Y nos seguimos matando

El Consejo Ciudadano para la Seguridad Pública y Justicia Penal A.C., se identifica como «una organización de la sociedad civil surgida en julio del 2002. Es una red apartidista, laica e independiente». Creada en México, esta organización presenta desde hace varios años, un ranking donde refleja las 50 ciudades más violentas del mundo. Dicho informe se ha ido convirtiendo en un referente, especialmente para aquellos países donde existen deficiencias en la información oficial sobre los indicadores de la violencia.
El pasado 25 de enero, dio a conocer los resultados del estudio correspondiente al año 2015. Las ciudades que allí se reflejan tienen como factor común para su selección, contar con una población igual o superior a los 300 mil habitantes, y que las fuentes de información de las cifras, deben ser oficiales o alternas, pero en ambos casos verificables. A continuación presento lo que considero las observaciones preliminares más relevantes de dicho informe:
El 82% de las ciudades están ubicadas en América Latina, lo que ratifica una situación reiterada año tras año, ser en conjunto la región más violenta del planeta.
Las cinco primeras ciudades son (incluyo la tasa de homicidios cada 100 mil habitantes): Caracas – Venezuela (119.87), San Pedro de Sula – Honduras (111.03), San Salvador – El Salvador (108.54), Acapulco – México (104.73) y Maturín – Venezuela (86.45).
Ocho ciudades corresponden a Venezuela, lo que representa  el 16% del total. Se trata de Caracas, Maturín, Valencia, Ciudad Guayana, Barquisimeto, Cumaná, Barcelona y Maracaibo.
Aunque en Venezuela no existen cifras oficiales actualizadas sobre este indicador, ya algunas organizaciones no gubernamentales que habían adelantado investigaciones, asomaban la posibilidad que lejos de mejorar, la situación iba a empeorar.
Pero no todo son malas noticias para nuestra región, ya que países como Ecuador, Perú, Bolivia, Chile, Argentina, Paraguay o Uruguay no tienen ciudades en el ranking. Por otra parte, Ciudad  Juárez (México) no aparece en esta lista a pesar que los años 2008 y 2010 ocupó el primer lugar. Tampoco aparece Medellín, ciudad que durante la década de los años 90 era sinónimo de violencia, llegando a alcanzar tasas de homicidios cercanas a los 400 por cada 100 mil habitantes.
Cuando se comparan los resultados 2014 y 2015 se evidencia que salieron del ranking 5 ciudades mexicanas, 2 colombianas y 1 de Brasil.
Todos los resultados positivos deben ser objeto de un profundo análisis, para determinar cuáles fueron las mejores prácticas aplicadas, y la factibilidad de adaptarlas a la realidad del resto de las ciudades.
No existen fórmulas mágicas que se apliquen de manera universal para lograr la disminución de los homicidios, pero cuando se estudian casos de éxito se determinan importantes factores comunes, que han sido determinantes para el logro de los objetivos.
Voluntad política. El Estado debe ser el principal protagonista en el combate al delito. Sus políticas deben estar orientadas, a la participación de la mayor cantidad posible de componentes de la sociedad. Los objetivos propuestos deben ser medibles, alcanzables, específicos, pertinentes, estar  vinculados a lapsos de tiempo  y no deben tener como prioridad intereses partidistas ni particulares.  La asignación adecuada de recursos debe ser prioridad si se desea que las leyes, reglamentos y acuerdos no queden en letra muerta.
Solidez institucional. Las instituciones deben ser y actuar con autonomía y fortaleza para obtener la confianza de los ciudadanos. Los espacios que son abandonados por el Estado, con total seguridad son ocupados por los delincuentes. Se necesita combatir decididamente todo factor que como la corrupción, represente una amenaza al cumplimiento de las leyes.
Intervención multidisciplinaria. El indicador de homicidios como muchos otros vinculados al delito, necesita de enfoques multidisciplinarios. Es un fenómeno que para ser abordado exige de la participación y trabajo en equipo de una amplia gama de profesionales que van desde sociólogos, abogados,  y psicólogos hasta ingenieros, médicos y economistas, entre otros. La suma de talento académico más experiencia de campo es fundamental. Así mismo, la sociedad civil no debe ser espectador por lo que su  voz debe ser escuchada, y requerido su aporte en la búsqueda e implementación de soluciones.
Inversión social. Existen aspectos esenciales que requieren de inversión social de calidad, perdurable en el tiempo y cuyos resultados puedan ser evaluados. Donde la seguridad ha tenido éxitos, la recuperación de espacios públicos, el deporte, la educación, la salud, la infraestructura,  entre otros, son factores comúnmente atendidos en paralelo y sirven de pilares de refuerzo a un clima de paz.
Es posible alcanzar niveles de seguridad y paz en nuestro país, no es tarde, pero el tiempo de actuar es ahora. Caso contrario seguiremos siendo víctimas y victimarios en un juego macabro, donde nadie es ganador.
@alfredoyuncoza