El epílogo a la situación de rehenes planteadaen el teatro Dubrovka de Moscú comenzó a ser escrito apenas irrumpieron en esesitio los integrantes de la llamada División Suicida de Movsar Barayev. Era prácticamente un asunto de contar loscadáveres.
Desde la época comunista, señalan Mayer Nudelly Norman Antokol en su ensayo El dilema democrático, Rusia forma partede aquellos países que por principios no negocian con secuestradores,especialmente cuando la víctima es tomada por razones de índole política.
Otros países, como Israel y Estados Unidos, hanseguido la misma línea. Esto no cambiasi el gobierno es demócrata o republicano, de izquierda o de derecha. Sonpolíticas de Estado que se mantienen independientemente de quién esté al frentede la Primera Magistratura.
El principio de no negociación encuentra suprueba de fuego en momentos determinados. Israel tuvo su Entebbe, mientras que Estados Unidos tuvo su Teherán. Elresultado de las operaciones así como la disposición mostrada por losrespectivos gobiernos envía una señal a los grupos irregulares en cuanto a lasposibilidades de éxito que tendrán futuras tomas de rehenes.
El hecho de que los Estados Unidos hayanegociado el canje de los rehenes de la embajada en la capital iraní por armasindica cuáles son o eran los límites de la tolerancia de la primera potenciahacia los secuestros inspirados en razones políticas. De alguna manera, ese episodio quedó en la memoria de los gruposirregulares como ejemplo de una acción exitosa. Ahora los estadounidenses corren con las consecuencias. Cuando el secretario de Estado Collin Powellasegura que no negocian con terroristas, al otro lado del mundo no lecreen. Queda fértil el terreno paradejar cautivo al periodista Daniel Pearl.
Otros episodios son indicativos de cómoreacciona cada país. Durante la toma derehenes en la embajada japonesa en Lima, Perú, el gobierno de Tokio se enfrentóal entonces presidente de la naciónsuramericana Alberto Fujimori por considerar que lo prudente era negociar conlos líderes del Movimiento Revolucionario Tupac Amaru. Las consecuencias que hubiese tenido seguirese consejo, claro está, no las padecerían los asiáticos sino los peruanos. Deallí que Fujimori le dio la más alta consideración de Estado a ese caso, perosiempre con la convicción de que lo procedente era la liberación de loscautivos sin concesiones.
Pero en Rusia, como en numerosos paíseslatinoamericanos, la delincuencia organizada se ha ganado la fama de ser muyefectiva al momento de extorsionar o secuestrar a lideres de empresas,especialmente banqueros. Las mafias deorigen checheno son especialmente temidas. Los vasos comunicantes entre estos grupos y la guerrilla separatista yafueron notados por Stephen Handelman, en su libro Comrade Criminal(Camarada criminal) cuando habló de la “subversión criminal organizada de lademocracia rusa”.
El caso del teatro Dubrovka, sin embargo, noapuntaba hacia un objetivo económico sino netamente político: la liberación demás de 400 prisioneros de guerra que permanecían en las cárceles rusas. En tal situación, el gobierno de Moscú fuefiel a su tradición. En menos de tres días los Spetsnaz se enfrentaron alcomando checheno, matando a todos sus integrantes (algunos a quemarropa) y, enel camino, a más de cien rehenes.
Desde este punto de vista, el objetivo de laoperación militar ordenada por Putin no pareció el salvamento de los cautivos,sino enviar un mensaje político a Grozni: no importa cuánto nos cueste, nunca se saldrán con la suya.
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