Nuestra casa es también el hogar de lo que más queremos. Allí viven las familias y los sueños hechos realidad. No existe por tanto, un hogar igual a otro, ni una seguridad igual a otra, aunque podemos aproximarnos a algunas soluciones generales, que a continuación comparto con ustedes.
Consciencia de entorno: se vive más tranquilo cuando estamos bien informados y reconocemos el medio en el que nos desenvolvemos.
Lejos de lo que la gente piensa, estar conscientes del entorno nos hace menos paranoicos con la inseguridad, pues, es la incertidumbre y no las certezas lo que nos conecta con nuestros miedos.
Conocer a los vecinos, identificar los vehículos que se paran en nuestra cuadra y compartir información sobre la cotidianidad de nuestra comunidad, nos hace más seguros porque genera pertenencia entre la gente y construye cohesión social.
Los vecinos son la familia más cercana y con ellos podemos hacer nuestro primer anillo de seguridad. Cada vez, más cuadras y condominios se integran en chats y listas de correos para compartir temas de seguridad y advertir sobre potenciales amenazas. Una recomendación que puedo darles; mantengan los chats bien administrados y úsenlos sólo para prevenir y protegerse.
La seguridad no es un chiste.
La seguridad va de afuera hacia adentro: nosotros somos los mejores detectores de vulnerabilidades de nuestras viviendas. Para hacerlo como un profesional debemos observar la infraestructura de afuera hacia adentro.
Esto es válido para edificios y casas. Lo óptimo es que existan tres barreras de protección entre la calle y la puerta de nuestra casa. (La puerta debería ser la cuarta barrera).
Las barreras pueden ser rejas, puertas o ascensores con llaves.
Mientras mayor distancia y elementos de retardo interpongamos entre la potencial amenaza y el interior de nuestra vivienda, mucho mejor. Dispositivos como cámaras que faciliten la visión externa e intercomunicadores que permitan hablar a distancia con la persona que intenta entrar forman parte de nuestros anillos de protección.
Elementos tales como; guardias bien capacitados y supervisados, muros y rejas, y espacios adecuadamente iluminados son componentes que operan en sinergia para lograr seguridad.
Desde afuera hacia adentro, haga una lista de puntos débiles para su protección y califíquelos en 3 niveles, 1(poco vulnerable) al 3 (muy vulnerable),
según su nivel de disuasión y resistencia a ser violentado.
Si tiene más de 4 vulnerabilidades de nivel 3, ocúpese de corregirlas de inmediato a fin de reducir sus niveles de riesgo.
Una ventana que no cierra correctamente o una puerta cuya llave la puede tener gente que usted no conoce son vulnerabilidades de nivel 3.
Puertas y ventanas: más del 90% de hurto y robos a casas ocurren a través de puertas y ventanas. Mantenga control sobre las llaves de su vivienda.
En un condominio, basta que un residente le entregue la llave a un desconocido para anular una barrera de protección. Instale cerraduras con llaves difíciles de copiar. Revise sus ventanas y si no tienen rejas, verifique que puedan cerrarse desde dentro con sistemas que eviten que se muevan. Ventanas tipo romanillas son muy inseguras porque pueden abrirse o desmontarse con gran facilidad y sin hacer el menor ruido.
Una buena reja debe disuadir y detener el intento de un agresor que piense en abrirla.
Los mejores sistemas son tipo esclusa; aquellos que no permiten la apertura de una puerta hasta que la anterior esté efectivamente cerrada. Si va a colocar puertas o rejas sólidas, no olvide que debe instalar algún dispositivo que le permita ver el exterior. Puede ser una cámara o un simple ojo mágico. Nunca abra una puerta sin antes verificar qué o quién está del lado de afuera. Piense que las puertas son igualmente vías de escape al momento de una emergencia, garantice que las pueda abrir con facilidad desde dentro.
Dentro la vivienda: la seguridad no termina en la puerta, dentro de las viviendas también son válidas algunas medidas de protección.
En primer lugar seleccione un sitio resguardado pero en la ruta de salida para la ubicación de un llavero. Lo conveniente es que el llavero sea una caja cerrada donde las llaves estén ordenadas.
Un buen llavero permite identificar con facilidad cuando falta un juego de llaves. Si está en sus posibilidades, instale un sistema de alarma que detecte la apertura y cierre de las puertas y ventanas que se consideren vulnerables.
La puerta principal siempre debe estar protegida. Las alarmas no deben ser complicadas, la idea es que sean confiables y de uso diario.
Un apartamento mediano se puede proteger con tres o cuatro sensores. Es muy conveniente que la alarma envíe una señal a nuestro celular (puede ser un sms) cuando se active o se dispare.
Escoja dentro de su vivienda un cuarto seguro. La idea es que usted y su familia puedan cerrarse dentro del cuarto en caso de que alguna emergencia.
En el cuarto tenga un baño y siempre cuente con un teléfono para pedir ayuda. Trate que la puerta de esta habitación sea resistente a fin de soportar las intenciones de un delincuente que quiera penetrar. Cuando decida usar el cuarto seguro, verifique que toda su familia entre allí con usted.
Que alguien quede fuera va a obligar a abrir la puerta. SI usted decide instalar una caja fuerte en su vivienda, hágalo dentro del cuarto seguro.
Guarde en ella objetos y documentos de valor, no solo por lo que cuestan en dinero, considere que títulos de propiedad, títulos universitarios, partidas de nacimiento, pasaportes y objetos con valor afectivo o familiar son muy importantes.
Las cajas fuertes pueden también proteger de incendios a los objetos de valor. Las mejores cajas fuertes siempre cuentan con dos tipos de cerradura.
El eslabón más débil o muro de contención: para cerrar el círculo de la seguridad de nuestro hogar, debemos incluir a la familia. Cada uno tiene una responsabilidad en la protección de los otros.
Manejar la seguridad en familia es una fórmula muy efectiva de prevención y protección. Mantengámonos comunicados y ubicados en todo momento, reportemos nuestros movimientos, avisemos si vamos a llegar o salir fuera de horas habituales.
Cerciorémonos antes de dejar la vivienda sola o antes de acostarnos que puertas y ventanas estén debidamente cerradas y las alarmas activadas. Seamos custodios del mantenimiento.
Cambiemos los bombillos cuando ya no funcionen, despejemos la calle de nuestra casa o edificio de objetos que puedan facilitar que personas se oculten. Construyamos la percepción que nos importan los espacios que habitamos.
El abandono de las viviendas es el primer signo que revela al delincuente lo descuidados que somos.
La seguridad requiere un esfuerzo consciente y permanente, no nos confiemos y aunque en oportunidades pueda parecer fastidioso, seamos disciplinados en el cumplimiento de las normas básicas de prevención.
No hacemos nada reforzando la infraestructura si no nos reforzamos primero a nosotros mismos.
La familia puede ser un muro impenetrable de contención o el eslabón más débil de la cadena, todo depende nuestra disposición y preparación para asumir la seguridad.