Suecia es un Estado democrático y pacífico que ha sido durante mucho tiempo un refugio seguro para aquellos que huyen del conflicto.
Sin embargo, jóvenes de familias que se refugiaron allí están ahora dando la espalda al país.
Más de 300 personas se han marchado a combatir a Siria e Irak, convirtiendo Suecia en uno de los mayores exportadores per cápita de yihadistas en Europa.
Y en el sótano de un edificio en Gotemburgo, la segunda ciudad de Suecia, me encuentro con una chica joven para tratar de entenderlo.
Tiene el aspecto de cualquier otra mujer occidental joven, con ropas apretadas y maquillaje. Pero hace poco que volvió de Raqqa, Siria, donde su marido murió combatiendo con el autodenominado Estado Islámico (EI).
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Recuerda algunos de los horrores que presenció allí: el sonido de mujeres yazidíes siendo violadas en la habitación de al lado, infractores recibiendo latigazos y siendo ejecutados,el bombardeo constante y los ataques aéreos… todo parte de la vida cotidiana de una novia yihadista.
Al principio, todo pareció más atractivo, dice. Y ella estaba contenta de haber viajado.
Pero después de la muerte de su marido empezó a observar cosas que eran ajenas a la religión en la que la habían educado.
«Cuando quemaron al piloto jordano les pregunté por qué quemaban a un ser humano. ¿Es eso aceptado por el Islam? Lo que yo sé es que no está permitido quemar a nadie».
Con la ayuda de otro combatiente de Estado Islámico, consiguió que la sacaran de Siria, a través de la frontera con Turquía, para luego volar de regreso a Suecia.
Me muestra fotos de su rifle kalashnikov y de su hija herida, con la cara cubierta por heridas de metralla.
Entonces, ¿por qué decidió unirse a Estado Islámico?
La forma más rápida de morir
«Cuando tomas ese camino no piensas en la vida material, como tener una buena cama. No te importan esas cosas. Solo piensas en la forma más rápida de morir e ir al cielo», es su respuesta.
Tras la entrevista, la llevo hasta las afueras de la ciudad. Mientras me voy en el auto, la veo jugar con un gato callejero, como haría cualquier chica joven y tímida.
Gotemburgo es la ciudad de Suecia donde se lleva a cabo la mayor parte del reclutamiento para la yihad.
Con una población de poco más de medio millón, esta ciudad portuaria y antigua potencia industrial ha visto cómo al menos 100 hombres y mujeres se han ido para unirse a combatientes que pelean por el proclamado califato.
También es una de las ciudades más diversas del país: un tercio de la población tiene orígenes inmigrantes, muchos musulmanes, y en el suburbio nororiental de Angered, la proporción supera el 70%.
Una sociedad paralela
La escasez habitacional que hay en Suecia y las largas colas para los apartamentosde renta controlada del centro de la ciudad implican que muchos de los recién llegados acaben aquí, y aquí se quedan.
Esto incluye a algunos de los 160.000 que pidieron asilo en Suecia el año pasado.
Y Angered se ha convertido en una zona difícil de controlar.
Algunas partes son clasificadas como «vulnerables», lo que en la terminología de la policía sueca indica una ruptura de la ley y el orden, entre otras cosas, y la emergencia de una sociedad paralela.
Me dicen que los encargados religiosos intentan controlar la comunidad para hacer que se cumpla la Sharia, o ley islámica.
Hay acusaciones de que hostigan e intimidan a las personas, muchas veces mujeres, por la forma en que se visten y por ir a fiestas con música y baile, lo cual consideran prohibido por el Islam.
Mientras, dos tercios de los niños han abandonado la escuela cuando alcanzan los 15 años, y el desempleo está en el 11%, elevado para los estándares suecos.
Estos jóvenes vulnerables son los objetivos de los extremistas.
Ollas a presión
Un joven de hablar suave, al que llamaré Iman, me dijo que los reclutadores de línea dura estaban manipulando a los jóvenes que se sienten perdidos, y animándolos a unirse a Estado Islámico.
