Se puede afirmar que las conversaciones del ciudadano común en Venezuela, giran cada vez más alrededor de una variedad de temas los cuales se hacen más comunes. Mi apreciación es que, por lo general, se trata de aquellos factores que tienden a generar preocupación, angustia o estrés.
El pasado mes de febrero, realicé una encuesta por medio de redes sociales, específicamente Twitter) y la cual contó con 1.224 votos. La pregunta era ¿Cuál cree que será el principal problema en Venezuela durante el primer trimestre 2017? Los resultados fueron los siguientes: Inflación (34%), Escasez general (30%), Seguridad ciudadana (27%) y Conflictividad política (9%). Si dicha encuesta se hubiera realizado, por ejemplo, en el año 2014, la conflictividad política hubiera ocupado sin duda el primer lugar. Y de haber sido en el 2015 y hasta 2016, seguramente la seguridad lideraría la preferencia. Una de las primeras conclusiones a las que debemos llegar como ciudadanos, es que el entorno en Venezuela cambia de manera acelerada, generando nuevas amenazas que atentan contra la integridad y la certidumbre. No se debe subestimar la capacidad de percibir el entorno que tiene el ciudadano y a la vez, hay que tener presente cuál podría ser su comportamiento ante lo que percibe. Por supuesto que los resultados pueden tener múltiples interpretaciones, pero en este caso se trata de la relación entre la seguridad y la satisfacción de necesidades básicas.
Quien hace vida en nuestro país, en mayor o menor medida, se ha visto en la necesidad de tomar decisiones para asignar recursos escasos en la adquisición de productos y servicios, donde la alimentación y la salud se ponen en juego. Se inició un mercado negro de falsificaciones que abarcan desde derivados lácteos, hasta anti hipertensivos pasando por productos de higiene personal. Ante algunas restricciones aplicadas en portales por internet, quienes comercian han migrado a aplicaciones y redes sociales para hacer sus ofertas. No sólo se trata de la implantación de una distribución ilegal, sino de la baja calidad y efectos nocivos que a la salud implican. Donde para la mayoría es una situación de crisis, para algunos es una oportunidad de ganancias.
Abraham Maslow nació en New York en 1908. Cursó sus estudios en la Universidad de Wisconsin, donde alcanzó un doctorado en psicología. Es mundialmente famoso por sus aportes a la psicología humanista pero principalmente por la pirámide que lleva su nombre y la cual establece una jerarquía de las necesidades humanas. La teoría desarrollada por Maslow, de manera general establece una base conformada por las llamadas necesidades fisiológicas, que incluyen entre otras, la respiración, la alimentación, el descanso y el sexo. Un segundo nivel superior incluye la seguridad física, el empleo, la familia, la salud y la propiedad privada. Progresivamente la pirámide la ascendiendo hasta abarcar aspectos tales como la amistad, el afecto, el respeto, la creatividad y los preceptos morales. A medida que el ser humano cubre sus necesidades básicas, dirige su atención hacia otras que también deben ser cubiertas.
Cuando observamos “con lupa” la encuesta del 2017, es evidente que la escasez golpea principalmente el estómago y la salud de quienes habitan este país. En pocas palabras, refuerzan la atención a las necesidades básicas y elementales que Maslow presenta en su pirámide.
Los efectos inmediatos se traducen en una multiplicación exponencial de los riesgos psicosociales (depresión, angustia, estrés), de los delitos desde los calificados como famélicos (justificados por el hambre versus un ingreso insuficiente de sus actividades laborales) hasta el contrabando y las estafas. Por otra parte, se hacen cada vez más evidentes los casos de personas que acuden a la basura para saciar su hambre. Algunas fuentes mencionan que en todo el país, hasta tres millones de venezolanos esperan a las afueras de locales comerciales para buscar en las bolsas de desechos, algo que engañe el hambre, incluso de sus familiares.
Si reflexionamos sobre la teoría de Maslow, podemos concluir que el ciudadano en Venezuela ha dejado a un lado cualquier otra consideración que le haga sentirse un individuo pleno, a cambio de cubrir las necesidades que le permitan sobrevivir como ser vivo. Si para ello debe incurrir en actividades delictivas, pareciera que eso queda en segundo plano. Lo importante para algunos es el aquí y el ahora. Uno de los costos más importantes de dicho comportamiento, es el modelaje negativo que se refleja en los jóvenes que tomarán como normal y necesaria, dicha alternativa de actuación.
A muy corto plazo, como opción de atención y solución, se hace urgente la participación y sincera voluntad política del Estado, en conjunto al sector privado y los ciudadanos. No se trata de resolver el futuro de un grupo, se trata de no dejar a un lado el futuro de todos.
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