En menos de un mes, la nota roja de la prensa mexicana nos ha relatado terribles historias en donde adolescentes e incluso niños han cometido hechos delictivos.
¿Este tipo de noticias se están “normalizando”? ¿Por qué los jóvenes están cometiendo crímenes tan violentos? ¿Cuál es el fututo de estos adolescentes? ¿Qué está haciendo el Estado para educarlos, formarlos y eventualmente rehabilitarlos?
Desde que comenzó la guerra en contra de las drogas en 2006, la violencia en México alcanzó altos índices de barbarie y bestialidad: se volvió común leer diariamente en la prensa sobre crímenes, secuestros, extorsiones y asesinatos; se inventaron nuevos significados para palabras como encobijado, levantado, encajuelado, ejecutado, enfierrado, etc.; los lugartenientes, capos, sicarios, narcoprofesionistas, narcoempresarios se fueron convirtiendo en el estereotipo a seguir.
En las redes sociales estas noticias se han venido difundiendo como pólvora ante la incredulidad mezclada con terror que provocan en la ciudadanía, en los comentarios podemos observar la afirmación de que estos sucesos son una consecuencia casi natural de la inseguridad y violencia que coexisten en México, sobre todo de esta última. Porque México se ha estado convirtiendo en un país violento e inseguro.
Inseguro: porque estamos expuestos a muchos tipos de riesgos y amenazas, porque hay un alto índice de criminalidad, porque a veces la situación nos rebasa y nos volvemos muy vulnerables, porque podemos ser víctimas y ver afectado nuestro patrimonio e integridad, entre otras cuestiones.
Violento: porque muchos crímenes son extremadamente violentos, ya que es difícil comparar un homicidio simple a una ejecución con armamento de alto calibre de uso exclusivo de las fuerzas armadas, y en ocasiones de grupos de elite de ejércitos de otros países o inclusive hasta con explosivos, porque a veces la violencia es tan alta que nos arrebata la posibilidad de acceder a la justicia porque el miedo nos revictimiza, porque afecta a toda la sociedad y al Estado, la violencia se multiplica…
Actualmente, somos testigos de cómo niños y adolescentes pueden cometer delitos tan graves como una violación o terribles como un asesinato con grandes dosis de violencia, bajo el pretexto de que estaban jugando o que no sabían lo que hacían. Si son menores de 14 años, de acuerdo con las leyes mexicanas son inimputables y si tienen de 15 a 16 años, su pena máxima no podrá rebasar los 10 años.
Al salir de los centros de reclusión, ¿cuál es el destino de estos niños y jóvenes que han cometido delitos graves?
Probablemente ser criminales, porque estos grupos son los que los captan, atienden, recogen, aceptan, no la familia, no el Estado o no la sociedad.
Fuente: sdpnoticias.com