Si bien es cierto que los niveles de inseguridad del país lejos de mejorar tienden a agravarse, esa misma situación de nuestro entorno, nos obliga a cultivar hábitos preventivos de seguridad que años anteriores nos parecían innecesarios
Hace un par de semanas un grupo familiar con quien me unen lazos de amistad desde hace ya varios años, fue víctima de delincuentes, los cuales literalmente “les mudaron su hogar”, ubicado en la ciudad de Maracaibo. Su casa está en un conjunto residencial cerrado donde comparten espacios con otro grupo de vecinos, de los cuales otras tres familias también fueron afectadas. Llamó la atención la rapidez con la que actuaron los malhechores, como conocían a cuáles casas atacar primero y la selección de los bienes que despojaron a sus propietarios. Cuando tuve la oportunidad de reunirme con los afectados, habían las lógicas manifestaciones de frustración y molestia, pero lo que me parece más preocupante en varios de ellos es una resignación a lo sucedido.
Si bien es cierto que los niveles de inseguridad del país lejos de mejorar tienden a agravarse, esa misma situación de nuestro entorno, nos obliga a cultivar hábitos preventivos de seguridad que años anteriores nos parecían innecesarios. Una vez realizado un recorrido al conjunto residencial, pude evidenciar varias debilidades que fueron detectadas por los delincuentes y facilitó el haber sido seleccionado como víctimas. Compartirlas con ustedes les permitirá tomar sus previsiones a tiempo:
Barreras físicas: Aunque disponía de un muro perimetral sólido y en aparente buen estado, el sistema de cerco eléctrico tenía ocho meses averiado. Varias de las líneas de alambre en uno de los tramos estaban rotas, lo que no se veía con facilidad dado que las ramas de un árbol las cubrían parcialmente. Durante la noche la visibilidad era aún peor ya que el reflector no estaba operativo, situación que se repetía en otras áreas comunes. No es suficiente instalar barreras y accesorios como concertinas y cercos eléctricos. Se debe cumplir un proceso de inspección, que nos permita detectar a tiempo cualquier falla en el funcionamiento o necesidad de mantenimiento. Por otra parte, la iluminación aunque es un elemento que muchas veces pasa desapercibido, cuando es utilizada eficientemente puede reducir hasta en un 20 % los indicadores de delitos.
Vigilancia de calidad: Disponía de una garita equipada con un ventilador que según palabras del propio vigilante, “hacía tanto ruido que muchas veces prefería apagarlo cuando el calor no era tan insoportable”. El equipo de comunicación por radio no podía retirarse del cargador ya que la batería tenía meses dañado, el bombillo de la linterna estaba quemado y la lista de teléfonos de emergencia era ilegible. Las manchas de filtraciones en el techo hacían ver que cuando llovía, las grietas permitían la entrada del agua. No tenía un listado de las personas autorizadas para ingresar al conjunto residencial ni las normas de seguridad a cumplir. Soy de los que cree que salvo contadas y muy honradas excepciones, la vigilancia privada desapareció hace años de Venezuela. Lo que ofrecen la mayoría de las empresas son porteros, para tratar de efectuar un control y registros muy básicos de quienes acceden a un área. Por otra parte, no debe contratarse un servicio de esa naturaleza si usted como contratante, no está en capacidad de brindar condiciones higiénicas y de protección para el desarrollo de las labores. No pretenda exigirle un máximo de rendimiento a un trabajador si no dispone de agua potable, una sala sanitaria, iluminación, ventilación, medios de comunicación y mobiliario adecuados. Así mismo, las condiciones del servicio deben establecerse por escrito, y servir de una guía clara sobre cuáles serán las actividades a desarrollar por el vigilante. La supervisión por parte de la contratista debe incluirse en el contrato de servicio, pero no debe ser una actividad excluyente del cliente. Por último, recuerde que los clientes son los primeros que deben cumplir las normas de seguridad.
Mantenimiento es igual a control: Cuando un área no presenta evidencias de mantenimiento, transmite un mensaje de falta de control, descuido y/o ausencia de personas. Esto lo traduce el delincuente como una oportunidad. Ventanas rotas, bombillos quemados, paredes rayadas, áreas verdes enmontadas, aceras con residuos, buzones de correos llenos de sobres, son solo algunas de las señales que deben atenderse.
Inteligencia: Cuando le preguntaba a los residentes los datos de varios de los trabajadores que les prestaban servicios frecuentes tales como lavado, planchado, jardinería, transporte escolar, entre otros, sencillamente los desconocían. Una sana medida de seguridad básica es conocer por lo menos los datos de identificación, dirección de habitación, teléfonos de contacto (fijos, no celulares), referencias de trabajos anteriores. Por una parte, le serán útiles en caso de cualquier emergencia que sufra el trabajador, por la otra es una medida que normalmente se toma cuando se establece cualquier relación entre contratado y contratante. Finalmente, recuerde que la inmensa mayoría de esos trabajadores son personas honestas, pero una minoría puede vender información a la que tiene acceso con facilidad: dirección de habitación, centros de estudios y trabajo, teléfonos, nombres del grupo familiar, rutinas y horarios, entre otros.
Todos y ninguno: Cuando realizamos una reunión con los representantes del conjunto residencial, era evidente la hasta entonces falta de interés de la mayoría en los temas de seguridad. Todos pensaban que alguien se estaba haciendo cargo, y nadie se sentía responsable. En una comunidad no se necesitan habitantes que ocupen un espacio sin interactuar con los demás. Son indispensables los ciudadanos, dispuestos a exigir sus derechos, a cumplir sus deberes y a involucrarse en mejorar el entorno. Caso contrario, no solo representarán una fácil presa de los criminales, sino que contribuirán a hacer víctimas a sus vecinos.
Fuente: laverdad.com