Informalización y Privatización del Control Social en Venezuela
ALEXIS ROMERO SALAZAR
Instituto de Criminología. Universidad del Zulia.E-mail: [email protected]
RESUMEN.
En la actual situación de violencia delincuencial, en Venezuela, lo relevante no es el incremento de las tasas sino el aumento de la letalidad de las agresiones. Lo cual se expresa en el aumento de los homicidios y de los robos a mano armada. Tal reforzamiento del contenido violento de la delincuencia se produce en un contexto en el cual el Estado muestra su mayor ineficiencia; tanto en lo atinente al aparato policial(incapacidad para atender las denuncias, procesarlas y capturar a los delincuentes),como al sistema judicial (lentitud y negligencia en la imposición de las penas).La impunidad propicia que la sociedad se llene de miedo y que la percepción delpeligro condicione la vida cotidiana. El estado anímico provocado conduce a laprivatización e informalización de la protección, a través de la utilización de diferentesestrategias, entre las cuales destacan el cierre de los espacios residenciales -amurallamiento-, la contratación de vigilantes y, en el caso extremo, la afiliación a organizaciones ilegales que ofrecen seguridad de personas y bienes. Estas modalidades de protección no pueden ser estudiadas dentro de laconcepción clásica del control social; porque no están referidas a una política quetoma la prevención en función del ejercicio de un control socializador, en el cual elindividuo desviado es considerado como el objetivo principal de la intervención . Másbien, se refieren a la expectativa de la disminución del riesgo de que situacionesrelacionadas con la violencia delincuencial afecten la vida privada.
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Al respecto, en la ponencia se exponen tres enfoques que podrían facilitar laexplicación del fenómeno y se ofrecen los resultados de una investigaciónrelacionada con estas nuevas formas de control social. INTRODUCCION La violencia en el caso venezolano se ha convertido en uno de los principalesproblemas sociales. En el Estado Zulia fundamentalmente para quienes habitan en laciudad de Maracaibo, que concentra el 42% de la población (donde durante el año2001 tuvieron lugar el 53% de los homicidios y el 76% de los robos de vehículos). Si se establecen comparaciones entre el notable aumento de la tasa dehomicidios y el relativamente bajo incremento de la tasa de lesiones y entre elaumento de la tasa de robo y el descenso de la tasa de hurtos, se pondrá enevidencia el carácter violento de la acción delictiva. Pues , en el caso de loshomicidios es de suponer una violencia extrema – ya que se trata de dar muerteintencionalmente a una persona, en tanto que con las lesiones se busca producirleun daño, sin pretender acabar con su vida -.Y en el caso de los robos se trata de una situación en la cual el delincuente seencuentra con la víctima existiendo siempre la posibilidad de la agresión paradespojarla del bien apetecido, mientras que los hurtos son acciones furtivas en lascuales la condición fundamental es la ausencia del propietario del bien. La alta prevalencia de los delitos violentos condiciona la vida pública y privada delos marabinos; puesto que agrega un nuevo elemento al stress citadino. Sobre todo por la incapacidad del Estado para garantizar el cumplimiento de las funciones delsistema judicial y del aparato policial, comprometidos en la prevención, en la captura
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y en el castigo de los delincuentes. Son instancias marcadas por una fuerte crisis delegitimidad, fundamentalmente por sus resultados negativos en el control penal y suparticipación en escándalos de corrupción. (Pegoraro, 2002) Es que todo el aparatoformal del sistema penal, su jerga y sus ritos lo han convertido en un teatro de poder,farsesco y desacreditado. (Aniyar, 1987)En ese marco, la impunidad deja de ser sólo una sensación para convertirse enuna entidad fáctica, en una realidad inocultable. Tales son los elementos reales del miedo, del llamado sentimiento de inseguridad(incremento delictivo, violencia e impunidad), a los cuales se agregan las narracionesde experiencias de asalto -que no siempre son ciertas- y la sistemática presentacióntelevisiva de actos violentos que hacen que la agresividad y la banalización de la vidase