Pobre Colombia
Uribe tiene derecho a defenderse, pero debe controlarse y dar ejemplo.
No se sabe para dónde va este pobre país, tan maltratado, tan ofendido y el más envainado del planeta Tierra. Desde hace 60 años es el país más sangriento, víctima de las atrocidades que cometen los guerrilleros más despiadados. Desde hace 40 años es paraíso de droga y narcotráfico. Desde hace 20 padece de paramilitarismo, movimiento que nació como fuerza civil para contrarrestar las guerrillas y se volvió un monstruo de mil cabezas.
Y entre masacres de campesinos, robo de tierras, compra de políticos, y con apoyo de ganaderos, terratenientes, fuerzas militares, funcionarios y políticos, se adueñó de gran parte del país. Y vinculado con los narcos se constituyó en otro cartel de la droga, que se disputa con la guerrilla, a sangre y fuego, zonas y rutas del narcotráfico, negocio que los mantiene vivos y es el origen de todas las tragedias de Colombia.
Destapado por fin el contubernio de políticos y paramilitares, y comprometido el país en el juicio a la ‘parapolítica’, el agarrón entre el senador Petro y el presidente Uribe desplazó a segundo plano ese y otros asuntos pendientes. Y tema de editoriales, de columnas y de comentarios, ha sido la agresiva actitud del Presidente, que, acostumbrado a alabanzas y pleitesías, no tolera que un ex militante del M-19 se atreva a juzgarlo. En el furor de la contienda, que Petro recalentó atacando a Santiago Uribe, hermano del Presidente, el mandatario se descontroló. Calificó a Petro de terrorista en traje de civil; atacó a Carlos Gaviria. Y al proponer un juicio al Estado puso en guardia a sus antecesores, que de inmediato se chantaron el guante.
Hoy todos están contra todos. El país está más polarizado. Sin embargo, en una encuesta de CM& gana Uribe. «Tiene derecho de defenderse», dicen sus seguidores. Derecho que nadie le niega.
Pero, por ser quien es, debe controlarse y dar ejemplo. ¿O entonces cómo pretende cumplir su promesa de entregar un país en paz?
Rafael Pardo, en su columna de ayer, sostiene que la reacción de Uribe «no es una salida de chiros», sino libreto armado para no seguir hablando de «aspectos espinosos de su gobierno» y de temas que comprometen al uribismo. Dice que Uribe erosionó el debate sobre paramilitarismo; que es rentable que el enemigo político sea un ex guerrillero. Mejor dicho, dice tanto, que lo mejor es leer a Rafael Pardo, un liberal muy sensato que aspira a ser Presidente en el 2010.
Una ciudad a medias
Bogotá, ganadora de un premio en Italia y declarada Ciudad Cultural de Latinoamérica, está mal. Se ha tugurizado. En el centro la Alcaldía entregó parques y plazuelas a vendedores de baratijas, y el mugre abunda. En el norte la movilidad es un caos. Los trancones han convertido la ciudad en un infiernillo. En los informes de CityTV vemos a diario, por todas partes, calles y andenes destrozados. Conductores haciendo de las suyas, con grave peligro para el peatón. Y las autoridades en babia.
En vísperas de elegir nuevo alcalde, no hay que elegir al político charlatán y promesero, sino al profesional que sepa de urbanismo y sea capaz de resolver los graves problemas de la ciudad, y uno mayúsculo es el transporte público. Se discute qué medio conviene más por la séptima. María Emma Mejía, protegida del alcalde Garzón, propone un TM ligero. Samuel Moreno, un metro.
Peñalosa insiste en TM. El ex ministro Rudolf Hommes y Mauricio Vargas, director de Cambio, prefieren TM; Héctor Rincón, periodista paisa, recomienda metro: «El de Medellín funciona bien desde hace 10 años». Un experto en movilidad demuestra con cifras que lo mejor es metro: «Si Medellín lo tiene y lo pagamos todos, con más razón debe tenerlo Bogotá».
Aunque soy fan de TM, el técnico que propone metro me convenció. Y creo, a simple vista, que TM no cabe por la séptima. Pero si Peñalosa, mi candidato, dice que sí cabe, pues que el alcalde Garzón publique el proyecto que aprobó TM por la séptima, para que todos sepamos a qué atenernos.
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