Introducción
La Fundación Seguridad y Democracia hizo una evaluación preliminar del balance estratégico de las principales naciones suramericanas (Argentina, Bolivia, Brasil, Chile, Colombia, Ecuador, Perú, Uruguay y Venezuela). Para ello se utilizaron principalmente los datos reportados al Instituto Internacional de Estudios Estratégicos de Londres (IISS), en su publicación Military Balance, así como otras fuentes abiertas sobre capacidades militares de la región.
Los resultados preliminares de este análisis demostraron un rezago muy preocupante de Colombia frente a las capacidades militares de los países vecinos. Cabe aclarar que no es la falta de capacidad ofensiva la que inquieta, sino la carencia de una verdadera capacidad de disuadir e inclusive de repeler un ataque. Tampoco se trata de abogar por una carrera armamentista que perjudicaría a todos los países por igual.
No obstante, esta alarmante situación podría hacer más probable un eventual conflicto armado, pues la desprotección en muchos casos puede convertirse en una invitación a la agresión. Si vis pacem, para bellum, si quieres la paz, prepárate para la guerra, reza el conocido proverbio romano. Éste representa de manera bastante acertada la lógica paradójica de la estrategia. Un buen alistamiento y una verdadera capacidad de pelear disuade un ataque, y por lo tanto ayuda a conservar la paz.1
La lógica de la estrategia esta permeada de una gran cantidad de aparentes contradicciones.2 Uno de los ejemplos más conocidos es el de la disuasión nuclear: para derivar el beneficio de un arsenal nuclear, éste jamás debe ser usado. Fue precisamente la realidad conocida como Destrucción Mutua Asegurada (o en inglés MAD, Mutually Assured Destruction), la que garantizó que ni Estados Unidos ni la Unión Soviética atacara jamás al otro mientras ambos tuvieran la capacidad de retaliación frente a un ataque inicial, pues cualquier agresión significaría un suicidio.
La guerra como tal es una aberración, pues a diferencia de los conflictos internos que en muchos casos resultan interminables, los conflictos externos aparecen y desaparecen rápidamente, y además suceden con relativa poca frecuencia. No obstante, todo Estado responsable debe mantener una capacidad permanente encaminada a evitar o, dado el caso, enfrentar estos conflictos externos ocasionales. Es lo que Edward Luttwak llama “suación armada”3
Resulta importante aclarar, dice Luttwak, que no es la mera existencia de una fuerza militar la que genera disuasión, sino la reacción de los adversarios y sus percepciones a esta fuerza. Es decir, lo que generaría una efectiva disuasión no es, por ejemplo, un tanque AMX-30 colombiano apostado en la frontera con Venezuela, sino la reacción del gobierno o del ejército venezolano a ese tanque. Esta reacción esta influida no solo por la presencia del tanque en sí, sino por la forma como lo percibe el vecino país, el cálculo en cuanto a las circunstancias y probabilidad de un enfrentamiento y la voluntad que Venezuela perciba en su potencial adversario para usar esa fuerza militar.4
Resultados Preliminares
El análisis adelantado por la Fundación Seguridad y Democracia sobre el balance militar de la región arrojó una serie de conclusiones que si bien son de carácter preliminar, sirven de punto de partida para una evaluación más completa de la capacidad militar colombiana frente a la de sus vecinos.
Ejército Colombiano •
Colombia tiene la segunda fuerza de infantería más numerosa del continente (cerca de 180.000 hombres), similar a la de Brasil (189.000), un país que tiene un territorio ocho veces más grande y más de cuatro veces la población de Colombia. Sin embargo, cabe aclarar que el conflicto armado interno explica la necesidad que tiene nuestro país de mantener un pie de fuerza tan alto. Inclusive se puede afirmar que éste resulta aun insuficiente para ejercer un verdadero control territorial y desarrollar operaciones ofensivas contra los grupos armados ilegales. Basta recordar que el Ejército salvadoreño contaba con un pie de fuerza 17 veces superior al colombiano, por kilómetro cuadrado.
De hecho, debido a la necesidad del Ejército colombiano de encarar el conflicto interno, las fronteras están gravemente desguarnecidas. Mientras que Venezuela mantiene casi 20.000 hombres en la frontera con Colombia, el Ejército colombiano mantiene cerca de 5.000 efectivos.
El colombiano es un ejército bien entrenado y cuenta con amplia experiencia de combate. En términos generales ha demostrado su valentía, compromiso y profesionalismo. Pero, así como tiene mucha experiencia en guerra no convencional, la experiencia en combates convencionales es nula. El último conflicto externo fue contra Perú en 1932.