conviertan en una de las particularidades de la existencia cotidiana. Tal cuadro de violencia -real o percibida- y de impunidad, en un contexto deanomia social caracterizado por las profundas contradicciones sociales, la crisiseconómica y política -fundamentalmente de legitimidad- constituye el factorpropiciatorio de respuestas alternativas y particulares frente a la delincuencia. Lapoblación se arma, se socializa en precauciones rutinarias, que son responsabilidadindividual, o se organiza comunitariamente. Cada persona o grupo va a actuar según sus condiciones sociales económicas yculturales; porque estas definen la percepción del riesgo, del impacto real o potencialde la violencia delincuencial, así como también como “vivirla” y enfrentarla en lacotidianidad. Los sectores medios generalmente desarrollan respuestas basadas en ladisposición de algunos recursos que permiten costear el levantamiento de murallasque restringen el acceso de los extraños a sus espacios residenciales, lacontratación de vigilantes o la afiliación a organizaciones que ofrecen seguridad de
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bienes. En este caso se delega en terceros la protección; esa es la fundamentalcaracterística de su esquema preventivo. Los sectores populares despliegan estrategias generalmente basadas en laparticipación comunitaria, en algunas ocasiones planificadas, como las “patrullasvecinales” o las “rondas comunitarias”, y en otras oportunidades más espontáneas.. Es decir, para los sectores populares, que se ubican en los barrios de la ciudadhay respuestas proactivas, que requieren la participación más o menos organizadade los habitantes; sobre todo por la incapacidad para financiar mecanismos deautodefensa cuyo costo deriva de la utilización de personas ajenas a la comunidad odel levantamiento de ciertas estructuras. Son iniciativas que descansan en elesfuerzo de los vecinos; sin embargo, se conocen algunas formas multiagenciadasimpulsadas por los gobiernos regionales y municipales, como ocurrió durante 1993 y94 con los llamados Comités de Seguridad Vecinal, en Maracaibo. Se presentan además, en los sectores populares, hechos reactivos –espontáneos- en los cuales la comunidad toma justicia por su propia mano, como loslinchamientos, que tienen un carácter primitivo, y que persiguen el castigo físico deindividuos que presumiblemente infringen una norma y que se encuentran eninferioridad numérica.En consecuencia, no es posible estudiar el fenómeno dentro de una concepciónclásica del control social; a partir de la cual éste va a ser entendido como aquellaserie de mecanismos que expresan un determinado sistema de valores, y que buscan la integración y la cohesión social de los individuos. (Melossi, 1987). Los mecanismos de autoprotección no están referidos a una política comunitariaque toma la prevención en función del ejercicio del control informal de tiposocializador, en la cual el individuo desviado es considerado como el objetivoprincipal de la intervención. Más bien, se refieren a la expectativa de la disminución
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del riesgo de que situaciones relacionadas con la violencia delincuencial afecten laesfera privada. Por lo tanto, su ejercicio no está asociado -al menos abiertamente- ala búsqueda de la conformidad de la conducta desviada hacia pautas o normassociales determinadas. Mucho más si se toma en cuenta que tales mecanismos seactivan como medida particular autoprotectiva en función de una percepción deriesgo..(Romero Salazar y otros, 1999)Hay que insistir,-en tanto buscan explícitamente evitar el riesgo de que ladelincuencia produzca alteraciones en la vida privada-, que estas formas deprotección están caracterizadas básicamente por su instrumentalidad. I. Tres Enfoques para Interpretar las Nuevas Modalidades del Control Social. El fenómeno puede ser insertado en el amplio tema del control social, en el cualestán contenidos, en primer lugar, todos los procesos y métodos a través de los cuales una sociedad asegura que sus miembros se ajusten a sus expectativas (alinterés general), y en segundo lugar, las respuestas hacia las conductas desviadas.Sin embargo, dadas las características que presenta, se hace necesaria suubicación en un contexto más específico que posibilite un abordaje teórico másacorde. Tanto el servicio