanzar los objetivos definidos. Dichos objetivos deben ser precisados por los actores nacionales de cada Estado, considerando los requisitos científicos y políticos necesarios. Este “hacer frente a la violencia”, debe considerar grupos multidisciplinarios de profesionales, analizar las mejores prácticas y casos de éxito, establecer alianzas nacionales y foráneas, y compartir de manera abierta puntos de vista.
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TENGO CASI 10 AÑOS AFIRMANDO A TRAVES DE ESTE PRESTIGIOSOS MEDIO DE COMUNICACION QUE LA VERDADERAS CAUSAS DE LA INSEGURIDAD Y QUE SE HAYA DESARROLLADO LA DELINCUENCIA Y TODAS LAS ABERRACIONES DEL SER HUMANO EN SUS CONDUCTA NO SON RESPONSABILIDAD EXCLUSIVA DE LOS GOBIERNOS NI DE SUS AUTORIDADES SINO DE LA PROFUNDA DESCOMPOSICION HUMANA QUE EXISTE EN EL PAIS POR LOS MULTIPLES FACTORES QUE LA COMPONEN Y ESO NO LO ARREGLA NINGUN SISTEMA DE GOBIERNO O MODELO ECONOMICO SINO NOSOTROS MISMOS COMO SOCIED
Por: JOSE LABASTIDAS
24 de mayo de 2016
15:14 PM
Aunque los beneficios de la prevención y el combate al flagelo de la violencia parecieran evidentes, existen indicadores sociales y económicos sobre los cuales es conveniente hacer algunos comentarios.
Debe tenerse presente que la violencia no es asunto exclusivo de un Estado ni región. Es un problema de carácter global que exige en muchos casos la participación de actores, ubicados dentro y fuera de los límites nacionales. Como tal, sus efectos negativos pueden cruzar fronteras, mutar y multiplicarse, todo a un elevado costo.
De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud, como resultado de la violencia, cada año mueren 1.4 millones de personas aproximadamente. De esa cifra, sólo el 9% corresponde a actos de guerra, el 35% son homicidios y el 56% suicidios. La Unicef considera a la violencia como la principal causa de muerte entre los niños de todo el mundo. Se calcula que los costos globales de la violencia representan el 11% del producto interno bruto mundial. Los mismos son generados por actos de violencia doméstica, abuso de menores, crímenes violentos, violencia sexual y homicidios, entre otros. En la región latinoamericana, ese costo gira alrededor del 8% y según el Banco Mundial para Nicaragua el valor es del 10%, Honduras 9,6%, Guatemala 7,7% y El Salvador 10,8%.
Para combatir el delito y lograr una disminución significativa de sus indicadores, el Instituto de Criminología de la Universidad de Cambridge y la Organización Mundial de la Salud, en su informe “Estrategias globales para reducir la violencia un 50% en 30 años” (2015), destacan la necesidad de mejorar el liderazgo de las instituciones de los Estados, así como las políticas gubernamentales para la prevención de la violencia. Para ello se recomienda atender entre otros aspectos:
Introducir aspectos de prevención en políticas públicas que están relacionadas indirectamente con la violencia. Por ejemplo de educación, salud, socio–económicas, entre otras.
Desarrollar mayores controles al acceso de los desencadenantes de la violencia, como el alcohol, drogas y armas.
Prevenir el crimen organizado, atacando directa y decididamente a los mercados ilegales y a los nodos de conexión entre redes ilícitas. Para ello, se deben implementar políticas basadas en el análisis y la cooperación internacional.
En el ámbito penal, aplicar políticas que tengan entre sus objetivos, la introducción de sentencias rápidas y justas, así como garantizar el cumplimiento de los derechos humanos de la población carcelaria.
Reformar las policías incluyendo medidas contra la corrupción, procedimientos para rendición de cuentas y mecanismos de supervisión externa. Incorporar mejoras para el recurso humano, profundizar el respeto al Estado de Derecho y el desarrollo de protocolos claros y eficientes.
Mejorar el liderazgo de las elites de gobierno mediante su participación activa en el diseño, impulso e implementación de políticas de prevención a nivel local, regional y nacional, es posible y necesario. ¿Factor clave? Voluntad.
Fuente: eluniversal.com