El Ejército colombiano depende para su movilidad del transporte aéreo, principalmente helicoportado, es decir, del asalto aéreo. En términos tácticos, se puede movilizar una unidad tamaño batallón, en una sola oleada. En términos estratégicos, se podría movilizar, a cualquier lugar del país, una brigada de infantería ligera (sin apoyo de caballería o artillería pesada) en el transcurso de un día. La movilidad terrestre depende, principalmente, de vehículos que no responden a especificaciones militares, tales como camiones.
De hecho, el Ejército de Colombia carece casi por completo de caballería mecanizada. Hay una docena de tanques livianos M-3A1, en depósito y que son verdaderas piezas de museo de la Segunda Guerra Mundial. Venezuela, en cambio, cuenta con unos 80 tanques pesados y 190 ligeros. Todos los países de la región, con excepción de Bolivia, cuenta con al menos 10 tanques pesados (de más de 16 toneladas y armado con un cañón de al menos 75 mm, capaz de disparar en cualquier dirección (360º) o con al menos 36 ligeros. (ver tabla)
Colombia ha adquirido, desde los años ochenta, un centenar de vehículos EE-9 Cascavel y EE-11 Urutu brasileros que son vehículos blindados de reconocimiento y de transporte de tropa, respectivamente. También tiene unos cien M-113, también para el transporte de tropa. Pero la capacidad defensiva en este sentido es casi nula frente a la capacidad de los vecinos. Cabe aclarar que en las condiciones de guerra actual, cualquier movimiento de la infantería sin el acompañamiento y apoyo de la caballería mecanizada y la artillería es impensable.
Armada Nacional •
La capacidad naval de la mayoría de los países de la región es muy limitada. Vale la pena destacar el hecho de que solo Brasil tiene un portaviones, el cual cuenta con 15 aviones de combate A4 Skyhawk. Por lo tanto es la única nación con capacidad de hacer proyección de poder más allá de sus fronteras.
Argentina, Chile y Perú cuentan en su arsenal con destructores, es decir, una nave de menos de 8.000 toneladas con capacidad antiaérea y antisubmarina. Estos países tienen cinco, tres y una de estas naves, respectivamente. Perú tiene además un crucero (nave de más de 8.000 toneladas con las capacidades antes mencionadas.)Los demás países tienen fragatas o corbetas (menos de 8.000 toneladas), que por lo general tienen una misión antisubmarina y en algunos casos misiles tierra-tierra.
Casi todos los países tienen en su arsenal submarinos oceánicos T-209 alemanes o similares. El equilibrio lo rompe Perú, pues cuenta con 6 de estas naves, mientras que Brasil tiene 4, Argentina 3 y los demás países 2. Colombia tiene además 2 submarinos tácticos para el transporte de fuerzas especiales. Para que Colombia pueda mantener su capacidad en este aspecto, resulta urgente que se adelante el proyecto de mantenimiento a las baterías de los submarinos oceánicos. De lo contrario se rezagaría aun más en el equilibrio naval regional.
La Armada colombiana, con sus capacidades actuales, solo puede cubrir de manera efectiva y garantizar la soberanía de una de sus costas –la del mar Caribe– y no la pacífica. Es una Armada débil en términos comparativos, pues solo es capaz de hacer vigilancia costera.
La capacidad aeronaval colombiana es muy limitada. Apenas hay cuatro helicópteros de transporte que pueden operar desde las fragatas ligeras. No hay aviones ni helicópteros de combate ni de guerra antisubmarina. Argentina, Brasil, Chile, Perú y Venezuela cuentan con aviones y helicópteros de combate como parte de su capacidad aeronaval (ver recuadro).
En Colombia, debido al conflicto interno, la Armada se ha concentrado en aumentar la Infantería de Marina, pues este cuerpo tiene jurisdicción terrestre en ambas costas, además de la misión de patrullar cerca de 8.000 kilómetros de ríos.
Fuerza Aérea •
Colombia tiene un grave déficit en su capacidad de defensa aérea. Hay un buen cubrimiento de radares (el de Marandúa por ejemplo cubre la frontera con Venezuela), sistemas de Comando, Control, Comunicaciones e Inteligencia avanzados, pero lamentablemente la capacidad de reacción es limitada. No hay suficientes aviones interceptores y de combate. Es decir, se puede detectar e identificar una intrusión del espacio aéreo y de la soberanía, pero muy poco se puede hacer para reaccionar frente al mismo. Hay también un déficit de artillería antiaérea.