informal de seguridad privada como el cierre de los espaciosresidenciales y la afiliación a organizaciones que ofrecen seguridad debienes(modalidades propias de las clases medias) y la organización comunitaria paraprevenir el delito y, en cierto modo, los linchamientos (modalidades propias de lossectores populares) pueden considerarse como mecanismos de autodefensa,implementados con el objetivo de asegurar una cierta protección.Su puesta en práctica está relacionada con el temor de los individuos de verseafectados por conductas disruptivas, en su integridad personal y sus bienes. Por eso,tales mecanismos constituyen alternativas de iniciativa privada, que de alguna
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manera son inducidas por la percepción de una situación de violencia generalizada,en la cual la acción de la delincuencia tiene repercusiones inmediatas en su calidadde vida. Se trata de mecanismos de auto defensa asociados fundamentalmente al miedohacia la violencia delincuencial, y no hacia al delito en términos generales, ya que lavisibilidad de la criminalidad está referida a cierta categoría de delitos graves comoel homicidio, las lesiones, la violación, el robo a mano armada y el hurto conviolencia, (Santos Alvins, 1997) dejando por fuera los delitos de cuello blanco y aaquellos que afectan intereses difusos, en tanto no son percibidos comúnmentecomo constitutivos del fenómeno criminal, dada la selectividad de los procesos decriminalización. (Baratta, 1980). Así, están relacionados con fines individuales y no societarios, referidos a finesmás concretos: la protección contra el delito. En consecuencia, corresponden a untipo de control social instrumental, que por otra parte, no consigue asidero teóricodentro de las concepciones tradicionales del control.Por ello, nosotros recurrimos a tres perspectivas teóricas que aportan algunaspistas para la explicación y tratamiento inicial del fenómeno: I.1. La Construcción Social del Miedo. La realidad en la cual se presenta el delito no es anterior a la experienciacognoscitiva y práctica, sino construida dentro de esa experiencia a través de lainteracción de los individuos o grupos dentro de una sociedad determinada (Baratta,1986). El miedo al delito es producto de una construcción social basada, por unaparte, en la forma como se definen tanto las situaciones como los sujetos que pueden constituir una amenaza, y por otra, en la forma como son vividas las
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situaciones de peligro de acuerdo a la pertenencia a un estrato social, que determinala manera de enfrentar la cotidianidad (Cisneros y Zubillaga, 1997). La construcción social del miedo implica dos niveles de análisis: el vivencial,referido a las condiciones de vida que vinculan a una persona a ciertas situacionesde riesgo y a la experiencia misma del asalto, y el discursivo, que contiene lasimágenes y explicaciones a las que se tiene acceso y que configuran la aprehensión-comprensión del fenómeno, en este caso de la violencia delincuencial.El nivel discursivo estaría determinado por la comunicabilidad de lasexperiencias mediante la conversación cotidiana y por la recepción de mensajesprovenientes de los medios de comunicación masivaEn el proceso se generan ciertas ideas y actitudes en torno a la funciónpolicial, en cuanto a la evaluación de su capacidad para garantizar la seguridad delas personas y en cuanto a los espacios en los que la gente considera debeintervenir. De acuerdo con esto, los individuos desarrollan una serie de accionesprotectivas, asociadas principalmente al temor de ser víctimas del delito. Estasacciones son consideradas como “anticipaciones de vulnerabilidad”.I.2. El Modelo de Justicia Privada. Sostiene que la tendencia privatizadora del control (dirigida hacia la protecciónde bienes y personas al margen de los límites establecidos por el derecho penal)está en función exclusiva de intereses particulares Corresponde a una teorización de las tendencias actuales del control social,(Del Olmo, 2000; Gabaldón, 1999; Adamson, 1998; Baratta, 1998). Según estemodelo, el ejercicio del control se desplaza del sector público al sector privado comoconsecuencia de la globalización económica y cultural, la tecnificación del control(mecanismos avanzados de vigilancia) y el desmontaje del Estado benefactor.
