El bombero de hoy es un bombero del siglo XXI. Esto es algo obvio, pero dicho así nos viene a la mente la imagen de un profesional muy cualificado y bien pertrechado, integrado en una estructura bien organizada. El bombero del siglo XXI efectivamente debe ser un buen bombero, lo mismo que debiera haberlo sido el del siglo XIX.
¿Qué significa ser un buen bombero?
Esta pregunta puede simplificarse aún mas ¿qué es un bombero? O mejor aún ¿cómo debe ser un bombero? La respuesta típica correspondería al estereotipo del bombero: alguien arriesgado, valiente, fuerte y decidido, capacitado para enfrentarse al fuego o combatir otras emergencias, incluso arriesgando su seguridad o hasta su vida.
¿Define esto como debe ser un bombero? En realidad solo lo define parcialmente. No solo hay que combatir las emergencias, hay que combatirlas con eficacia, seguridad y eficiencia. Un cirujano tiene diversas formas de solucionar el problema de una úlcera de estómago. ¿Cualquier forma de solucionar este problema sería propia de un buen cirujano? No, el buen cirujano será el que solucione este problema del mejor modo para el paciente, en función de los medios de que disponga, que no serán los mismos en un moderno hospital urbano que en una clínica improvisada en una aldea del África Ecuatorial.
El bombero del siglo XXI puede tener equipos muy sofisticados o tener solo un material básico, pero tiene siempre la mejor herramienta posible para enfocar el problema y resolverlo del modo más adecuado: su inteligencia.
Un bombero moderno debe potenciar su intelecto, debe aprender constantemente, acostumbrarse a analizar sus actuaciones, sacar partido de sus errores, apoyándose en ellos tanto como en sus éxitos.
Un bombero en el siglo XXI será solo un buen bombero cuando asuma una actitud de continuo progreso, aprendiendo a resolver cada problema con el enfoque más idóneo en cada momento y circunstancia.
Cuando más conscientes seamos de nuestros errores, más cerca estaremos del camino del buen bombero. Nuestra profesión está llena de héroes, pero el verdadero héroe es el que asume riesgos más allá de su deber, siendo consciente de ello, porque no tiene otra alternativa mejor.
Quien asume riesgos sin saberlo, sin ser consciente de las alternativas, y se expone a caer en el intento, no merecería ser llamado héroe. Merecerá un enorme respeto por su altruismo y generosidad, merecerá nuestro agradecimiento, pero todos tendríamos que ser conscientes de la diferencia entre esas dos actitudes.
Y la misma reflexión cabría hacer respecto de un equipo de bomberos, ya que el trabajo del bombero es, básicamente, un trabajo en equipo. En un equipo de fútbol, todos querrían ser el que consigue el gol, pero un equipo de fútbol no llega muy lejos sin buenos defensores y organizadores del juego. Cuanto mejor desempeñe cada uno su papel, más fácil será conseguir el éxito. Cuanto mejor sea la estrategia y mejores los procedimientos operativos utilizados, mejores resultados se obtendrán. Pero lo mismo que una cadena se rompe por el eslabón más débil, la fortaleza de un equipo está condicionada por la capacidad individual de sus miembros.
Así pues, aprendamos a ser buenos bomberos, o buenos mandos, y aprendamos también a trabajar en equipo, a poner nuestras capacidades a trabajar dentro de un colectivo.
De ese modo podremos considerarnos unos buenos bomberos del siglo XXI.
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