LOS cálculos más fiables estiman que el año pasado el mundo destinó más de un billón de dólares a gasto militar, lo que representa cerca del 3 por ciento del PIB global. Cinco países acumularon la producción y venta de casi dos tercios del gasto mundial. Durante el periodo de 1997-2001, el mayor vendedor de armas del mundo fue Estados Unidos, con el 44,5 por ciento del total exportado. Rusia fue el segundo proveedor más importante, con un 17 por ciento. A continuación están Francia, Reino Unido y China, con cerca del 5 por cada uno. Estos cinco países, que son los miembros del Consejo permanente de las Naciones Unidas con derecho a veto, concentran más del 84 por ciento de todas las nuevas armas que se venden al mundo. Y los países en vías de desarrollo son el principal mercado de venta de armas. En el quinquenio de 1997 a 2001, los cinco primeros países importadores de armas fueron Taiwán, China, Arabia Saudí, Turquía e India.
Desde que España entró a formar parte del Comité de Ayuda al Desarrollo de la OCDE, hace seis años, el Gobierno se comprometió a no utilizar los créditos FAD de ayuda al desarrollo como forma de financiación de las exportaciones de armas. Pero desde 1992, las publicaciones oficiales no ofrecen datos que permitan comprobarlo, lo que hace sospechar que el propósito no se ha cumplido. España ha doblado el volumen de sus exportaciones en tres años, alcanzando la cifra de 383 millones de euros en 2003, cifra recién divulgada por el Gobierno, que rectifica la publicada unos meses antes. El problema está en que nuestro país difícilmente podría aprobar el examen del Código de Conducta de la Unión Europea para la venta de armas, porque incluye entre sus clientes a países embargados, en conflicto, políticamente inestables, que no respetan los estándares de derechos humanos o presentan riesgo evidente de desvío de la venta a un tercer país.