Deben estar dirigidas a la reducción de los síntomas centrales de tipo emocional y mental y a la prevención de la incapacidad o bloqueo emocional crónico, procurando así la recuperación ocupacional y la reinserción social.
El tratamiento puede consistir en técnicas conductuales, medicación y diversas formas psicoterapéuticas.
Las técnicas conductuales pueden ser de gran valor cuando destacan como síntomas la ansiedad y los elementos fóbicos. La terapéutica de relajación puede ser útil para reducir la ansiedad y reducir el sueño. La desensibilización progresiva puede usarse para erradicar los elementos fóbicos.
La medicación es útil y fundamental frente a los altos montos de ansiedad y depresión -a veces hasta con ideación suicida- que, en la mayoría de los casos, comportan una psicosis reactiva breve. Esto debe ser manejado por el médico psiquiátra.
Las diversas formas de psicoterapia, sola o acompañada con la medicación, bien aplicadas por lo general dan un resultado exitoso rápido. La terapia reeducativa, usada en los casos con síntomas prolongados, permite un mejor insight de la situación y una rápida elaboración como si fuera un estado de duelo.
Estos tratamientos deberán ser extensivos a la familia de la víctima y a sus amigos, quienes con frecuencia quedan muy afectados psíquicamente: temor, miedo, llanto fácil, irritabilidad, insomnio, dependencia y falta de apetito.
No es recomendable que neófitos participen en el tratamiento terapéutico de estas situaciones: la expresión “pon de tu parte” es proscrita en el ámbito psicoterapéutico.
La reminiscencia de la situación estresante en ocasiones puede ser útil bajo las manos del especialista.
Las técnicas de higiene mental y ocupacional son efectivas en estas situaciones, muy semejantes a un desastre como es el secuestro.
Es importante también señalar que en el caso de los secuestradores, delincuentes con una personalidad psicopática o disocial, la rehabilitación es casi imposible tomando en cuenta lo refractario de esta patología a todo tipo de tratamiento.