El cartón no devuelve los tiros

El cartón no devuelve los tiros
Bien sea que usted lleve consigo un arma de fuego o piense introducirse en el mundo de los que las llevan, estas recomendaciones van para usted.
A las 10:30 a.m. Jorge Pinto salió del Banco con 500 mil bolívares en efectivo recién sacados de la cuenta de la compañía. La caja chica se había agotado y no había motorizado disponible, así que se enfundó su Glock 17 y decidió hacerlo él mismo.
A pesar de que el monto no era grande Pinto sabía que era víctima deseable, así que no perdió el tiempo y una vez fuera del banco se fue directo hacia el estacionamiento donde tenía el carro. Al meter la llave en la cerradura sintió un alivio… Momentáneo.
De la nada aparecieron tres sujetos que lo rodearon. Dos lo abordaron y uno se mantuvo en la periferia. El típico “dame los reales o te quiebro” salió de uno de ellos. Todo hubiera sido un atraco más de las estadísticas si no hubiera sido porque el líder del grupo decidió abrirle la chaqueta y se encontró con la Glock reposando en su funda.
-Este tipo está armado-dijo.
-¡Quiébralo, es policía!- soltó el otro
Tácticamente la situación no podía ser peor: sin opción a negociación, espalda pegada contra el carro, dos sujetos en los flancos a metro y medio de él y uno fuera de rango que vigilaba la situación, qué tipo de armas tenían no lo sabía, ya que hasta el momento todos mantenían la mano debajo de la franela.
Pinto sabía que había llegado el momento de jugársela, así que hizo lo que había hecho un millón de veces en la galería, llevó la mano al arma con la intención de desenfundar y disparar desde la cintura al que tenía más cerca.
Lo malo fue que el que tenía más cerca se dio cuenta de sus intenciones, sacó de la franela su arma y se abalanzó encima de él a fin de evitar que Pinto desenfundara. La situación no podía ser más bizarra, ambos engarzados en un abrazo en el cual la pistola de Pinto apuntaba a la cadera del atracador y la pistola del atracador apuntaba a la pierna de Pinto.
Sonaron dos tiros y el efecto fue atronador: un tiro – el de Pinto – hizo blanco en la cadera del sujeto haciéndolo perder el equilibrio, el tiro del atracador le llegó al muslo. El que estaba en la periferia valientemente echó a correr al oír los tiros, dejando a Pinto con el segundo más cerca. “Bueno, queda uno”, pensó al encararlo sin siquiera darse cuenta de la herida.
El segundo atracador, incapaz de huir debido a lo cerca que estaba, se le abalanzó encima con lo que resultó ser un cuchillo. Pinto pudo comprobar en carne propia aquél principio que dice que una persona promedio puede cubrir una distancia de 7 metros en dos segundos o menos.
Instintivamente, se fue hacia atrás disparando tratando de ganar distancia con el sujeto, lo malo fue que aunque se alejaba tan rápido como podía, el sujeto avanzaba a mayor velocidad.
En medio de la carrera hacia atrás Pinto fue a dar al piso. A pesar de que seguía disparando a lo que se supone es el centro de masa del sujeto, el atracador había logrado abalanzarse sobre él y ya le había llegado con el cuchillo a la cara interna del muslo y al estómago en medio de un forcejeo en el suelo.
Diez segundos que habían durado una eternidad terminaron con el siguiente saldo: un atracador en el piso con la cabeza del fémur destrozada, el del cuchillo con 2 tiros en el pecho yacía encima de Pinto y nuestro héroe tenía un tiro en el muslo, corte leve en la femoral y una punzada con penetración de dos centímetros en el estómago. Por cosas de la vida logró sobrevivir para compartir esta historia durante uno de nuestros cursos años después.
Reflexiones
“Los cartones no devuelven los tiros y tampoco se te vienen encima”, fue la frase de nuestro amigo como moraleja de cierre a su historia, lo que da pie a algunas consideraciones acerca de cómo nos preparamos para enfrentar situaciones con fuerza letal.
Ciertamente a nuestro amigo se le puede acusar de no tomar medidas preventivas o haber mantenido el estado de alerta necesario para anticipar la situación. Pero lo cierto es que fue su entrenamiento lo que le salvó la vida. No obstante, introdujo un tema espinoso en la manera como había venido entrenando: el cartón no devuelve los tiros ni tiene intención de hacernos daño.
El sujeto con el punto rojo apunta a los dos policías (flechas) a menos de 1/2 metro de distancia. El punto rojo del fondo es el cómplice. Segundos después de esta toma ambos policías mueren abaleados.
Más allá del Marksmanship
Algunas estadísticas de interés:
•El promedio de agresiones en la calle, léase atracos y altercados casuales, suceden en distancias menores a dos metros.
•Una persona promedio puede estirar la mano y alcanzar su objetivo en 0.16 segundos, el tiempo de reacción humana es de 0.20 segundos.
•La reacción humana que ocurre en esos 0.20 segundos es instintiva, no táctica.
•Una persona altamente entrenada es capaz de desenfundar, disparar y acertarle a algo a dos metros de distancia en 1.5 segundos, 7 veces más lento que lo que tarda un agresor en alcanzarla con la mano a 1.5 metros de distancia.
•Ninguna bala es capaz de detener en seco a un individuo promedio de 80 Kg . que corre hacia nosotros.
