En la página oficial del servicio de inteligencia exterior de Gran Bretaña, conocido con el acrónimo MI6 (Military Intelligence 6), hace pocos días colocaron el siguiente aviso: “Un servicio de inteligencia con alcance global y capacidad necesita a gente con visión global. Reunir inteligencia secreta para hacer avanzar los intereses nacionales de Gran Bretaña en un ambiente internacional exigente y que cambia rápidamente requiere de un equipo que deseoso de retos y que no tenga miedo de tomar decisiones bien calculadas bajo presión”.
El “clasificado” continúa: “Desde las operaciones hasta el manejo corporativo y las tecnologías de información (IT), nuestro equipo comparte un espíritu de ´se puede hacer´ y la determinación de que el objetivo sea logrado. Ellos disfrutan de un trabajo que es estimulante, a veces excitante, siempre variado y, en el campo técnico, a menudo de vanguardia. Pero una carrera en el SIS (otro nombre del MI6) ofrece más que sólo la oportunidad de desarrollar habilidades profesionales en un lugar de trabajo fascinante, cambiante y retador. Lo que motiva a la gente de alto calibre que hace su carrera en el SIS es la oportunidad que les da de marcar una diferencia real para el Reino Unido”.
Una exploración por el mundo de Internet nos revela que la inteligencia exterior británica no es la única que está a la caza de nuevos talentos. Un cable divulgado por Associated Press informó que la actriz Jennifer Garner será la imagen de una campaña que adelantará la Agencia Central de Inteligencia en ambientes universitarios y en las ferias de trabajo. El Mossad, servicio de espionaje exterior de Israel, también quiere sangre nueva. Y esto por hablar de algunas de las instituciones más famosas en el campo de la recopilación y procesamiento de información de interés para los estados.
Algo debe estar muy mal para que estas agencias, cuyas actividades se desarrollan por regla general en el secreto, salgan a la palestra para buscar individuos con los que alimentar sus propias filas. La verdad de lo que sucede en tales instituciones quizá no sea conocida en su totalidad. Pero algunas informaciones pueden ser orientadoras.
Por ejemplo, la comisión independiente que investigó los sucesos del 11 de septiembre de 2001 concluyó que las agencias de inteligencia no tenían una información precisa del complot que finalizó con el derribo de las Torres Gemelas y el ataque al Pentágono, en parte porque no fueron capaces de obtenerla por sus propios medios y también porque no supieron compartirla y contrastarla con la que estaba en posesión de otros despachos, a través de un proceso adecuado de diseminación.
Los errores de inteligencia llevaron al Primer Ministro inglés Tony Blair a afirmar hasta último momento que apoyaría la invasión a Irak, convencido como estaba de que Saddam Husseín había logrado el desarrollo en secreto de un programa de armas de destrucción masiva. Ante la evidencia en contrario, y luego de casi dos años de búsqueda sin restricciones en el propio terreno, ha tenido que modificar su discurso para justificar la campaña militar.
El diario Birmingham News divulgó a finales de septiembre una nota que pasó prácticamente desapercibida, pero que complementa lo ya señalado. La información sugiere que las agencias estadounidenses de inteligencia, tanto en el ámbito civil como en el militar, están en la búsqueda de universitarios que conozcan o estén estudiando lenguas arábigas, lo que les permitiría insertarse con más facilidad en los ambientes donde creen que se gestaron los grandes taques terroristas de los últimos 4 años.
Y tienen que ser personas jóvenes, entre otras razones, porque obviamente no gozan de una carrera dilatada y por lo tanto puede resultarles atractivo un sueldo que en otras condiciones sería considerado bajo, teniendo como punto de referencia los que ofrece la empresa privada a los políglotas. La propia noticia indica que un cargo en la Agencia Nacional de Seguridad para una graduada en la universidad de Georgetown parte de 32 mil dólares, sin promesa de aumento para los tres años siguientes. Mientras que en las corporaciones privadas los expertos en lingüística pueden comenzar con un salario de 46 mil dólares mensuales.
El aviso del MI6 referido anteriormente no tiene ni una sola mención al tema salarial. Nada de números para empezar, sino pura motivación al logro. Sí destaca valores como el de sentirse en familia, en una institución cuya sede posee “canchas de squash y baloncesto, un gimnasio, un restaurant, cafetería y bar”. Casi un resort, pues.
Es difícil que la falta de talentos en las principales agencias de inteligencia sea paliada mediante avisos de Internet o con campañas basadas en la imagen de una atribulada joven, carente de paradigmas más allá que el de las traiciones infligidas mutuamente por sus propios padres. El lema del Mossad: “A través del engaño ganarás”, reflejaba el ambiente de la Guerra Fría en el que la institución nació y se desarrolló para defender los intereses del estado israelí. Pero con una nación consolidada y reconocida es probable que a los nuevos talentos no les atraiga mucho vivir en un mundo de engaños.
Otro tanto sucede con la imagen proyectada por la CIA. En el caso del MI6, el personaje James Bond (creación de un ex espía como el finado Ian Flemming) resulta tan glamoroso que termina pareciéndose muy poco a la gente de la vida real, donde realmente se hace la inteligencia humana.