Los japoneses han empleado los últimos 40 años en crear el mayor poder económico mundial, a partir de las cenizas en las que quedaron después de la Segunda Guerra Mundial. Como resultado el mercado japonés está en cualquier rincón del mundo. Paralelamente a esta expansión viene el problema a convertirse en blanco atractivo para los terroristas.
Hasta ahora los japoneses se han resistido a asumir un papel político cónsono con su poderío económico. Esto posiblemente mantiene confinados los ataques a los intereses nipones a un nivel muy bajo, en materia de extorsiones y secuestros. Sin que lo hayan expresado así, como propio de su política, pareciera que ellos están dispuestos a pagar el rescate que sea necesario para darle protección a su economía, evitando conflictos. Para ellos es simplemente un costo necesario para hacer negocios en ciertas áreas.