S. THOMMA y A. YOUNG / Knight Ridder WASHINGTONLa capital del país se aprestaba ayer a lidiar con un colosal escándalo político cuando un cabildero con muy buenas conexiones con representantes y senadores se declaró culpable tras ser acusado de delitos federales y se comprometió a testificar sobre miembros del Congreso atrapados en la telaraña de corrupción. Jack Abramoff, de 46 años, invocó a Dios cuando pidió disculpas y se declaró culpable ante un juez federal de acusaciones de conspiración, fraude postal y evasión de impuestos. Abramoff podría ser condenado a 30 años de cárcel y podría ser somemtido a otro posible juicio en la Florida relacionado con su compra de una flotilla de barcos-casino a un hombre que meses después fue asesinado.
La caída de un importante cabildero que recaudó $80 millones en pagos de tribus indias ricas, invitó a suntuosas cenas a políticos en Signatures, su exquisito restaurante de Washington, así como también a torneos de golf en el extranjero es, sin duda, un acontecimiento dramático.
Sin embargo, la gran posibilidad de que Abramoff pueda ayudar a que la fiscalía federal encause a miembros del Congreso es lo que ha tomado por sorpresa a muchos funcionarios de Washington.
»Es un caso que crecerá y se multiplicará», dijo Bill Mateja, ex funcionario de alto nivel del Departamento de Justicia del gobierno de Bush, que en la actualidad trabaja como abogado en Dallas. »Si yo estuviera en el Capitolio, estuviera temblando. Porque si alguien conoce bien los secretos de la ciudad, ese alguien es Jack Abramoff». El caso Abramoff podría rivalizar o incluso ser más grande que el caso Abscam, que sucedió en 1980, y en el cual una redada de la Oficina Federal de Investigaciones (FBI) arrestó a miembros del Congreso que aceptaban sobornos. En ese caso, fueron hallados culpables seis miembros de la Cámara de Representantes y un senador.
De igual modo, el caso haría más fácil para los norteamericanos ver cómo el libre flujo de dinero y la influencia de los cabilderos en Washington afectan la forma en que voten en las elecciones de este año para elegir a congresistas. Los demócratas esperan beneficiarse de la situación, pero hasta el momento las encuestas de opinión realizadas indican que ambos partidos están perdiendo puntos en la estima del público.
El escándalo amenaza con llevarse consigo a varios legisladores de alto nivel de los dos partidos políticos más importantes, entre los que se encuentran:
• El representante Bob Ney, republicano por Ohio, director del Comité de Administración de la Cámara, cuya página web lo identifica como el »onceno miembro más importante del Congreso». Ney hizo un viaje a Escocia que pagó Abramoff, pero insiste en decir que no ha hecho nada indebido.
• El representante Tom DeLay, republicano por Texas, que el otoño pasado se vio obligado a renunciar a su cargo como líder de la mayoría de la Cámara cuando fue acusado y procesado por irregularidades en su campaña, una acusación sin relación con el caso de Abramoff. DeLay ha dicho que no hizo nada malo al aceptar viajes al extranjero que pagó Abramoff. Ayer, su portavoz dijo que todas las acciones de DeLay fueron aprobadas en su momento por el Comité de Etica de la Cámara.
• El representante John Doolittle, republicano por California, secretario de la Conferencia Republicana de la Cámara, que aceptó contribuciones de campaña de Abramoff y cuya esposa fue contratada por una fundación de Abramoff. Doolittle niega que su participación en el caso de un casino indio en California, que pudo haber ayudado a Abramoff, fue influenciada por sus relaciones con el cabildero.
• El senador Harry Reid, demócrata por Nevada, líder de la minoría del Senado, quien ha rechazado más de una vez que su participación en una decisión sobre un casino indio que pudo haber beneficiado a Abramoff tuvo algo que ver con una contribución de $5,000 de un cliente de Abramoff.
Abbe Lowell, abogado de Abramoff, dijo en una declaración que su cliente «pretende continuar trabajando con el Departamento de Justicia y otros organismos para resolver por completo todos los asuntos de interés, para restituir a cualquiera que haya dañado, y buscar absolución de todo».
Bajo los estatutos federales, Abramoff podría cumplir entre nueve y medio y 11 años de su condena. Esto podría reducirse aun más en función de lo que coopere en la investigación. Igualmente, se enfrenta a una multa de más de 750,000 y una restitución obligatoria que se estima en unos $26.7 millones, de los cuales deberá pagar $1.7 millones al Servicio de Rentas Internas (IRS) por evasión de impuestos, más una cantidad indeterminada de impuestos de años anteriores.
El cabildero se veía muy arrepentido cuando se enfrentó a la jueza de Distrito Ellen Segal Huvelle.
»Su Señoría, no tengo palabras suficientes para expresar todo lo que siento lo ocurrido, y decirle el profundo dolor que tengo por la enormidad de errores y todo el daño que he causado», dijo Abramoff.
«Siento una tristeza tremenda y un gran arrepentimiento por mi conducta y por lo que he hecho. Lo único que espero es que pueda merecer el perdón del Todopoderoso y de todos aquéllos a los que hice daño o les causé algún sufrimiento. Voy a trabajar muy duro para ganarme esa redención».
»Abramoff y otros le ofrecían cosas de valor a funcionarios públicos, como por ejemplo viajes, contribuciones de campaña, cenas y entretenimiento a cambio de acuerdos con los funcionarios públicos de que utilizarían sus cargos y posiciones para beneficiar los clientes y negocios de Abramoff», dice el documento oficial del encausamiento.
Ninguna figura pública, sin embargo, se mencionó por su nombre.
De cualquier modo, sí se dijo que Abramoff ejerció su influencia sobre un funcionario del comité de la Cámara identificado como »Representante A». De igual modo, se dijo que Abramoff utilizó un »lujoso viaje a Escocia para jugar golf en campos famosos, boletos a eventos deportivos, cenas regulares en el exclusivo restaurante de Abramoff, y contribuciones de campaña» para ganar favores oficiales de congresistas.
Aparentemente el »Representante A» es Ney.