Cuando la vida no vale nada
Que duda cabe que algunas de las letras de las canciones son premonitorias, es el caso de la canción “la vida no vale nada”, escrita por el compositor José Alfredo Jiménez. Se está viviendo hoy no solo en México sino en muchos países de la región. La letra dice: “No vale nada la vida, la vida no vale nada. Comienza casi llorando y así llorando se acaba”, y me refiero al accionar delictivo en específico: a los secuestros.
El lamentable caso del adolescente Fernando Martí y las extrañas circunstancias donde las investigaciones señalan la participación de la banda de policías de la capital y federal, es algo sumamente grave. Quienes sabemos de la problemática estamos ante casos como este en la obligación de opinar, analizar y por qué no, dar propuestas públicas.
Este debería ser un caso símbolo que sea el punto de quiebre para un cambio de rumbo en la lucha contra la delincuencia organizada. El accionar del narcotráfico y los secuestros están haciendo mucho daño al país, ya que además de mantener a la sociedad en su conjunto en permanente miedo e incertidumbre, razón más que suficiente para actuar de inmediato, atenta contra intereses nacionales como la inversión extranjera y el turismo.
Si revisamos la prensa en los dos últimos años se está dando un aumento sostenido del crimen violento en México, el accionar de los sicarios del narcotráfico y los secuestros abren las noticias de manera continua. Sin duda, la productividad y las altas ganancias que se obtienen de los secuestros ha hecho en los últimos dos años multiplicar ese delito en México.
Se hablan de cifras denunciadas por año de más de 400 secuestros planificados y sabemos que las cifras negras de los no denunciados son elevadas. Las bandas criminales que operan en México están actuando con “profesionalismo” y frialdad así como un alto grado de violencia, cuentan con tentáculos no solo en las filas de los servidores de la seguridad pública, la justicia y el control en las prisiones no se escapan de albergar corruptos. Entonces, el punto de partida será el de los recursos humanos.
Se deben realizar profundas reformas en esas instituciones, ya que de nada sirve capacitar y dotar de mejores equipos o sistemas, a quienes son parte del problema y no de la solución, y ese tipo de respuestas tiene que ser una respuesta de Estado. Hoy los políticos deben unirse ya que están frente a un enemigo común que está desangrando a su sociedad y causando mucho daño al país, como ejemplo veamos a Colombia que realizó una profunda reforma en su policía y hoy está considerada como una de las mejores en Latinoamérica.
El reto de los mexicanos frente al problema es que deben dar una respuesta rápida pero cuidando que no sea parcial ni equivocada. Sugeriría crear un organismo de control permanente y con castigos severísimos y públicos de todos aquellos funcionarios que estén comprometidos con el delito. Tendría que ser un organismo autónomo y donde lo integren los notables de su país, así como civiles expertos en la problemática, con los malos elementos fuera del sistema, sin impunidad.
La certificación de los funcionarios públicos de seguridad es muy importante: contar con un buen servicio de inteligencia policial en las calles, el uso de la tecnología ayuda mucho, cámaras de videos, pulsadores de pánico en los postes, vehículos apropiados así como los recursos necesarios. Hoy la seguridad en general es una inversión y no un gasto. Por la información que tengo los policías en México ganan en promedio 8.000 pesos. Pregunto ¿es un sueldo promedio de un servidor público?, sin seguridad no hay desarrollo.
Entonces hay que invertir de manera integral en este tema. La seguridad debe ser vista como una cadena donde hay 4 eslabones que tienen que trabajar de forma integral y articulada: la policía, la procuraduría, el poder judicial y las prisiones, si alguna de ellas falla el esfuerzo de las demás habrá sido en vano. Mucho cuidado con las prisiones, de nada serviría el plantear cadena perpetua si dentro de ellas se planean y monitorean delitos como los secuestros.
El problema no es de leyes sino de instituciones donde sus funcionarios no aplican las leyes en forma correcta. Finalmente, mientras el problema es enfrentado por las autoridades, los ciudadanos deben asumir una cultura de seguridad preventiva como norma de vida, seguir una serie de normas y recomendaciones de acuerdo a su riesgo, usar mucho el sentido común en las calles y no olvidar que al delito no hay que enfrentarlo sino evitarlo.