Cómo hacer frente a los disturbios y violencia social

Cómo hacer frente a los disturbios y violencia social
Cuando las situaciones sociales y los conflictos se agudizan, los Gobiernos tienen que adoptar una serie de medidas para tener bajo control esos actos. No estoy en contra de las luchas sociales y menos si éstas son justas, sin embargo, el tomar carreteras, pistas o puentes, el destruir la propiedad pública y privada, la violencia en cualquiera de sus formas, las considero un delito y, como tal, tienen que ser sancionados.
La violencia en Moquegua estaba más que anunciada, la mejor prevención frente a los disturbios sociales es el dar solución anticipatoria a la problemática que originaron esas reacciones. Esa es tarea del Gobierno, además a nivel de seguridad pública se tiene que realizar un buen trabajo de inteligencia para, de acuerdo a la información recabada, poder tomar las decisiones más adecuadas.
Pregunto: ¿Qué pasó con los informes de inteligencia? Sin duda, la policía tiene un desarrollo de diversas estrategias para enfrentar cada situación en particular, no dejando de señalar que el control de masas es sumamente complicado, y más cuando estas se desbordan. Este tipo de crisis se tienen que saber manejar con mucha prudencia, pero también con mano firme y dura a fin de evitar excesos.
En la mayoría de las ocasiones, los disturbios y protestas sociales se dan producto de una mala actuación de las instituciones del Estado, ello se da cuando el Gobierno no quiere escuchar y resolver los reclamos por parte de la población. Un buen sistema democrático debe ser firme y enérgico, pero tomando en cuenta que la democracia sabe escuchar, atender, estimar y negociar para que todas las partes ganen de manera justa, evitando así la violencia que se llevó a cabo en la ciudad de Moquegua.
Muchos de estos sistemas están fomentados y azuzados por grupos antidemocráticos que, al no poder establecer sus demandas por medios legales, se valen de la población aprovechando muchas veces sus necesidades o ignorancias. No olvidemos que el derecho de uno termina donde empieza el derecho del otro y esta clase de acciones violentas perjudica a la mayoría que nada tiene que ver con los reclamos.
Hay tres palabras claves para hacer frente a este fenómeno: prevenir, disuadir y controlar. Existen una serie de estudios acerca de la gerencia del orden público y el control de masas, tales como el «manejo de situaciones peligrosas», desarrollado por el Dr. Otto M.J Adanq de la academia de policía del Reino de los Países Bajos y de la universidad de Liverpool. Este programa se centra en la interacción existente entre las fuerzas de seguridad pública y los civiles en situaciones conflictivas y potencialmente peligrosas.
Incluye además una investigación de temas relacionados con el uso de la fuerza, por ejemplo, en el empleo de armas de fuego, bombas lacrimógenas o gases pimienta. Un documento importante para leer, sobre todo por lo manifestado por el Presidente de la República Alan García respecto a los sucesos de Moquegua, el cual afirmó: “Me impresionó mucho ver que un alto jefe policial se entregara de esa manera, tan mansamente. El general Jordán tuvo que tomar las precauciones suficientes y jamás reaccionar ante el peligro físico como lo hizo. Una persona que tiene miedo físico, mejor no se meta en esas cosas”.
Por su parte, el general Jordán manifestó que él sólo acató las ordenes de Lima de acudir sin armas de fuego y que pidió disculpas al pueblo de Moquegua, ya que él y su personal corrían el riesgo de ser ahorcados por los manifestantes. Ante eventos de esta naturaleza, el general Jordán quedó como el perfecto chivo expiatorio, rompiéndose la pita por el lado más débil. Lo sabré yo que lo viví en carne propia en el año 2004.
Realmente es difícil encontrar la comprensión de algunas protestas sociales sin analizar los detalles y sus motivaciones. Algunos sostienen que hay causas justificadas para estas protestas, otros que no es la manera y finalmente están quienes las rechazan de plano. En mi opinión, lo importante es comprender por qué suceden estos actos. Sólo así y con un permanente diálogo se podrá buscar una solución a los impases.
Pareciera que los peruanos no tenemos memoria. Recordemos que en la administración del presidente Alejandro Toledo se tuvo que declarar el estado de emergencia y sacar a los militares a las calles en la ciudad de Arequipa. Esa fue su más grave crisis de protesta que tuvo que enfrentar. Es paradójico que vivamos alteración del orden público en algunas ciudades, cuando en los tres últimos años venimos teniendo logros económicos importantes reconocidos por diversas e importantes instituciones internacionales.
Actualmente somos un país muy atractivo para las inversiones. La ciudad del Cuzco ha sido declarada como una de las siete nuevas maravillas del mundo moderno. Nuestra gastronomía está considerada como una de las mejores. Que falta el goteo de dinero y oportunidades para los más necesitados, sin duda alguna, pero no me cabe la menor duda aquel viejo refrán que señala que el peor enemigo de un peruano es otro peruano.
El país quiere soluciones y no más diagnósticos en sus principales problemas como educación, salud, trabajo, seguridad. Es importante tener en cuenta la última encuesta realizada en América Latina y donde se señala que sólo un 18% se siente satisfecho con la democracia en el Perú. Y es que el concepto de democracia dependerá en gran medida del actuar de los políticos. Sobran las palabras.
Finalmente, el problema fue arreglado gracias a complejos acuerdos del Gobierno central con los representantes del gobiernos regionales, alcaldes así como grupos sociales comprometidos en la problemática. Ahora me pregunto: ¿Qué ciudad seguirá con ese tipo de reclamos? Sin duda, fue resquebrajado seriamente el principio de autoridad. El manejo del conflicto por parte de la policía ha dejado mucho que desear y a un excelente oficial fuera de su puesto.
Es sumamente importante deslindar responsabilidades políticas y personales y aplicar a los responsables las sanciones que les correspondan. De no hacerlo, habremos sentado un precedente de impunidad a estas violentas acciones, así como su manejo.

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