El pasado domingo 12 de junio, 49 personas fueron asesinadas en la ciudad de Orlando, en el estado de Florida en Estados Unidos. El agresor identificado como Omar Mateen ingresó en un club y dio inicio a un tiroteo masivo, con el resultado hasta el momento, de las muertes antes mencionadas y 53 heridos. Presuntamente Mateen, ciudadano estadounidense de padres afganos, habría manifestado mediante una llamada telefónica, al número de emergencias 911, su lealtad al grupo extremista Estado Islámico (EI).
Nuevamente cuando menos se espera, un lamentable evento de violencia tiene como protagonista a seguidores de grupos que hacen del terror la herramienta para alcanzar sus objetivos. Y nuevamente surge la pregunta ¿Cuándo se terminará el terrorismo? Para tratar de abordar la respuesta, analizaremos el enfoque que hace David Rapoport, quien es profesor de Ciencias Políticas de la Universidad de California en Estados Unidos. Así mismo, es un reconocido conocedor del tema del terrorismo y ha sido director de la revista Terrorismo y la violencia política.
Cruzada mundial
Rapoport identifica cuatro “oleadas” del terrorismo mundial. La primera da inicio en la década de los años 80 del siglo XIX y es protagonizada por los anarquistas. Un ejemplo de sus acciones es el asesinato en septiembre de 1901, del presidente estadounidense William McKinley. Este hecho generó un llamado del presidente Theodore Rooselvet a una cruzada mundial para acabar con el terrorismo. Por otra parte, se generaron cambios en los cuerpos policiales tales como el FBI y el Scotland Yard, que crearon grupos de funcionarios vestidos de civil, para atacar a los terroristas. Algunos estudiosos indican que el movimiento se originó y expandió desde Rusia hacia Asia, América y Europa. Entre sus víctimas se encuentran miembros de la realeza europea como el rey de Italia Umberto el Primero y Elizabeth, emperatriz de Austria. Las actividades de estos grupos finalizaron a comienzos del siglo XX.
La segunda ola está marcada por un sentimiento anticolonial y da inicio desde 1920. Se conforma por grupos que se autodenominan “luchadores por la libertad” y que buscan la independencia de sus territorios, los cuales se encontraban bajo el dominio de potencias europeas. Utilizando tácticas de guerrillas, atacan a las tropas de los imperios británico y francés. Tres de los grupos más representativos de esta oleada son el Frente de Liberación Nacional (Argelia), el IRA o Ejército de la República Irlandesa y el Irgun que luchaba en los territorios de los actuales Palestina e Israel.
Ante el espejo
La llamada Nueva Izquierda conforma la tercera ola que comienza en la década de los años 60 del siglo XX. Sus miembros se ven ante el espejo principalmente, como los representantes y defensores de un Tercer Mundo oprimido. Desarrollados en el entorno de la Guerra Fría, sus exponentes más conocidos son la Rote Armee Fraktion (Alemania), las Brigadas Rojas (Italia) y el Weather Underground en Estados Unidos. Entre sus numerosas acciones de secuestros, colocación de explosivos y asesinatos, están el asalto a la embajada alemana en Suecia, el secuestro y asesinato de Aldo Moro y el asesinato de atletas israelíes durante las Olimpiadas de Munich.
Para culminar, en 1979 dio inicio la cuarta ola, llamada también la “Ola Religiosa”. La secta japonesa Aum Shinrikyo fue responsable del ataque con gas sarín en el metro de Tokio. El grupo libanés Hezbollah inicia sus ataques con terroristas suicidas a tropas francesas y estadounidenses. Al Qaeda, tras el ataque a la embajada estadounidense en Nairobi, el 11 de septiembre del 2001 ataca las Torres Gemelas en New York.
Oleadas
Aunque las “oleadas del terrorismo” duran algunas pocas décadas cada una, la cuarta ola aún está en pleno desarrollo. Algunos investigadores como Edwin Bakker, director del Centro para el Terrorismo y el Contraterrorismo de la Universidad de Leiden, advierten ya sobre la necesidad de identificar lo que podrían ser las características de la “Quinta Ola”.
Las evidencias históricas y los análisis desde diversos centros de estudio advierten que el terrorismo como herramienta para alcanzar objetivos, está lejos de terminar. Como fenómeno social no es estático y permanece en constante evolución. Esta realidad obliga a los responsables del desarrollo de políticas de los Estados y a los académicos, a trabajar en equipo bajo una perspectiva global y a profundizar sus esfuerzos en materia de prevención y predicción a fin de minimizar el impacto que los violentos actos terroristas tienen sobre los ciudadanos.
Fuente: eluniversal.com