París. El Gobierno francés levantó el estado de emergencia impuesto en noviembre pasado para intentar poner fin a los disturbios que involucraron a jóvenes de los suburbios más pobres, en la más cruda ola de violencia registrada en el país en casi 40 años.
La decisión se tomó después de que las celebraciones de Año Nuevo fueron más tranquilas de lo esperado, ya que se temía que los festejos impulsaran nuevas protestas violentas contra el racismo y el desempleo protagonizadas por jóvenes de origen africano y árabe, así como blancos de bajos recursos, relató Reuters.
El estado de emergencia otorgó a los funcionarios el poder de imponer toques de queda y ordenar redadas durante el día y la noche sin solicitar una orden judicial. Los líderes de la oposición criticaron esas medidas, por considerarlas excesivas y sólo algunas ciudades las aplicaron.
«Parece que las condiciones que justificaron mantener el estado de emergencia ya no existen», dijo el Gobierno en un comunicado, después de que se decidió levantar las medidas de emergencia en la reunión semanal de gabinete.
«La situación no es completamente satisfactoria hoy, pero parece mayormente calma», dijo el portavoz del Gobierno, Jean-Francois Cope.
Por su parte, el presidente francés, Jacques Chirac, dirigió un mensaje a su primer ministro, Dominique de Villepin, y al titular de Interior, Nicolas Sarkozy, para que dejen de lado su rivalidad de cara a las elecciones presidenciales del 2007 y se dediquen a trabajar más por el país.
«Cada cosa a su tiempo. La expresión de las ambiciones, algo perfectamente legítimo en una democracia, debe llegar a su hora», declaró Chirac.
De esta forma, el jefe de Estado llamó al orden a sus dos colaboradores más cercanos, ambos candidatos potenciales dentro del mismo partido, la Unión por una Mayoría Popular (UMP), para los comicios del próximo año.
Chirac recordó la necesidad de «multiplicar los esfuerzos al servicio del país», para luchar contra el desempleo y aparecer solidarios y unidos en la acción del Ejecutivo.