Las situaciones de crisis, aunque generan indudables efectos negativos en donde se presentan, son oportunidades de revisión, diseño de nuevos modelos de gestión y adaptación a las realidades del entorno. La industria de la seguridad en Venezuela no escapa de los efectos de una delincuencia creciente, escasez de tecnologías y de recurso humano especializado.
Los empresarios que evidencian los negativos efectos de las diversas manifestaciones del crimen en las organizaciones, se han visto en la necesidad de escuchar más de cerca a sus líderes de seguridad. Los mismos, han dejado de ser trabajadores de segunda que ocupaban alguna oficina en oportunidades, compartida con materiales y equipos de mantenimiento. Pero si bien ahora los líderes de la seguridad tienen mayor atención, deben argumentar plenamente cualquier requerimiento que justifique un impacto en las finanzas. Las juntas directivas exigen una seguridad eficiente en un país con marcadas y hostiles particularidades, lo cual es razonablemente posible de alcanzar si el líder de la seguridad es un individuo abierto a asumir nuevas actitudes proactivas.
Capacitación actualizada. Los “toderos” tienen sus días contados. La seguridad, como numerosas disciplinas, se está enfrentando a un entorno donde los cambios se generan a una acelerada velocidad, las amenazas mutan, se multiplican y crean nuevas formas de operar. El líder de seguridad que desea desarrollar una gestión exitosa, necesita mantener actualizados sus conocimientos e internalizar que la especialización en el sector, es una demanda que no debe evadir si es que desea mantenerse activo profesionalmente.
Conocer el negocio. No se puede proteger lo que no se conoce íntimamente. El líder de la seguridad entre sus responsabilidades, tiene la de identificar las vulnerabilidades de la organización. Para poder identificar alternativas de solución y minimizar el riesgo, la seguridad en cabeza de su líder debe entramarse en los procesos. Sea una empresa de servicios, industrial o comercial, el conocer los detalles de su funcionamiento puede ser la diferencia entre la acertada previsión y la costosa reacción.
Formar equipos. La seguridad no es una isla a la que sólo acceden algunos privilegiados. Su figura es la de una generadora de múltiples puentes dentro y fuera de la organización. Una manera de ganar aliados, aunque no la única, es vender los beneficios que otorga el participar como equipo en las actividades de seguridad. Cuando los colaboradores gozan del reconocimiento oportuno de sus aportes, los mismos se multiplican y, por ende, el valor agregado a la gestión común. Recuerde que la seguridad eficiente en Venezuela debe ser omnipresente pero no omnipotente. Se trata de ganar creyentes y facilitadores, no forjarnos a pulso una inútil imagen de poseer mentes cerradas.
Análisis multidisciplinario de los entornos. En Venezuela es particularmente complicado hacer un exhaustivo seguimiento a todos los factores que inciden de manera determinante en la seguridad. Por una parte, la naturaleza es en extremo variada e incluye numerosos componentes sociales, culturales, políticos y económicos, entre otros. Pero tampoco podemos dejar a un lado la tarea de mantenernos informados, analizar el entorno, prever posibles situaciones futuras y su impacto. El participar, por ejemplo, en eventos gremiales puede ser una alternativa para en relativamente breves sesiones de trabajo, conocer el resumen de las mejores prácticas de sus colegas y los resultados. Para que su participación obtenga resultados favorables, se necesita partir del hecho que la actitud egoísta de no compartir experiencias, lejos de favorecerle, le cierra las puertas en corto plazo a una valiosa fuente de información.
Criterio de lo urgente. Si hay algo a lo que está expuesto el venezolano y muy especialmente los líderes de la seguridad, es al estrés, el cual en oportunidades se alimenta de actitudes tóxicas. Por ejemplo, el manejo inadecuado de redes sociales y la ligereza en el manejo de la información, genera situaciones de tensión. Cuando las cadenas de mensajes son analizadas en detalle, se evidencia en muchísimas oportunidades que son informaciones falsas, mal argumentadas o sin un sustento serio y profesional. De allí que entonces se tomen decisiones erradas basadas en apreciaciones equivocadas. Las consecuencias se traducen en la alarma permanente, la visión negativa que no permite identificar oportunidades, la pérdida de la credibilidad y ser reconocido como el personaje del cuento infantil “Pedro y el lobo”. Desarrollar un criterio claro para diferenciar lo urgente de lo importante, se ilustra con la frase de Stephen Covey: “El liderazgo efectivo es poner primero lo primero”.
No tenemos el poder para poder predecir la duración de las crisis, sus niveles de gravedad o duración. Lo que sí debemos es desarrollar una visión que incluya la previsión y la resiliencia, como elementos que agreguen valor a una gestión de seguridad esperada y necesitada por todos.
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