En oportunidades existen países donde las crisis tienden a agudizarse, en especial las de naturaleza económica, provocando que algunas conductas que pueden calificarse de impropias o deshonestas tiendan a multiplicarse a una mayor velocidad.
Si bien es cierto que un entorno hostil no es justificación para la ligereza, explica que la consideración de prácticas fundamentales como la ética, se vuelva menos frecuente, en oportunidades se considere extraña y lo que es peor, pase a ser un tema ignorado por nuevas generaciones.
Los efectos negativos de la ausencia de la ética alcanzan a las organizaciones y aquellas que la desarrollan e implementan mejoran de manera determinante su prestigio ante el Estado, la comunidad o gremio empresarial al cual pertenezca, los trabajadores, contratistas y los ciudadanos en general.
Este interés y respaldo a la ética, se manifiesta mediante documentos tales como la declaración de valores, los códigos de conducta o los principios de actuación. Su utilidad no sólo gira alrededor del desarrollo de una positiva imagen corporativa, sino como presencia en las acciones del motor de las instituciones: su recurso humano
El término ética se origina del griego “ethos”: el de modo de ser que la persona adquiere a través de los hábitos de conducta. Al latín “ethos” se traduce como “mos” que quiere decir buena costumbre. La ética estudia lo negativo y positivo de la conducta humana, resaltando esto ultimo con el objetivo de orientar al ser humano hacia la aplicación de valores provechosos.
Los códigos de conducta detallan, los comportamientos que deben evitarse y las alternativas de solución ante ciertos conflictos y para ello se basan en principios reguladores tales como las leyes del Estado, el sentido de la justicia y la moral o entorno social.
Se presenta y actúa en consecuencia como una organización que cree y actúa en una línea de conducta, por ejemplo, absteniéndose de realizar actos ilegales en detrimento de terceros.
A nivel mundial, la industria de la seguridad no está a salvo de prácticas reñidas con la ética: facturación de horas de servicios no prestados, exageración deliberada de informes, pago de sobornos, venta de equipos falsificados, innecesarios, averiados u obsoletos, entre otros.
Todas las áreas del quehacer humano se exponen a prácticas poco éticas, realizadas generalmente por pocos individuos, pero con impactos que pueden llegar a ser considerables. Esos comportamientos se reflejan en el conjunto de profesionales del gremio que representan un alto costo: fallas operativas, pérdidas financieras, demandas, deterioro de la reputación y mayores regulaciones del Estado.
Cuando la organización dispone de un código de ética, tiene en sus manos un valioso activo capitalizable y sus beneficios son palpables: refuerzan el compromiso de los trabajadores, disminuye los impactos en su credibilidad y reputación en momentos de crisis, fortalece su capacidad de atraer nuevos clientes, son más valoradas desde el punto de vista financiero, mejoran los climas organizacionales, disminuyen los conflictos entre sus miembros, mejora y facilita la toma de decisiones, permite estar un paso adelante ante riesgos de corrupción, sobornos, fraudes o uso indebido de información sensible.
Un recurso que evidencia de manera palpable, el compromiso a largo plazo de una organización con su comunidad y el país, es valorar, implementar y fomentar la ética. No es una quimera el formar individuos con comportamientos y conductas honestas, dignas de ser modeladas.
En un país como Venezuela con un sinnúmero de crisis entre ellas la de valores, moral y principios, cabe reflexionar el incluir con sincera voluntad, el tema de la ética en la educación como aporte de prevención a la seguridad ciudadana, más aún cuando se consideran las palabras del filósofo Immanuel Kant “Tan sólo por la educación puede el hombre llegar a ser hombre. El hombre no es más que lo que la educación hace de él”.
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