¿Qué clase de policías queremos los ciudadanos?
Un problema que se viene dando en muchas policías de Latinoamérica es la corrupción, desde mi punto de vista uno de los mayores obstáculos para poder enfrentar con éxito a la delincuencia. Esta corrupción se puede expresar de varias formas y maneras, por ejemplo, como extorsión a los ciudadanos, violación de su propio reglamento o de leyes, normas o procedimientos, complicidad con los delincuentes, malos manejos de recursos.
No podemos ni debemos permitir que la corrupción policial se convierta en una «práctica normal” incluso tolerable. ¿Cuántas veces son los propios ciudadanos quienes «sobornan» al policía, al haber incurrido en alguna falta de tránsito? No olvidemos que la razón de la actuación policial somos los ciudadanos, en un marco del cumplimiento estricto de su deber.
El Estado les ha dado autoridad y un arma para proteger a los ciudadanos. Lamentablemente este mal endémico hace que una alta percepción de corrupción en las filas de la policía exista en la ciudadanía, ello sólo crea desconfianza y desazón. Además, las malas actuaciones policiales empañan a toda la institución policial, cualquier esfuerzo quedará diluido por acciones de corrupción, y no podemos hablar de casos aislados ya que los números que inspectoria general está revisando son importantes.
Por lo menos en el caso de Perú, debo señalar que cuando trabajé como asesor de la presidencia de prisiones pude conocer por boca de delincuentes que se dedicaban a asaltos y secuestros, que existe un mercado negro de armas de fuego que son de procedencia militar-policial, que las alquilan por lo general los fines de semana, donde el control de las armerías baja.
Esto me trae a la memoria que en el año 2006 se perdieron 4 AKM y 4 revólveres de la comisaría de San Luís, luego una parte fue recuperada y las investigaciones arrojaron participación de malos elementos policiales. Ahora está en plena investigación el robo de 15 armas de la armería de la jefatura metropolitana de Lima centro. Ello me trae a la memoria la versión brindada por los delincuentes en las prisiones.
Indudablemente, tiene que haber un estricto control en todas las armerías de la institución policial. Hoy estamos ante otro gran escándalo: se ha desarticulado una mafia de malos policías que hurtaron más de cinco mil galones de aceite que eran utilizados para el mantenimiento de las unidades policiales que patrullan la ciudad.
Luego de la inspección, se pudo comprobar lo que era un secreto a voces en las dependencias policiales, los robos sistemáticos de lubricantes y combustible. Las pesquisas también permitieron determinar que oficiales de alto grado comandantes están involucrados en el escandaloso hurto. El problema radica en que muchos actos de corrupción quedan sin castigo en la institución policial.
La inspectoría debería de hacer pública las distintas denuncias que tienen en su poder, es lamentable que algunos policías quieran hacer uso de un falso espíritu de cuerpo para cubrir los delitos de algunos de sus compañeros, a propósito del escándalo de Fospolis hoy ya no se habla.
Finalmente, cualquier campaña por la seguridad ciudadana fracasará sino se ataca la corrupción interna que hay en la policía.