No se sabe si será un efecto de la política del presidente de Estados Unidos, George W. Bush, con su estrategia de infundir miedo entre los ciudadanos; consecuencia de los medios de comunicación mediante los cuales se informa de todos los asesinatos, atracos, robos, violaciones y demás acontecimientos escabrosos que ocurren cada día en cualquier punto de España y del mundo -quizás hayan ocurrido desde siempre, aunque entonces no llegasen a oídos de todo el mundo-. El caso es que la gente vive ya con el ‘chip’ de la inseguridad metido en el cuerpo y eso, entre otras muchas cosas, ha beneficiado a las empresas de seguridad privada.
La seguridad pública (policía o guardia civil) está ahí, pero no puede garantizar al cien por cien el bienestar de cada uno de los empresarios o particulares que se ven en la necesidad de proteger sus bienes o simplemente protegerse a sí mismos. Por ello, la opción de contar con un vigilante de seguridad privada se ha convertido en una de las mejores alternativas en los últimos años. De tal forma que, según el secretario general de la Federación de Servicios del sindicato UGT, Juan Manuel Arévalo en los últimos cuatro años la demanda de seguridad privada ha crecido un 25 por ciento.
Un papel muy importante en este crecimiento ha jugado la nueva norma para la protección de espacios de uso administrativo, aprobada en noviembre de 2003, por la que las administraciones públicas pueden contratar a empresas de seguridad privada para que vigilen sus instalaciones. ‘Muchos de los edificios dependientes de la Junta de Andalucía de la provincia han contratado nuestros servicios y eso ha sido muy significativo para el incremento de este negocio’, dice el delegado provincial en Jaén de la empresa de seguridad ‘Black Star’, Francisco José Tito.
Así, una mayor demanda ha llevado a una mayor oferta de empleo en el sector. Pero la pregunta es en qué condiciones trabajan estos profesionales. Según UGT, en muchos casos, se trata de muy malas condiciones. Todo depende del tipo de empresa con la que se trabaje, de forma que las empresas de mayor tamaño y más consolidadas suelen respetar los convenios laborales y cumplir la Ley de Seguridad Privada, pero las de un tamaño más inferior, según afirman desde UGT, tienen más problemas para actuar conforme a lo establecido.
El problema es que ha aumentado mucho la competitividad y esas empresas de menor tamaño no pueden hacer frente a la misma, por ello recurren a más de una ‘trampa’ con sus empleados.
‘El sueldo medio de un vigilante de seguridad no es el adecuado para la responsabilidad que tienen, porque además, muchos han de llevar arma’, asegura Arévalo, a lo que Luis Expósito, miembro de la Sectorial de Seguridad de UGT, añade que de media un vigilante de seguridad cobra en la provincia de Jaén unos 900 euros al mes brutos, aunque ‘hay muchas empresas en las que para llegar a los mil euros, los vigilantes han de hacer muchas horas extras a una media de 5 euros la hora, lo que les lleva a echar jornadas de trabajo de en torno a 12 horas’. Y lo que a su vez provoca que no se cumpla la Ley de Seguridad Privada que obliga a que el vigilante de seguridad descanse al menos trece horas entre turno y turno.
Pero sin duda uno de los grandes problemas que sufre esta profesión es el intrusismo, ya que, según denuncia el secretario de la Federación de Servicios de UGT, son muchas las personas que sin la formación adecuada cubren los puestos de vigilantes de seguridad. Aunque también ocurre que ‘muchos compañeros cubren servicios en los que sería necesario arma y van sin ella porque, según convenio, el servicio con arma es más caro que el de sin arma’.
El caso es que ‘en Jaén hay un grado de intrusismo entre medio y alto’, lo que ha llevado al sindicato UGT ha solicitar a la Subdelegación del Gobierno que en la próxima Comisión de Seguridad que se celebre en Jaén se dedique un apartado especial al tema del intrusismo, ya que en la provincia hay en torno a 7 empresas de gran tamaño y otras tantas de menor dimensión trabajando en este negocio, que genera empleo a unas 400 personas.
Pero lo peor de toda esta situación es el estado anímico que puede causar en los trabajadores, ya que ‘los vigilantes están sometidos a mucho estrés y son muchos los que al final acaban por darse de baja por problemas psicológicos’, explica Arévalo, que atribuye a toda esta precariedad en el sector casos como el ocurrido hace tan solo unas semanas en la capital de España.
Aunque el delegado provincial de ‘Black Star’ tiene una versión totalmente contraria del estado del sector. Él coincide en el hecho de un crecimiento continuo en la demanda de seguridad privada, pero en todo lo relacionado con la precariedad laboral de los vigilantes discrepa. ‘Lo de trabajar muchas horas y un sueldo bajo ocurre en todos los sectores, nunca se está conforme con lo que uno tiene. Muchas veces son los propios trabajadores los que demandan más horas extras’. Y respecto al intrusismo, Tito asegura que ‘en Jaén no conozco ningún caso de intrusismo’.
Terra Actualidad – Vocento/VMT