Posiblemente el mejor ejemplo del enfoque violento como línea de acción habitual es el de Israel. Muy sensible ante las amenazas potenciales a su seguridad, Israel ha sido inquebrantable en su rudeza. Aún a veces se ha visto forzado a grandes compromisos. En julio de 1989, la abducción del Sheik Obeid del Líbano es un ejemplo, ya que los israelíes habían manifestado sus deseos de canjear a Obeid por soldados israelíes capturados y por algunos occidentales retenidos como rehenes . Fue una demostración de que la línea dura sola no sirve y de que es necesario manejarla algunas veces con moderación.
En algunos casos, Israel ha demostrado con éxito su aparente voluntad de comprometer su política de línea dura, para ganar tiempo para una acción riesgosa. Como fue el caso de la operación Entebbe. No obstante, en más de una ocasión, Israel ha liberado a prisioneros ante demanda de los terroristas, como parte de una maniobra destinada a lograr la liberación de israelíes capturados, o para ayudar a otros países como en el caso del incidente con el TWA-847.
Pese a todo esto se ha logrado mantener el prestigio de Israel con su dureza y el poco entusiasmo con que hace concesiones. Es raro que se tome como rehenes a los israelíes, pues para los terroristas es conocida la reacción de su país. En efecto, Israel tiene poco que ganar de la aplicación de otra política. La hostilidad árabe es tal, que concesiones de rutina generan más asaltos.