Brutalidad policial (13 al 19 de agosto de 2007)

Brutalidad policial
Impactantes y aterradoras las imágenes del video que muestra las agresiones de seis policías contra John Alexánder Camacho, un taxista bogotano. Por fortuna, un ciudadano capturó en su teléfono celular la brutal golpiza del domingo contra el conductor, lo cual no solo condujo al retiro inmediato de los uniformados de la institución, sino que puso el tema del abuso policial en el centro de la agenda pública de la ciudad.
Es innegable que en los últimos años la imagen de la Policía Metropolitana de Bogotá ha mejorado mucho entre los capitalinos.
La activa colaboración entre la Alcaldía y los comandantes, el desarrollo de iniciativas como el desarme y la constante reducción de los homicidios han contribuido a construir la percepción de una fuerza policial sintonizada con la agenda de seguridad de Bogotá.
Los indicadores poco a poco han respondido: según la Encuesta de Victimización de la Cámara de Comercio, mientras que en el 2004 el 30 por ciento de los bogotanos no confiaban en las autoridades, en diciembre pasado la cifra había caído a 26 por ciento. En el caso del servicio, el 48 por ciento de quienes acudieron a la Policía lo calificaron como bueno, frente a un 40 por ciento en el 2005.
Avances que se ven severamente afectados por la intolerable conducta de los agentes que golpearon al taxista en el barrio Policarpa.
Aunque las críticas a la brutalidad policial no han sido de las más graves hechas a la institución de Bogotá, recientemente fueron reportados tanto denuncias de abuso de la Policía de Tránsito contra conductores y peatones, como contra homosexuales y jóvenes en las localidades más pobres. De hecho, la Policía de Tránsito es pobremente calificada -2,8- en la encuesta de la Cámara de Comercio. La destitución de 85 policías por mal comportamiento este año también confirma estas quejas de la ciudadanía.
Además, la publicidad del ataque disparó nuevas denuncias de ciudadanos del común sobre agresiones de agentes. Para la mayoría de los capitalinos, la existencia del video apuntaló la credibilidad de la denuncia del taxista, quien, sin esta prueba visual, ni siquiera se hubiera atrevido a dar la cara. Hoy, Camacho teme por su integridad y es perentorio que la Policía le otorgue las garantías de seguridad necesarias para que siga adelante con este proceso.
Estos seis uniformados no solo golpearon cobardemente al taxista. También la credibilidad institucional de la Policía de Bogotá salió maltratada. A pesar de la rápida reacción del general Óscar Naranjo, director nacional, y de las disculpas ofrecidas por el coronel Rodolfo Palomino, comandante metropolitano, la tarea de reconstruir confianza debe convertirse en prioridad de la cúpula.
No solo se necesita un trámite más eficaz y seguro de las denuncias de agresión contra los agentes, sino también respuestas más ágiles a los abusos ya reportados. Como se afirmó en un reciente editorial, la Policía requiere una mayor sintonía con las demandas de seguridad de los capitalinos de a pie.
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Redactor de EL TIEMPO.

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