La propagación de virus informáticos se ha convertido en un problema de seguridad para los países desarrollados, y también en muchos que aspiran a entrar en esa categoría. Es una lógica muy sencilla. Si partimos de la premisa de que vivimos en una sociedad de información ?expresión acuñada hace varios años por Alvin Toffler-, todo lo que atente contra el libre flujo de esa información (incluyendo por supuesto a los virus) deviene en una traba e incluso en una amenaza para el desarrollo de esas sociedades.
Richard Clarke, ex asesor de la Casa Blanca en materia de tecnología de información, señalaba recientemente para la revista Cio Insight que el Departamento de Seguridad Interior, o lo que es lo mismo el gobierno estadounidense, había concentrado sus esfuerzos en la protección de la infraestructura física contra posibles ataques terroristas, pero no había dedicado la misma energía al resguardo de la infraestructura para el manejo de datos. Al faltar en este cometido, señaló, el secretario Tom Ridge no cumplirá a cabalidad con el mandato que le dio el Congreso de ese país.
Parece que su voz llegó lejos. A comienzos de 2004 fue lanzado el Sistema Nacional de Cyberalerta. Según sus propios integrantes, se trata de una entidad destinada a ?proteger la infraestructura de internet de nuestra nación mediante la coordinación de la defensa y la respuesta contra los cyberataques?.
Visto en comparación con las acciones tomadas hace bastante tiempo por otras organizaciones como la Alianza para el Software de Negocios (BSA, por sus siglas en inglés), o los gigantes de la programación Microsoft y Symantec, esta iniciativa aunque importante resulta apenas un pequeño paso hacia la consolidación de la seguridad en el manejo de sistemas informáticos.
¿De qué hablamos? Según el Sistema Nacional de Cyberalerta, un virus es un código malicioso ?que requiere que Usted haga algo antes de que infecte a su computadora?. El método más frecuente de transmisión es la apertura de un correo electrónico de origen dudoso o la visita a una página de internet que ya fue afectada por uno de estos programas o que de hecho sirve como conductora de ellos. Otros tipos de código malicioso, según esta institución, son los llamados ?troyanos? y los ?gusanos?.
Visto así, este pareciera un tema que no afecta a la sociedad. Una preocupación de élites. Pero no es así. Pensemos solamente por un momento con cuántas computadoras tenemos contacto a diario, ya sea directamente o por persona interpuesta. Pensemos cuántos servicios de los que hacen nuestra vida un poco más cómoda dependen de sistemas informáticos para sus operaciones cotidianas. Pensemos qué pasaría si de repente todas estas cosas tuvieran que ser paralizadas porque fueron infectadas por un virus.
Recientemente, uno de los principales periódicos de Venezuela fue afectado por un virus. Sus redes internas colapsaron durante más de 10 días debido a una lluvia incesante de correos electrónicos. El sistema de intranet tuvo que ser desconectado mientras se corregía la falla. Esto hizo que el rotativo también se viera afectado en su capacidad de recibir información del exterior, algo que es vital en la elaboración de su producto. El trabajo de un millar de personas se hizo más lento, engorroso y costoso, pues a estas alturas del siglo XXI a los rotativos les resulta imposible volver a la era de los tipos de plomo, tal y como era hace cuatro centurias.
En un estudio divulgado en septiembre de 2003, la BSA señaló que el número de incidentes de seguridad en el cyberespacio se multiplica por dos con cada año que pasa. Para la primera mitad de ese año, la cuenta iba en 76 mil reportes. Esto es sencillamente asombroso. El costo monetario de esta situación es indeterminable. Desde el lanzamiento del virus MyDoom, que ocasionó honda preocupación entre los usuarios de la red, otros cuatro virus han brotado aunque sin el impacto de aquél: W32/Bizex; W32/Beagle.C-1; W32/Beagle.J-K y finalmente W32/Netsky.
A pesar de todas nuestas quejas, los virus continuarán en la red probablemente de forma irremediable. Como otros males sociales, podrán ser mitigados pero no eliminados del todo. Siempre habrá seres humanos pensando cómo enturbiar nuestas computadoras para ganar fama, dinero o ambas cosas. Entonces, lo mejor es mantenerse preparado con información oportuna y muy alertas, especialmente con aquellos correos electrónicos cuyo origen no esté totalmente claro. Ante la duda, mejor abstenerse.