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En particular, Rosa Del Olmo, incluye a los servicios de seguridad privadosdentro de lo que denomina Modelo de Justicia Privada. En muchos aspectos suplanteamiento se fundamenta en el trabajo sobre sistemas de seguridad privadarealizado por los canadienses Clifford Shearing y Philip Stenning en la década de los’80 (Morais, 1999); que sostiene que la tendencia privatizadora del control (dirigida hacia la protección de bienes y personas al margen de los limites establecidos por elderecho penal) está en función exclusiva de intereses particulares. El modelo es aplicable principalmente a los servicios de seguridad privada corporativos, que poseen ostensibles diferencias con el esquema de seguridadprivada informal que adelantan los sectores medios marabinos. Sin embargo, podríaconstituir una herramienta útil, en cuanto sus explicaciones se derivan de unacaracterización del fenómeno de la privatización, que posibilita la contextualización de nuestro objeto de estudio dentro de las nuevas interpretaciones del control social. En este sentido, el Modelo de Justicia Privada parte de las siguientesprecisiones: a) el control ejercido responde a intereses privados; b) el esquema deoperación (vigilancia y sanciones) no está circunscrito a los mandatos legales ni alas garantías ciudadanas; prevaleciendo criterios eficientistas sobre la base de losconceptos de riesgo y pérdida, que en ocasiones pueden inducir a la conculcaciónde derechos ciudadanos; y c) su legitimidad está justificada en normas legalmenteestablecidas, como la defensa de la propiedad, por lo que es tolerado por el propioEstado. I.3. El Enfoque Situacional del Delito. Desarrollado en Inglaterra y Norteamérica y basado en las propuestas deClarke y Felson (1993), el Enfoque Situacional plantea el control social del delito através de un paradigma preventivo que enfatiza el análisis del mismo acto criminal;tomando el delito como una entidad de análisis autónomo.
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Las llamadas teorías del crimen asumen la necesidad del control social y se preocupan por encontrar formas de control que sean eficaces y a su vez aceptableséticamente. Las teorías del crimen parten del supuesto de que existen personasmotivadas a cometer delitos; interesa saber entonces, mediante un estudiosituacional, dónde, cuándo y en qué circunstancias estos se cumplen para poderreducir sus oportunidades. En forma general, el Enfoque Situacional está basado en el análisis de lasprecauciones rutinarias frente al delito, tales como el uso de alarmas, cerraduras,construcción de murallas o cierre de espacios, evitación de lugares y personaspeligrosas, etc., y parte de la idea que la prevención del delito no debe ser exclusivade las agencias de control formal; sino por el contrario, una responsabilidadcompartida por toda la sociedad. Además, entiende el acto criminal como una convergencia de oportunidades, distribuidas social, espacial y temporalmente. La distribución no es aleatoria, puesocurre en particulares lugares y momentos, teniendo como víctimas u objetivosdeterminadas categorías de personas y cosas, lo que guarda una estrecha relacióncon las teorías de los estilos de vida, que sugieren que la distribución del delitopuede estar determinada por el nivel de exposición de los individuos a lugares,situaciones o personas peligrosas de acuerdo a un estilo de vida específico.Igualmente que la pertenencia a un estrato socioeconómico determina una vulnerabilidad diferenciada hacia el acto criminal: las personas con menos recursoseconómicos ven reducidas sus oportunidades para evitar las situaciones peligrosas ytener acceso a medios de seguridad adecuados. Así, el control social es entendido básicamente como prevención del delito, porlo tanto interesa construir bases teóricas, fundamentadas en estudios empíricos, que sirvan para el diseño de técnicas y medidas de prevención situacional, controlando
