Agravios, calumnias y amenazas en Internet ponen a empresas noticiosas frente a un dilema
«No se ha construido EL TIEMPO durante casi un siglo para ponerlo al servicio de estos hampones», sentenció el columnista Daniel Samper en su Cambalache del miércoles, donde anunció que se retira de los foros de eltiempo.com en respuesta a los insultos que algunos usuarios escribieron al pie de la noticia sobre el fallecimiento de su hermano Juan Francisco.
Al día siguiente, el portal lanzó un programa de «comentarios destacados» para premiar a los lectores que acostumbran a aportar opiniones respetuosas y constructivas.
A partir de ahora, lo que ellos expresen aparecerá resaltado, mientras que los demás participantes deberán conformarse con un espacio al que se accederá mediante la pestaña ‘otros usuarios’.
Esta estrategia se suma a la revisión de los foros, practicada las 24 horas del día por una o más personas encargadas de retirar los mensajes que exceden las términos y condiciones de uso del sitio web, incluido su código de ética (https://www.eltiempo.com/participacion/CODIGO_ETICA/codigo_etica.html).
El problema de los insultos no es exclusivo de las páginas colombianas. En Estados Unidos, la versión electrónica del diario Orange County Register tuvo que modificar su foro para comentar noticias apenas 6 semanas después de lanzarlo, debido a las quejas por las opiniones fuera de tono.
El catalizador de la decisión fue el caso de April Branum, la californiana que dio a luz a su primer hijo unos días después de enterarse de su embarazo, camuflado bajo 200 kilos de masa corporal.
Varios textos publicados en Internet bromeaban sobre su peso. «Una cerda es una cerda», escribió alguien. Otro sugirió que debía inscribirse en uno de esos programas de TV donde los concursantes tratan de perder peso.
Algunos, basados en una foto de la casa de Branum, emitieron juicios sobre su capacidad para mantener en orden un hogar. Y, por supuesto, no faltó quien le pusiera apodos.
Ahora, entre otros cambios, OCRegister.com informa más en detalle sobre qué se espera de los comentarios y los motivos para borrarlos.
Yahoo News fue más radical. En diciembre desactivó sus foros, con el objetivo de buscar un sistema que le impida ‘sentarse en la palabra’ a un pequeño grupo de extrovertidos. «Queremos elevar el nivel de la conversación», resumió Brian Nelson, portavoz de la compañía.
En su momento, The Washington Post y Los Angeles Times también tuvieron que abortar sendas iniciativas de abrir a la opinión pública sus páginas editoriales.
El permanente debate entre los beneficios de interactuar con los usuarios y los daños potenciales de esta apertura quedó reflejado en una encuesta respondida recientemente por los responsables de las ediciones web de 43 de los periódicos más influyentes de América Latina.
El 68 por ciento considera que las herramientas mediante las cuales los lectores generen contenido son una revolución para el periodismo. De hecho, el 64 por ciento permite comentarios a sus notas.
También son mayoría los que confían en el libre flujo de la información, pues solo el 30 por ciento cree que las opiniones deben ser reguladas para que no causen daños.
Sin embargo, cuatro de cada diez portales que no han incorporado el recurso de los blogs admiten que, aunque cuentan con la tecnología para hacerlo, les preocupa la falta de mecanismos para controlar la participación en línea.
Ante la persistencia del fenómeno, algunos analistas empiezan a plantearse si las injurias, vulgaridades, amenazas y consignas sectarias -que en otra época difícilmente habrían trascendido la mesa de la cocina o el baño de un estadio- son el precio del avance tecnológico. La mayoría, no obstante, se sigue preguntando si es posible hacer algo al respecto.
Las respuestas a estas cuestiones pasan por muchos campos, inclusive el penal, y son tan complejas como Internet misma. Al fin y al cabo, se trata de un invento que en poco más de una década ha revolucionado desde los quehaceres más sencillos (enterarse de las últimas noticias, por ejemplo) hasta la forma de hablar.
Del dicho al hecho…
«En Internet se habla sin pensar, pero si a los usuarios les pidieran firmar con su nombre los comentarios, como en una carta a un diario tradicional, muchos se avergonzarían», sostiene Jeffrey Cole, director del Centro para el Futuro Digital, de la Universidad del Sur de California.
El filólogo Mariano Lozano, ex jefe del Departamento de Dialectología del Instituto Caro y Cuervo, va un poco más allá: «Aunque está basado en signos, el lenguaje que se usa en Internet no es escrito, sino oral. El texto escrito es el que se perpetúa y esto no ocurre con lo que se dice en la red. Creo que buena parte del problema de los insultos radica en la irresponsabilidad que rodea a lo efímero».
BERNARDO BEJARANO G.
REDACTOR DE EL TIEMPO
CON INFORMACIÓN DE AP
Guardianes de la reputación en línea
Las calumnias en Internet son tan frecuentes y perjudiciales que ya surgió quien las convirtiera en negocio. «A una persona le toma 20 minutos destruir tu reputación y no le cuesta nada», dice Michael Fertik, dueño de Reputation Defender, una empresa que emplea a 40 «agentes» de medio tiempo, cuya misión es buscar y destruir contenidos ofensivos en la red. «Borrar algo puede tomarnos hasta 200 horas», compara este abogado, que fundó la compañía el año pasado.
Su clientela abarca desde víctimas de comentarios en páginas para conocer pareja hasta personas que se sienten maltratadas por textos publicados en redes sociales como MySpace.com.
Fertik ofrece «un servicio de relaciones públicas para el ciudadano común». Sus tarifas arrancan en 10 dólares (unos 22.000 pesos) mensuales por una búsqueda exhaustiva de referencias en Internet.
La parte de la destrucción comienza con el envío de una carta muy cortés al portal. Si no hay respuesta, se puede amenazar con una demanda.
JOCELYN NOVECK (AP)