CRISTOPJ DRIESSEN
DPA/EL UNIVERSAL
Nueva York. Los escombros del World Trade Center vuelven a despedir humo, pero esta vez no es en el sur de Manhattan, sino cerca del aeropuerto de Los Angeles. Durante cuatro años Hollywood no se atrevió a abordar el tema de los atentados terroristas, pero ahora parece que la veda se ha roto: Este año llegan a la gran pantalla dos películas sobre el tema y ambas serán estrenadas antes del quinto aniversario de los atentados en Washington y Nueva York el 11 de septiembre.
Oliver Stone, quien no consiguió convencer al público ni a la crítica con su último trabajo, Alexander (Alejandro), una película histórica sobre Alejandro Magno, es el primero que se ha atrevido a abordar el explosivo tema. Su largometraje, que lleva el título de trabajo World Trade Center (y que llegará a los cines de Estados Unidos el 11 de agosto), está basado en hechos reales, en la historia de dos policías que fueron los últimos a los que se rescató con vida del World Trade Center.
Vuelo 93
Por su parte, el británico Paul Greengrass (Bloody SundayDomingo sangriento) rueda para los estudios Universal de Hollywood el drama del cuarto avión secuestrado, el que posiblemente iba a estrellarse contra la Casa Blanca o el Capitolio y, que finalmente, debido a la revuelta de los pasajeros, se estrelló antes en Pennsylvania. La película lleva el número del vuelo Flight 93 (Vuelo 93) y su estreno está previsto en Estados Unidos para el 28 de abril.
Durante mucho tiempo Hollywood ha evitado de forma delicada toda referencia al «11S». La película de acción Collateral Damage (Daño colateral), que protagonizó Arnold Schwarzenegger y que fue rodada antes de los atentados, llegó a los cines un año después de 2001 porque el metraje abordaba un atentado terrorista y el héroe en cuestión era un bombero.
De Spiderman se eliminó una escena en que el superhéroe extiende su telaraña entre los restos del World Trade Center. Jack Nicholson reflejó entonces el sentir general en Hollywood, cuando dijo: «Mi reacción al 11 de septiembre es no hacer ninguna película que sea triste o crítica. He decidido no ganar dinero con ello, no deprimir a la gente».
Stone tiene una visión complemente diferente: «El 11 de septiembre fue el acontecimiento más importante de nuestras vidas», afirma el tres veces ganador de un Oscar. «Ensombrece el futuro de todos nosotros. Para el cine es esencial analizar lo que significa», explica el director, nacido en Nueva York hace 59 años.
De forma similar ve las cosas Greengrass: Los pasajeros del cuarto vuelo «fueron las primeras personas que vivieron el 11 de septiembre», afirma el director, quien explica que a través de las llamadas a los móviles los pasajeros supieron que dos aviones se habían estrellado ya contra las torres del World Trade Center. «Cuarenta personas normales y corrientes tuvieron 30 minutos para confrontar la realidad que nosotros vivimos ahora, y decidir qué hacer. Su dilema es nuestro dilema».
Desconfianza previa
Entre los familiares de las víctimas el nombre de Stone genera cierta desconfianza, pues está considerado un izquierdista que ha rodado películas abiertamente antibélicas como Pelotón y Nacido el 4 de julio y que en su largometraje JFK, además, sigue la teoría de conspiración para el asesinato de John F. Kennedy (todas las cintas recibieron nominaciones al Premio Oscar e incluso, como Pelotón, ganaron como Mejor Película).
Poco después del 11S dejó entrever que los atentados eran un acto de rebelión contra la globalización. Para ir calmando ánimos, Stone ya ha asegurado en repetidas ocasiones que su película quiere «honrar a los héroes del 11S».
El coproductor Michael Shamberg subraya: «No hemos rodado una película sobre el infierno de la catástrofe como si fuese una versión del Titanic», comentó.
Estas dos producciones son posiblemente sólo el inicio de una oleada de películas sobre lo ocurrido el 11 de septiembre de 2001. De esta forma, Columbia Pictures se ha asegurado los derechos del bestseller 102 Minutos sobre lo ocurrido entre el impacto de los aviones en las torres y cuando éstas se derrumbaron. El tiempo de respeto parece que definitivamente ha concluido.