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las variables que puedan modificar las oportunidades para la comisión de actoscriminales. Dentro de la diferenciación criminológica tradicional del control -formal einformal-, el enfoque situacional del delito se considera a sí mismo como una terceraforma, ya que se define como un conjunto de medidas cotidianas que adoptan losciudadanos o las organizaciones sociales para prevenir su propia victimización.(Medina Ariza, 1997). El Modelo de Prevención Situacional, al igual que el Modelo de JusticiaPrivada, está sustentado en criterios de eficacia, pero no en términos económicos deriesgo y pérdida, sino en términos de seguridad, de la seguridad como un valorgeneralizado en la sociedad, como una necesidad humana básica. Propone unmodelo preventivo que se aparta de los mecanismos propios del control social, tantoinformal como formal. La prevención situacional se presenta como una alternativa que no pretendemodificar la conducta ni los valores de los individuos hacia actitudes de conformidad,se limita a controlar las circunstancias que de alguna manera dan lugar a laocurrencia de un hecho delictivo, con el propósito de hacer menos accesible ydificultar, sino imposibilitar, su comisión, mediante la implementación de medidasprotectivas con el objeto de prevenir la propia victimización. Estas técnicas estánreferidas al control de las oportunidades delictivas que convergen en tiempo yespacio en función de tres elementos: la presencia de un delincuente motivado, unobjetivo alcanzable y la ausencia de un guardián capaz de prevenir, entendiendo porguardián a cualquier persona capaz de intervenir y disuadir al delincuente. Las contribuciones que estas teorías (Construcción Social del Miedo, Modelode Justicia Privada y Enfoque Situacional del Delito) pueden dar para la explicacióndel fenómeno son obvias: el reconocimiento de las precauciones rutinarias como unaforma de control social distinta a las categorías de control formal e informal, así como
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las relaciones establecidas entre los estilos de vida y la pertenencia a un estratosocioeconómico determinado con la distribución social y espacial del crimen. Ellosaportan un piso conceptual importante para el análisis del problema.. II. Vigilancia Informal y Linchamientos En virtud de su diferente naturaleza y operación voy a referirme a un tipo derespuesta de los sectores medios ( la contratación de vigilantes informales) otro tipode respuesta de los sectores populares ( el linchamiento).Por sus efectos y por el momento cuando se producen, son respuestas biendiferentes. En primer lugar, porque a pesar de la posible arbitrariedad la acción delos guachimanes frente al extraño considerado peligroso, constituye una formabenigna de control social informal, mientras que en el linchamiento casi siempre eldesenlace es fatal.En segundo lugar, porque la vigilancia tiene un carácter preventivo, en tanto que ellinchamiento es una reacción frente a una acción delictiva ya ocurrida. Es decir, queen el primer caso se trata de minimizar las posibilidades del delincuente y en elsegundo se trata de castigarlo ejemplarmente.A continuación vamos a presentar algunos elementos que permiten caracterizarambas respuestas frente a la violencia delincuencial.II.1. La Vigilancia Informal. En el caso que nos ocupa ahora, no se trata del establecimiento de unconvenio entre una empresa prestadora del servicio (autorizada por el Estado para
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ello) y cualquier individualidad o grupo que intenta proteger intereses estrictamenteeconómicos. Se trata de un proceso que va más allá de la policíaprivada,corporativa, que actúa como policía del capital.El asunto consiste en la contratación de un vigilante o celador que recibe elnombre de guachimán. En la base de esta iniciativa, casi siempre de caráctercomunitario, está el sentimiento de inseguridad de los vecinos ( en la mayoría de lasveces de una conjunto residencial cerrado) que, a través de los administradores desus asociaciones, pagan los servicios. El propósito de la contratación del guachimán no es más que reducir el riesgode los atentados contra la vida y el aseguramiento de algunos bienes dentro de loscuales los vehículos son emblemáticos.