«Como te diría un hermano mayor o un padre, ‘deja de tomar drogas, de pegar a gente. Ven con nosotros. Pelea por Dios. Pelea por Alá. Pelea por la libertad de los musulmanes. Los musulmanes están siendo asesinados y violados. Estás desperdiciando tu vida. No recibes nada de los suecos», cuenta.
«Este chico ha sido un criminal como yo, y ha hecho muchas cosas malas. Y ahora viene y me dice que tengo que cambiar».
Imran tenía ganas al principio de viajar a Medio Oriente y unirse a Estado Islámico. Pero tras ver videos y fotografías de su brutalidad, dice que ahora le da miedo y quiere construirse una vida propia en Suecia.
Suburbios como Angered se han convertido en ollas a presión del descontento.
Ves este resentimiento sobre todo en la segunda generación de «suecos no étnicos», como se les llama aquí.
En muchos casos, sus padres huyeron de países asolados por la guerra, en búsqueda de seguridad, y la encontraron en Suecia.
Parecen agradecidos por lo que este país les ha ofrecido. Pero sus hijos, en cambio, siente con frecuencia que han sido discriminados y se han quedado fuera del sistema.
Muchos jóvenes con los que hablé se sentían desconectados del país de sus padres, pero tampoco se sentían suecos.
Los problemas se han visto agravados por la llegada súbita de refugiados de las guerras en Siria e Irak. Aceptar refugiados es parte de lo que implica ser sueco.
Solo el año pasado, Suecia aceptó más refugiados per cápita que cualquier otro país europeo.
Ulf Bostrom, un policía veterano de Gotemburgo que se ha convertido en el único «oficial de integración» en Suecia, sitúa parte de la culpa de los problemas de la ciudad en los recortes que ha sufrido la policía.
«Hemos perdido a más del 50% de los policías de uniforme en distintas áreas, el 50%», dice. «Puedes verlo por ti misma. ¿Cuántos policías has visto en el tiempo que has pasado aquí en las áreas a las que has ido? ¿Has visto alguno?» «No», contesto.
A la mezquita
Bostrom es una figura conocida en los suburbios de Gotemburgo y pasa la mayor parte del tiempo construyendo confianza e interactuando con la comunidad inmigrante y distintos grupos religiosos.
Me llevó a la mezquita de Bellevue, en las afueras de Gotemburgo, de la cual se ha dicho que mantiene vínculos con varias organizaciones islamistas calificadas de terroristas.
Muchos de los que han ido a Siria e Irak tienen contactos aquí y el líder espiritual de Al Shabab, Hassan Hussein, la visitó en 2009.
Más tarde, fui a la plegaria a la mezquita más grande de Angered, donde se reunieron unos 500 fieles.
El imam, que llegó a Suecia desde Siria hace tres años, les pidió que respeten las leyes y costumbres suecas y que se asimilen lo más que puedan en la sociedad.
Pero me dijeron que una vez dos hombres se pararon y lo atacaron verbalmente por condenar el extremismo, antes de ser expulsados.
Otra indicación de cuán divididas y polarizadas están estas comunidades.
¿Qué ha pasado con los suecos que han viajado a Irak y Siria?, le pregunto a Bostrom.
«Bueno, hay unos 311, pero no se ha arrestado a ninguno de los que han vuelto. Creo que nuestra ley antiterrorista no está funcionando lo suficientemente bien», afirma.
En abril, la ley se modificó para hacer que sea ilegal viajar al extranjero con la intención de cometer actos de terrorismo.
Klas Friberg, el jefe de policía regional y jefe de Ulf Bostrom, dice que las autoridades son conscientes de los problemas a los que se enfrentan y saben que hay que mejorar la seguridad en las zonas en las que han tomado forma esas sociedades paralelas.
Pero la realidad es que ahora jóvenes de orígenes inmigrantes están siendo radicalizados.
Fuente e imagen: bbc.com