Los países vecinos tienen una flota de aviones de combate mucho más completa y avanzada que Colombia. Venezuela y Chile tienen aviones F-16. Perú tiene cerca de 12 Mirage 2000 (versión más avanzada del Mirage 5) y unos 20 Mig-29, uno de los aviones de combate rusos más sofisticados, equivalentes al F-16 americano. Estos Mig-29 están además armados de misiles AA-12 (equipado con radar activo de localización y un alcance de casi 100 kilómetros) equivalente al AIM-120 AMRAAM, uno de los más avanzados misiles norteamericanos. La venta de éstos últimos estaba prohibida por los Estados Unidos para cualquier país latinoamericano, pero la adquisición de los Mig-29 y los misiles AA-12 por parte del Perú rompió el equilibrio militar regional, por lo que Estados Unidos levantó la prohibición y decidió venderle los AIM-120 AMRAAM a Chile y Brasil para reestablecer el equilibrio regional. En definitiva, el rezago de Colombia en este campo es considerable y recuperarse tomará mucho tiempo y recursos.
Hay una flota de helicópteros considerable, incluyendo unos 23 artillados. Los AH-60 Arpía –que son UH-60 Blackhawk modificados– tienen capacidad potencial antitanque.
Conclusiones
El gasto militar en Colombia ha sido históricamente muy bajo si se le compara con el de los países de la región. Esto a pesar de que América Latina es la región del mundo que menos gasta en defensa, como porcentaje del Producto Interno Bruto. Solo hasta comienzos de los años noventa comenzó a aumentarse este gasto a niveles cercanos al promedio latinoamericano, es decir, entre el 2 y 3% del PIB.
El conflicto armado interno ha determinado, a partir de comienzos de los noventa, la especialización de las Fuerzas Militares en la misión interna contrainsurgente. Esta especialización también ha definido el patrón de adquisiciones y modernización militar, entre los que cabe destacar la profesionalización de la tropa, la nivelación salarial de los oficiales y suboficiales con respecto a los de los demás empleados oficiales, que significó un aumento de cerca del 100% en términos reales de los ingresos de los miembros de la Fuerza Pública, la adquisición de helicópteros, entre otros. Esto ha llevado a un grave descuido de la capacidad militar convencional y estratégica, la cual está encaminada a garantizar la soberanía frente a posibles amenazas externas.
Una vez superado el conflicto armado interno, se debería redireccionar el gasto militar, antes que pensar en reducirlo. El nivel de gasto militar como porcentaje del PIB no es demasiado alto, así que se debe mantener más o menos en el mismo nivel en la etapa posconflicto, para poder recuperar el rezago estratégico frente a los vecinos. Se debe ir analizando y planeando qué tipo deo y Fuerzas Militares queremos tener en el posconflicto para poder garantizar la soberanía nacional.
Aun así, se debe resaltar que se debe mantener la tradición de vecino pacífico, por lo que las adquisiciones deben ser eminentemente defensivas y no ofensivas. Mientras se supera el conflicto interno armado, se debe privilegiar la compra de material bélico de uso dual (es decir, que cumpla una misión contrainsurgente pero que también sirva para la misión de garantizar la soberanía), como por ejemplo aviones tácticos de combate, aviones fantasma, helicópteros, vehículos de transporte de tropa blindados, entre otros.
La política de adquisiciones debe seguir una estricta lógica económica, teniendo en cuenta las realidades fiscales, para garantizar la sostenibilidad y el mantenimiento óptimo del material que se adquiera.
Así, y tomando en cuenta los resultados de esta evaluación preliminar, la Fundación Seguridad y Democracia decidió iniciar un “Net Assessment”, o valoración de potenciales, con el fin de aclarar la posición colombiana en el contexto regional.
El Net Assessment5
El Net Assessment es la valoración de los balances militares. Todo tomador de decisiones está constantemente valorando implícitamente las posibilidades de éxito que su organización tendría al enfrentarse a un adversario real o hipotético. Sin embargo, el Net Assessment es una formulación explícita, enfocada a la formulación de políticas, de esta valoración. Un Net Assessment estratégico es la ponderación de balances político-militares y su uso por parte de los altos mandos civiles y militares. Incluye la comparación de sistemas de armas, estilos de liderazgo, capacidades operacionales, desarrollo tecnológico, entre otros.
Para hacer un Net Assessment estratégico se debe primero evaluar la naturaleza de la competencia político-militar en las áreas geográficas y funcionales que se están considerando, en condiciones de paz y de guerra. En segundo lugar, se deben resaltar aquellas áreas que quizás no requieran de acción inmediata, pero que sí demandan atención de los más altos funcionarios encargados de la seguridad nacional. Por ende, el Net Assesment implica, en ocasiones, dedicar recursos tanto humanos como monetarios, para resolver preguntas que no representan un asunto apremiante. Es, por así decirlo, un ejercicio en el que se privilegia lo importante sobre lo urgente.
Bogotá, abril de 2004.
de la soberanía, pero muy poco se puede hacer para reaccionar frente al mismo. Hay también un déficit de artillería antiaérea.