(Romero Salazar, 1999)¿Cómo opera el Guachimanismo? En los casos que nosotros hemos estudiado, la decisión de contratar vigilantes informales la tomó la directiva del condominio para responder a las exigencias deseguridad de los propietarios e inquilinos de las urbanizaciones. Aunque los contratantes (administradores de las asociaciones de propietarios)señalan que para el empleo son obligatorios los requisitos que el Estado establecepara las empresas de vigilancia privada (fundamentalmente ser reservista de lasFuerzas Armadas – por la necesidad del manejo de armas de fuego – y tenerexperiencia previa); la mayoría de los guachimanes declaran no poseerconocimientos y destrezas con armamento alguno. Y ello no fue obstáculo para sucontratación. La selección está basada más en la recomendación de personas vinculadas alos conjuntos residenciales – propietarios. Conserjes, otros guachimanes-. O sea,que importa mucho el criterio de alguien que tenga conocimiento del candidato y
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pueda responder por él: en ello la confianza es un asunto relevante, pues los vecinossostienen que el problema con las empresas formales es que imponen un sistema de“guardias”, – de relevo – que impide que el personal se familiarice con los residentes. Para la preferencia de la vigilancia informal, a lo anterior se le suma elproblema de los costos; pues resulta más barato y presta otros servicios como laportería. Los administradores de los condominios actúan como jefes o patrones,sustituyendo además a los supervisores de las empresas privadas de vigilancia. Ellosson quienes fijan las funciones y procedimientos y asignan las tareas. ¿Se sienten seguros los contratantes? Aunque, por lo general, el guachimán es un individuo sin mucha preparaciónpara el manejo de las armas, los vecinos de los conjuntos residenciales dondeprestan sus servicios piensan que su contratación es necesaria y que debe sercontinuada, porque garantiza la protección. La percepción generalizada es que el guachimán produce una reducción dedelitos. Tal vez sea cierto que la ventaja de un equipo de radio y del amurallamientole permita impedir la acción de los delincuentes. En síntesis, aunque hayan tenido que agregar una nueva partida alpresupuesto familiar (gastos de seguridad) los sectores de clase media se sientensatisfechos con el trabajo de los vigilantes informales. Es que su presencia tiene un efecto disuasivo, que se concreta en lareducción de las acciones delictivas. Constituye una RESPUESTA a la ineficienciadel Estado en la materia y a la situación de impunidad que ella crea.
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II.2. Los Linchamientos Uno puede emprender el análisis con la definición de Cabanellas, que expresaque linchamiento “ es la forma popular, colectiva y tumultuaria de ejecutar la justicia,satisfacer una venganza o plasmar una aversión, dando muerte, calificada deejecución de la pena capital, sin esperar el pronunciamiento de fallo condenatorio deltribunal competente o como reacción contra la considerada cual absoluciónimprocedente” (1982).Esa es una definición construida desde el Derecho, que puede ser acotadacon las siguientes precisiones de Carlos Vilas (2000): – En primer lugar, se trata de una ACCIÓN COLECTIVA por cuanto involucrauna pluralidad de individuos, que subsumen sus identidades particulares enella. Es decir, se trata de la actuación de una muchedumbre. – En segundo lugar, es una acción que “implica una organización puntual debaja organicidad orientada al hecho y que desaparece tras él. – En tercer lugar, es una acción de carácter privado e ilegal. – En cuarto lugar, es una acción que se concreta o no en la muerte; perosiempre involucra un fuerte castigo físico. – En quinto lugar, es una acción que se da en inferioridad numérica de lavíctima. – Y en sexto y ultimo lugar, es una respuesta a acciones de la víctima oimputadas a ella. El lapso entre la ofensa y la reparación es usualmentebreve. Desde nuestra perspectiva, este último aspecto, el carácter de RESPUESTAdebe ser destacado. Pero más allá de estas precisiones definitorias, hay que aportar datos quepermitan caracterizar mejor el fenómeno:
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¿Quiénes son los linchados? a. En la casi totalidad de los eventos, los linchados son hombres. –Vilas:México:95,4%-) (tal como en los casos recientes ocurridos en Maracaibo. b. En la mayoría de los casos solamente un individuo es el linchado – Vilas,México:58,5%- (Maracaibo.100%)c. No hay diferencias socioeconómicas sustanciales entre los linchados y los linchadores. – pobres contra pobres-.¿Quiénes son los linchadores? a. De alguna manera son personas que habitan en el mismo barrio o zona cercada al linchado. b. Los hombres ejecutan la aplicación del castigo físico: ahorcamiento, quemao disparos a la victima. Las mujeres participan en la denuncia, en elestímulo y en las conversaciones previas. ¿Cuál es el modo de linchar? a. En general, el castigo es a golpes de puño, con piedras, con palos omachetazos. Pocas veces se utilizan armas de fuego. En algunos casosmediante el rociamiento con gasolina o kerosén para prenderle fuego. b. Los linchadores no admiten la intención de dar muerte, sino que señalanque buscaban el escarmiento de la víctima. ¿Cuáles son los motivos del linchamiento?En la mayoría de los casos asesinatos, robos a mano armada y violaciones. ¿Hay intervención de las autoridades? ¿Se produce la investigación dellinchamiento?
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Por lo general, luego de un notable despliegue periodístico, no hayinvestigación policial, ni judicial. Hablemos ahora de las Condiciones en las que ocurren los linchamientos:Lo que salta a la vista es que los linchamientos se presentanintempestivamente ante el rebasamiento de los niveles de tolerancia a situaciones deIMPUNIDAD, de tensión acumulada y desesperación. (Fuentes Diaz, 2001)El entorno social donde tienen lugar los linchamientos está signado por lainseguridad, la IMPUNIDAD, el abuso y la VIOLENCIA. (Vilas, 2000)A juicio de Castillo Claudet (2000) “ se trata de una reacción social extrema provocada por dos factores: EL ALTO CRECIMIENTO DE LA DELINCUENCIA Y LAAUSENCIA O INCAPACIDAD DEL ESTADO PARA CUMPLIR SU FUNCIÓN DEPROTECCIÓN Y SEGURIDAD PUBLICA”. Ese es precisamente el contexto en el cual se produjeron los 130 linchamientosocurridos en Venezuela entre 1995 y 2000 y en el Estado Zulia durante el año 2001;puesto que, en general,. los linchamientos se dan en condiciones de crisisinstitucional, de pobreza y grandes desigualdades. Hay que agruparlos junto a losSaqueos en la categoría de DELITOS TUMULTUARIOS; pero teniendo especialcuidado de precisar que en nuestro país, a diferencia de México, Guatemala y otras naciones latinoamericanas, el fenómeno no tiene motivaciones políticas, sino que setrata de una respuesta de los habitantes de los barrios a la violencia de losdelincuentes. . A manera de Conclusión ¿Qué tienen en común estas respuestas de los sectores medios(Guachimanismo) y de los sectores populares (linchamientos)?
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Las diferencias en cuanto a la operación son evidentes. Lo que tienen en común es el cuadro de ANOMIA en el cual se dan,particularmente en relación al funcionamiento de las instituciones. Y la sensación deIMPUNIDAD que prevalece en la población; es decir la opinión negativa del sistema de justicia. En relación al contexto socio-institucional hay que señalar los siguienteselementos:: 1. Crisis del sistema político – deterioro y desprestigio de las instituciones delEstado, en una situación en que se agravan las condiciones económicas(pobreza, desempleo, etc). 2. Ineficacia del sistema de justicia y percepción negativa de la población conrespecto a ello. 3. Fragilidad del Estado de Derecho. 4. Deterioro del sistema de valores socialmente aceptados. 5. Aumento de la Inseguridad (cifras reales e información de los medios decomunicación).
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