Dos mil millones de personas viven en los llamados países frágiles, con diversos grados de vulnerabilidad a un conflicto civil generalizado. Las elecciones ayudan a disminuir los índices de conflictos. Sin embargo, todo parece indicar que han tenido sólo un impacto modesto en países como Venezuela, Irak, Rwanda, Kenia, Nigeria e Indonesia. De los 12 indicadores del estudio del Fondo para la Paz, los dos más importantes son un desarrollo desigual y la deslegitimación del Estado.
¿Cuántos países están en grave riesgo de devenir en un Estado fallido? El Fondo por la Paz, una organización independiente que busca evitar las guerras y aliviar las condiciones que generan las mismas, y la prestigiosa revista estadounidenseForeign Policy realizaron una clasificación a escala global de países frágiles que podrían desintegrarse.
Sobre la base de 12 indicadores sociales, económicos, políticos y militares se enumeran 60 países por su vulnerabilidad a los conflictos internos violentos. El índice resultante ofrece un perfil del nuevo «desorden» mundial del siglo XXI y demuestra que el problema de estos países es mucho más serio de lo que parece.
El secretario general de Naciones Unidas, Kofi Annan, ha advertido que «al ignorar los Estados fallidos estamos creando problemas que regresarán para acecharnos». Por su parte, el presidente francés Jacques Chirac ha hablado sobre «la amenaza que estos países representan para el equilibrio del planeta».
¿Cómo saber que un estado ha fracasado? Cuándo un gobierno ha perdido el control de su territorio o del monopolio sobre el uso legítimo de la fuerza. Algunos regímenes no tienen la autoridad para tomar decisiones colectivas o la capacidad de prestar servicios públicos. En otros países, el pueblo puede depender completamente del mercado negro, evadir el pago de impuestos, o declararse en desobediencia civil.
Un estado fallido puede ser sometido a restricciones involuntarias a su soberanía, como sanciones económicas y políticas o la presencia de fuerzas militares extranjeras en su territorio.
La inestabilidad tiene muchas facetas. En la República Democrática del Congo o en Somalia el fracaso del Estado ha sido aparente por muchos años, y se ha manifestado como conflictos armados, hambruna, epidemias y éxodo de refugiados. En otros casos, sin embargo, la inestabilidad es más elusiva. Es probable que elementos corrosivos no hayan logrado desencadenar una hostilidad abierta, por lo que las presiones podrían estar a punto de estallar.
El conflicto puede concentrarse en territorios que buscan su autonomía o la secesión, como en el caso de Filipinas y Rusia. En otras naciones, la inestabilidad asume la forma de enfrentamientos esporádicos, mafias de la droga, o extensas zonas del territorio militarizadas, por ejemplo, Afganistán, Colombia y Somalia. Un estado puede colapsar súbitamente, pero con frecuencia su fin adquiere la forma de un deterioro lento pero firme de las instituciones sociales y políticas. Zimbabwe y Guinea son los mejores ejemplos.
Según el índice, los 10 países más frágiles del mundo ya han mostrado claras señales de fracaso del Estado. Costa de Marfil, un país dividido por una guerra civil, es el más vulnerable a una desintegración. Le siguen en orden la República Democrática del Congo, Sudán, Irak, Somalia, Sierra Leona, Chad, Yemén, Liberia y Haití. Aparecen otros estados cuya inestabilidad es menos reconocida, como Bangladesh (en la posición 17), Guatemala (31), Egipto (38), Arabia Saudí (45) y Rusia (59).
De los 12 indicadores del estudio, los dos más importantes son un desarrollo desigual y la deslegitimación del Estado. El primero es elevado en casi todos los países que conforman el índice. Ello indica que la injusticia dentro de los países, y no sólo la pobreza, promueve la inestabilidad.
La deslegitimación del Estado, que ocurre cuando las instituciones estatales son consideradas corruptas, ilegales, o ineficaces, es el segundo indicador más importante. Los factores de tipo demográfico, en particular las presiones que ejercen los refugiados, las poblaciones desplazadas internamente y deterioro del medio ambiente, son muy comunes en los países que tienen grandes posibilidades de colapsar, al igual que las contundentes violaciones a los derechos humanos.
En términos casi universales, las elecciones ayudan a disminuir los índices de conflictos. Sin embargo, todo parece indicar que han tenido sólo un impacto modesto en países como Irak, Rwanda, Kenia, Venezuela, Nigeria e Indonesia.
Identificar las señales de fracaso de un Estado es más fácil que buscar una solución. No obstante, el primer paso consiste en determinar con precisión en qué área podría estar desmembrándose un país.
Traducción: Servio Viloria