Familia y prevención

La realidad actual de Venezuela exige que el tema de la seguridad ciudadana, pública, privada y corporativa, entre otras, se encuentre entre las primeras preocupaciones de quienes aquí habitan

La realidad actual de Venezuela exige que el tema de la seguridad ciudadana, pública, privada y corporativa, entre otras, se encuentre entre las primeras preocupaciones de quienes aquí habitan.

Si bien es cierto que el Estado debe ser el primer responsable por garantizar la tranquilidad de los ciudadanos en ese y otros aspectos, no es un secreto que dicha gestión se encuentra inmersa en un mar de oportunidades de mejora que por razones que no se pretenden analizar de momento, no han sido debidamente atendidas.

Es por ello que los grupos familiares se han convertido en espacios donde los temas de seguridad pueden y deben abordarse, con el objetivo entre otros, de desarrollar una cultura preventiva de seguridad. Un grave error en el que se incurre con frecuencia, es subestimar el poder que tienen los grupos delictivos y suponer que es una preocupación lejana y ajena.

Por otra parte, asumir una actitud derrotista, pesimista y de “nada puede hacerse”, tampoco es la vía. Existen innumerables ejemplos de éxito en América Latina, en los que los ciudadanos han establecido sencillas estrategias que parten del núcleo familiar y al compartirse y extenderse, han generado resultados positivos en los indicadores del delito. Aunque no existe una receta o lista de chequeo para todos los casos, personas o situaciones, a continuación se presentan algunas propuestas que sugiero sean consideradas:

Entorno general e individual: Existe un ambiente que es común para el grupo familiar inmediato. Es necesario conocer cuáles son sus características, fortalezas y debilidades que pueden ser aprovechadas por los delincuentes. Por otra parte, cada miembro de la familia, de acuerdo a la naturaleza de sus actividades, interactúa con ambientes particulares. Se deben analizar aspectos tales como rutas que son generalmente utilizadas para los recorridos frecuentes, horarios de trabajo y estudio, medios de transporte preferidos y sus alternativas, condiciones de iluminación en horarios nocturnos de las áreas o vías más utilizadas, ubicación y datos de contacto de los centros de seguridad pública y centros de salud más cercanos y a los que se debe acudir en orden de prioridades, datos de contacto de los vecinos o familiares a los que se les notificarán las emergencias, estado y modo de funcionamiento de los sistemas de seguridad disponibles en la residencia, datos de identificación de todos los vehículos, otros protocolos de seguridad acordados en familia.

Comunicación: Ninguna iniciativa por eficiente y enriquecedora que sea surte efecto si no es comunicada y comprendida por todos los miembros de la familia. La responsabilidad no puede recaer solamente en “la cabeza o el hombre de la casa”. Ante la ausencia o imposibilidad de actuar de un adulto, varios casos de emergencia han tenido finales felices porque un niño sabía cuál número telefónico marcar para pedir ayuda. Ante un intento o solicitud de comunicación por mensaje de texto, redes sociales o llamada telefónica, siempre debe atenderse a la mayor brevedad posible. Caso contrario, se fomenta la falta de interés a trabajar en equipo y la sensación de que el destinatario debe descartarse como fuente de ayuda segura. El respeto y seriedad en el uso de las comunicaciones es clave, de seguro no queremos repetir una versión moderna del cuento Pedrito y el lobo.

Todos son importantes: Los planes de seguridad se diseñan involucrando a todos los miembros de la familia. En la misma medida que usted se siente escuchado y considerado en el proceso de discusión, más involucrado estará en la aplicación de los acuerdos. Los resultados son más enriquecedores cuando los planes no son impuestos bajo estrictos criterios de autoridad.

Apoyo mutuo: En las situaciones más difíciles, y las emergencias son algunas de ellas, se ha evidenciado que el trabajo en equipo es más eficiente. Compartir con sus vecinos de confianza el plan familiar de seguridad, no solamente puede sumar aliados al mismo, sino incluir consideraciones e ideas nuevas. Cuando el equipo tiene roles y responsabilidades claramente definidos, el entusiasmo y la participación crece y por ende los niveles de protección que de lo contrario, se ven afectados por la improvisación.

Hábitos de prevención: Según el diccionario de la Real Academia Española, hábito se define como “modo especial de proceder o conducirse adquirido por repetición de actos iguales o semejantes, u originado por tendencias instintivas”. Y según la misma fuente, prevención es «preparación y disposición que se hace anticipadamente para evitar un riesgo o ejecutar algo”. De forma tal que si usted identifica, selecciona e implementa hábitos de prevención y dicha gestión lo hace parte de su vida diaria, incrementa las posibilidades de evitar riesgos individuales y colectivos.

Más allá de cualquiera de las opciones que seleccione, existe un factor común para todas: se requiere que su implementación esté sujeta a revisiones continuas y que se mantenga en el tiempo. Eso solo es posible mediante la participación de ciudadanos activos, los simples habitantes se entregan pasivamente a la influencia del entorno y a sus consecuencias.

@alfredoyuncoza