Buscando tierras de leche y miel (10 al 17 de mayo 2002)

 

En su obra La Anarquía que Viene RobertKaplan nos deja líneas inquietantes.

“Accedemos a un mundo dividido en dos. Unaparte del globo está habitada por el Ultimo Hombre de Hegel y Fukuyama, sano, bienalimentado y mimado por la tecnología. La otra parte, más extensa, está habitada por el Primer Hombre deHobbes, condenado a una vida que es “pobre, sucia, brutal y corta”.  Aunque ambas partes estarán amenazadas porla presión medioambiental, el Ultimo Hombre será capaz de contenerlas; elPrimer Hombre, no”.

La tierra del Ultimo Hombre es esencialmente unsímbolo, asociado a ideas tales como seguridad, bienestar, estabilidad, imperiode la Ley, acceso a bienes y servicios o, simplemente, la perspectiva de untrabajo digno. Es El Dorado que ansiaban los conquistadores americanos. LaUtopía de Tomás Moro. La tierra del Primer Hombre está plagada de adjetivos quenos remiten a nociones de violencia, ya sea física, psicológica e inclusoestética.

La historia está llena de episodios en los queel ser humano se traslada en masa a otros lugares del planeta, en un afán pormejorar su condición.  El Exodo, porejemplo, relata cómo los israelitas dejaron Egipto luego de permanecer allí másde 400 años sometidos, según el relato bíblico, al trato más indigno.  600 mil personas dejaron la comarca de losfaraones, guiados por Moisés.  ¿Québuscaban? “Tierra que destila leche y miel”.

En el siglo 21, grandes contingentes prosiguenla búsqueda de su Edén, ya sea en otras localidades de sus propios países(migración interna), en territorios vecinos (regional) o al otro lado del globo(extrarregional). A veces, como en Colombia y Centroamérica, impulsados porcircunstancias de orden político o naturales. Allí es casi un asunto de sobrevivencia.

Los huracanes que azotaron Honduras, Nicaraguay El Salvador en el año 2000 ocasionaron desplazamientos estimados en mediomillón de personas y afectaron en forma directa la estabilidad de losterritorios sureños de Estados Unidos. Este flujo, unido a las constantes migraciones de mexicanos,colombianos, peruanos y venezolanos ha hecho que el sector hispano de ese paísse constituya en la llamada “primera minoría” extranjera, por encima de chinose italianos. Las consecuencias políticas y sociales ya se hacen sentir en todoel territorio estadounidense.  El temamigratorio se ha convertido en un punto básico de la agenda bilateral de lospresidentes de México y EEUU, Vicente Fox y George W. Bush.

Procesos similares, aunque de menor magnitud,se dan desde Perú hacia Chile, de Colombia a Venezuela, casi siempre porrazones socioeconómicas y políticas. Mientras dura la bonanza en el país anfitrión, estas poblaciones“flotantes” son más o menos bienvenidas. Pero todo cambia cuando los recursos comienzan a escasear. El extranjerocomienza a ser percibido como una rémora, un elemento que le quita el pan a loshabitantes locales, a los criollos.

El lenguaje coloquial asimila este sentimiento.En Chile, los peruanos que abundan en las calles, haciendo trabajos fabriles ode escaso nivel técnico, son llamados despectivamente cholos.  Caliche, en cambio, es ladenominación para el colombiano que hace su pasantía por las grandes ciudadesvenezolanas.

La existencia de una cultura de base común,producto de la mezcla entre lo aborígen, lo afro y lo europeo, ha servido paramitigar en Latinoamérica los estados de opinión adversos a las migraciones quecon tanta habilidad ha explotado la ultraderecha en países como Francia yAustria.  Esperemos nunca tener quedecir como los jóvenes manifestantes parisinos a las autoridades:  “No toques a mi amigo”.

 

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