El pasado 23 de febrero, cuando el chofer los llevaba al colegio, fueron secuestrados en las afueras de Caracas tres jóvenes hermanos, hijos de un empresario canadiense de origen libanés. Durante seis semanas el país rezó por Jason, Kevin y Bryan Faddoul, de 17, 14 y 12 años, y numerosos personajes y entidades solicitaron la liberación de los niños. Todo resultó inútil. El martes 4 aparecieron en un Estado vecino los cadáveres de los tres chicos y el conductor, Miguel Rivas. El asesinato ha sido un florero de Llorente que desnuda el auge de la criminalidad en Venezuela y agrega otro motivo para el enfrentamiento entre el gobierno de Hugo Chávez y sus opositores. Además de las manifestaciones callejeras de luto y protesta por la muerte de los Faddoul, suben de tono las acusaciones mutuas por el aprovechamiento político del crimen. Para complicar aún más las cosas, en una de las marchas de protesta murió de un disparo el reportero gráfico Jorge Aguirre. Su última fotografía muestra cómo huye en moto el asesino, del cual se dice que podría ser un agente de policía.
También en el caso de los Faddoul parecen implicados dos miembros de la Policía, circunstancia que se presta para que algunos críticos del régimen extiendan la responsabilidad a todo el cuerpo armado y al Gobierno. Como ya dos sospechosos han sido aprehendidos, es posible que esta duda se aclare pronto. La madre de los niños, Gladys Diab, acusó al Ejecutivo de «pasar por alto y no darle mayor importancia a esta tortura y asesinato» y acabó diciéndole a Chávez: «Públicamente anuncio: lo aborrezco». El ministro de Comunicación e Informaciones, William Lara, replicó que se trata de «una batalla entre la verdad y la mentira», y acusó a su vez a la oposición de utilizar la protesta por el crimen para obtener réditos políticos.
Por encima del enfrentamiento sistemático y agudo entre unos y otros, no hay duda de que la criminalidad avanza en Venezuela. Según el empresario y periodista Marcel Garnier, en los últimos años de Chávez han ocurrido más homicidios que en el quinquenio de cualquiera de los presidentes anteriores. Aumentan los secuestros, cada hora se registran dos asesinatos y cerca de 6 mil personas han sido ajusticiadas por escuadrones de la muerte. Los hermanos Faddoul son unas de las últimas víctimas. También las más significativas.
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