Políticamente, la toma de rehenes representa un regreso a las tácticas que enfatizan la toma de decisiones en base a consideraciones personales o parroquiales, como opuestas a las verdaderamente nacionales. Sin duda se puede argumentar que el crecimiento de la influencia de los medios de comunicación ayudó a personalizarla.
En la Edad Media, un reino era paralizado si se anulaba o se capturaba a su Rey o Señor. Los terroristas de hoy logran el mismo objetivo secuestrando a un simple ciudadano. En países como Líbano, y posiblemente en Colombia, el resquebrajamiento de la autoridad política puede llegar a ser total. La toma de rehenes se ha convertido en una forma de vida.
Diversos grupos han usado esta táctica con diferentes grados de éxito. Lo han hecho así, en vista de la dinámica de su organización y en función de las respuestas de los diversos gobiernos. Esta combinación de necesidades y de respuestas continúa existiendo en varias partes del mundo.
Del mismo modo como la civilización pasa por etapas, así mismo ocurre con las organizaciones de cualquier tipo. El empleo de técnicas y objetivos diferentes caracteriza a las organizaciones, en particular aquellas que están pasando por su período de desarrollo. Los grupos de terroristas se portan igual.
Su objetivo es llegar al poder haciendo abstracción de su ideología. Cada grupo terrorista pasa por esas etapas de desarrollo en su ruta hacia la tierra prometida de su llegada al poder. Pocos grupos terroristas lo logran. Los nazis lo lograron. Hay quienes incluyen a los fascistas de Italia, a varios gobiernos comunistas y algunos otros casos.
Comienzan siendo grupos cuyos miembros tienen cierta afinidad de ideas. Generalmente auspician la libertad de pensamiento. Normalmente están constituidos por gente en desacuerdo con el estado de las cosas en general. Inicialmente discuten sobre el problema entre ellos mismos; luego se dedican a hacer propaganda a sus líneas de pensamiento. Cuando se enfrentan a necesidades financieras, acuden al robo de bancos, comercios, etc. Obtenida una cierta base financiera, adquieren armas, explosivos, equipos y locales donde alojarse y almacenar sus bienes, documentos y otros medios. Para esta etapa ya ellos han creado su infraestructura, han aumentado sus efectivos y han ganado experiencia.
A partir de ese momento ya han logrado una imagen en la mente del público. Igualmente lo habrán logrado ante las autoridades. Habrán aclarado sus metas de desarrollo y su propaganda, y se prepararán para asumir nuevas actividades. Para motivar a sus hombres, realizarán operativos con cierta regularidad. Y es a partir de este momento que la toma de rehenes se convierte en una táctica viable.
En esta etapa del desarrollo, tendrán ya la infraestructura capaz de apoyar la toma de rehenes y el secuestro. Realizarán operaciones de adiestramiento y de inteligencia, y perfeccionarán su planificación. Antes de llegar a esta etapa, los grupos son muy pequeños e inexpertos para dedicarse a estas actividades.
La toma de rehenes y los secuestros prolongados dan prestigio a los responsables. No obstante, más tarde se harán innecesarios y hasta contraproducentes. El pueblo y el Gobierno los miran como errores y la imagen de sus protagonistas se deteriora. Un ejemplo de esto es el de la OLP (Organización para la Liberación Palestina). Este era una especie de paraguas bajo el cual se cobijaban muchos grupos, todos los cuales seguían las directrices de su jefe, Yaser Arafat. Algunos se lanzaron abiertamente a actos de terrorismo. Entre ellos Al Fatah, el mayor componente de OLP, básico para el poder de Arafat.
Durante años, Arafat condujo las actividades de Al Fatah de acuerdo a su status político. Temprano, en la década de los 70, autorizó la formación de Septiembre Negro, que actuó como el brazo terrorista de Al Fatah. El objetivo de Septiembre Negro era el de llamar la atención sobre la causa palestina. Para los años 80, la OLP se convirtió en la representación del pueblo palestino. Se le aceptó como observador en las Naciones Unidas y tuvo representantes por todo el mundo. En poco tiempo pasó a ser considerado como un legítimo actor político.
El terrorismo – en especial en casos de toma de rehenes – en el que Septiembre Negro incursionó estuvo a la disponibilidad de Arafat, aunque él negara que esa organización haya tenido nexos con Al Fatah. Para llevar adelante la política de la OLP, hizo desaparecer a Septiembre Negro. Algunos analistas sostienen que su estructura está aún en pie. No obstante, la OLP se declaró "Gobierno en el exilio", con Arafat a su cabeza. Algunos países lo han reconocido como tal, y hoy día goza de un status que hace una década era simplemente un lejano sueño. A fines de 1988 Arafat renunció al terrorismo y a ninguno de sus grupos se le conocen actos de tal género desde ese entonces. Sí, ha habido terrorismo, pero realizado por grupos no obedientes a Arafat; como es el caso de Abbu Abas, del Frente de Liberación Palestina y la organización Abu Nidal.