Un juez especializado decidirá si Alberto Santofimio es culpable de ser coautor del crimen de Luis Carlos Galán. La condena sería de 25 años.
Durante 15 años Alberto Santofimio Botero logró defenderse frente a los testimonios que lo señalaban de haber organizado, con los extintos jefes del cartel de Medellín, Pablo Escobar y Gonzalo Rodríguez Gacha, un complot para acabar con la vida del candidato presidencial Luis Carlos Galán. Pero este año su vida le cambió. La Fiscalía decidió acusarlo formalmente de ser presuntamente coautor del crimen del jefe del Nuevo Liberalismo. Ahora la suerte del ex ministro de Justicia quedará en manos de un juez especializado.
La investigación dio un giro después de los testimonios del lugarteniente de Pablo Escobar, John Jairo Velásquez Vásquez, alias ‘Popeye’ y del ex congresista Carlos Alberto Oviedo Alfaro, quienes aseguraron que Santofimio convenció a Escobar y a Rodríguez Gacha de asesinar a Galán, para evitar su segura elección a la Presidencia de la República.
Sin embargo, estos testimonios no fueron los únicos que tuvo en cuenta el fiscal del proceso, Eduardo Mesa. En los últimos siete años, este jurista evaluó las pruebas sobre el magnicidio. Para él ha sido uno de los más grandes retos que ha tenido en sus manos, porque desde el mismo día de uno de los peores crímenes cometidos en Colombia se rumoró que había una conexión política. «Santofimio sí tenía capacidad para influir de manera perversa en la mente del extinto capo del narcotráfico, Pablo Escobar Gaviria, y los propósitos del crimen planteaban beneficios mutuos para Santofimio, en su carrera política, y para Escobar Gaviria en su lucha contra la extradición». Esta es una de las conclusiones del fiscal Mesa.
En su providencia, destaca además que «Santofimio no tenía a su servicio a Escobar Gaviria, sino que Escobar tenía vínculos con el ex congresista como miembro del ala política del llamado cartel de Medellín, como lo demuestran testimonios recogidos en la investigación, diferentes a personas ya condenadas por sus vínculos con la mafia». El fiscal Mesa, quien conoce como nadie el proceso, estaría refiriéndose a un testimonio que dio hace casi 10 años una mujer que fue testigo presencial de una reunión en la cual la mafia le celebró el cumpleaños al político tolimense en junio de 1989. Esta declaración, que se conoce por primera vez, revela la cercana amistad que mantenía Santofimio con Escobar y Rodríguez Gacha, dos meses antes de ser asesinado Galán (ver recuadro). Días antes del crimen el mismo Galán había dicho en un desayuno en Popayán: «Si muero asesinado, para encontrar a los culpables, miren hacia el Tolima».
Durante 15 años Santofimio sostuvo que se ha pretendido utilizar políticamente la justicia para vincularlo al crimen de Galán. Y hace 10 días le dijo a SEMANA que era un hombre de paz, ajeno a la violencia y que las únicas armas que ha esgrimido en su vida han sido la palabra, las ideas y la pluma. «Jamás he sido amigo personal de Pablo Escobar. Lo que tuve con él fue una relación política de mayo del 82 a agosto del 83. Jamás volví a verle. No hay nadie en Colombia que pueda confirmar esta fantasiosa y mendaz aseveración. Ni una fotografía, ni una grabación, ni una declaración en la investigación que lo haya confirmado».
Según una testigo tolimense, los extintos jefes del cartel de Medellín, Pablo Escobar y Gonzalo Rodríguez Gacha, le celebraron el cumpleaños a Alberto Santofimio, dos meses antes de mandar a asesinar a Luis Carlos Galán
El fiscal Mesa agotó todos los recursos y se dio a la tarea de controvertir los testimonios de ‘Popeye’ y Oviedo y llamó a declarar a 30 personas. Desde ex presidentes de la República, políticos y personas allegadas a Galán, hasta reconocidos periodistas. Algunos de los que desfilaron por el búnker no se comprometieron con sus declaraciones, pero otros lo defendieron con vehemencia. «Es un verdadero intelectual, recita, declama, toca tiple, canta, recorre las avenidas de la historia con suficiencia académica notoria. Y yo no veo que los hombres que tienen ese talante y ese talento, tengan la actitud espiritual y anímica de quienes no son guerreros sino cobardes. Al contrario, el hecho de sentir a Galán su par en una emulación, induce a querer derrotarlo vivo y no a enterrarlo sin haberlo vencido», le dijo al fiscal el ex contralor David Turbay, quien terminó como Santofimio, condenado en el llamado proceso 8.000.
Dentro de lo que conocí, era muy difícil imaginarse a alguien influyendo sobre Pablo Escobar para una decisión como esa. Escobar decidía a quién matar y a quién perdonar», dijo en el proceso Fernando Álvarez Corredor, comisionado nacional de televisión. El ex presidente César Gaviria sostuvo que nada le consta sobre las supuestas relaciones de Santofimio con Escobar después de 1983, ni de participación alguna en la muerte de Galán. Pero afirmó que tenía conocimiento de lo que se rumoraba del complot urdido en las afueras de Ibagué. Que eso mismo lo conocía la familia del líder inmolado y que cuando ocurrió la tragedia pensaron con mucha persistencia en ese nexo.
Personas cercanas a Galán, como José Blackburn, también fueron llamadas por el fiscal. «Por el conocimiento y cercanía que tuve con el doctor Galán durante casi 10 años, puedo afirmar que él en ningún momento me manifestó que el doctor Santofimio pudiera estar involucrado en algún tipo de actividad que pudiera generar un atentado contra su vida», le dijo al fiscal hace cuatro meses.
Otro de los declarantes fue el ex comandante del Bloque de Búsqueda de la Policía, general (r) Hugo Martínez Poveda. «La única persona que me mencionó, en un interrogatorio, que había visto al doctor Santofimio, sin determinar el lugar ni con qué otras personas, fue Hernán Henao, a quien llamaban H.H. (cuñado de Pablo Escobar), sin haber quedado grabado ni escrito, fue un interrogatorio verbal en el momento de su captura», dijo el ex oficial.
Después de analizar todos estos testimonios e innumerables pruebas recaudadas dentro del proceso, el fiscal Mesa consideró que había mérito para acusar formalmente a Santofimio de ser presuntamente el coautor del magnicidio. El político liberal, de 63 años, se encuentra desde hace siete meses recluido en el pabellón de máxima seguridad de La Picota, al sur de Bogotá, y comienza una nueva etapa de angustia en la que tendrá que prepararse de nuevo para intentar convencer a un juez de que de verdad es un hombre de paz.