•Un sujeto que corre hacia adelante es diez veces más rápido que uno que corre de espaldas.
•En la calle, aproximadamente por cada 2 metros cuadrados se encuentra un obstáculo que puede jugar a nuestro favor o en nuestra contra.
•Un entrenamiento que no considere estas estadísticas le resta mucho de realidad a las soluciones que plantee para enfrentar el problema de lidiar con situaciones de amenaza letal en la calle.
Para entender el problema hagamos la siguiente analogía con las artes marciales:
Practicamos “tiro en seco” (desenfundar y disparar con el arma sin aprovisionar) a fin de mejorar nuestro desenfunde, agarre y presentación del arma. En las artes marciales esto sería igual a hacer boxeo de sombra o katas.
Disparamos el arma contra un objetivo estacionario, a fin de practicar nuestra puntería y capacidad de cuadrar miras o mejorar nuestro tiro instintivo (o dirigido, como lo llama Fernando Arcaya, nuestro Director Técnico). Algo parecido a lo que hacemos cuando trabajamos con un compañero usando guanteletas o un saco.
Luego añadimos algunas complicaciones como coberturas, múltiples blancos, blancos en movimiento, iluminación, tiempo y puntuación dentro de situaciones preestablecidas que nos permiten trabajar tácticas. Una especie de drill de técnicas/contratécnicas y sparring en las artes marciales.
Aunque este trabajo es imprescindible para desarrollar a un buen tirador, si lo vemos objetivamente aún no sabemos si somos capaces de aplicar todo eso contra un sujeto que a corta distancia se nos viene encima y va a responder a nuestro intento por derribarlo. A fin de cuenta, hasta el momento sólo le disparamos a un cartón con figura humanoide que:
•No trata de tomarnos por sorpresa
•No nos acorrala
•No habla
•No se desplaza evasivamente o corre hacia nosotros
•No dispara
•No apuñala
•No golpea o intenta quitarnos el arma
•No tiene intención de hacer daño
•No evalúa la situación a fin de encontrar la mejor forma de frustrar nuestra acción
•En fin de cuentas, no es otro ser humano…
Llevar las cosas a otro nivel
“En situaciones reales te das cuenta que mucho de lo que practicas formalmente termina por desaparecer: disparas con una mano y apenas tienes tiempo de hacer una buena presentación, cuadrar miras es un lujo, probablemente te estés moviendo, tal vez cayéndote o totalmente fuera de balance, en un momento tienes al enemigo enfrente y al siguiente puede estar encima de ti forcejeando contigo”, nos decía Fernando Arcaya en una sesión de práctica entre los instructores de la Escuela.
Cuando hablamos de estas situaciones planteamos escenarios en los cuales el tiempo-espacio para desenfundar y disparar es sumamente limitado: atracos, altercados de calle, emboscadas, operaciones en espacios confinados y todos aquellos momentos en los cuales anticipar y atrincherarse no son una opción. Y ciertamente en distancias cortas se plantea una nueva dimensión con variantes hasta ahora poco exploradas:
La necesidad de interactuar con técnicas simples de cuerpo a cuerpo que permitan la transición al desenfunde se hacen obvias: golpear, bloquear, desviar, desarmar, desplazarse evasivamente y todo aquello que permita crear un mínimo de espacio – tiempo para desenfundar.
Forcejear por el control del arma, bien sea la nuestra o la del agresor introduciendo no sólo técnicas de desarme y retención tradicionales, sino situaciones inusuales como trabajo desde el suelo, en espacios confinados o en posiciones de total desequilibrio que permitan mantener el control del arma y usarla.
Lidiar con agresores con distintas capacidades de hacer daño: armas de fuego, punzocortantes, de impacto, superioridad numérica y otros.
Fluidez en la transición en opciones de fuerza o la capacidad de pasar de una herramienta a otra si la situación escala rápidamente: mano – pistola, hablar-pistola, bastón – pistola, pistola principal –backup, etc.
Desenfundar, disparar y hacer blanco desde cualquier posición.
Operar en entornos con obstáculos, desniveles y distintas topografías.
Durante una sesión de entrenamiento con pistolas AirSoft.
Capacidad de manejar un paquete de tácticas que permitan evaluar rápidamente la situación y poner en acción planes para solucionar el problema.
Combate Cercano Extremo
Como se ha visto, la necesidad de interactuar con sujetos reales abre una dimensión de entrenamiento poco considerada en la mayoría de los entrenamientos tradicionales.
Aunque la tecnología para hacer esto existe desde hace años, hasta no hace mucho se hizo más accesible a presupuestos más ajustados. Pero a pesar de que la tecnología ofrece distintos dispositivos, la metodología para un buen entrenamiento enfocado al día a día de civiles, patrulleros y escoltas debe ser desarrollada sensatamente por el instructor a fin de evitar caer en un juego de vaqueros, algo que no todo el mundo sabe hacer.
Pensando en esto lanzamos “Combate Cercano Extremo”, que es el nombre con el que la Escuela de Protección Personal ofrece una nueva dimensión de cursos bajo el concepto de fuerza contra fuerza, planteando una serie de entrenamientos en los que los que los participantes interactúan con sujetos reales, ofreciendo un repertorio de técnicas y tácticas desarrolladas para situaciones de enfrentamiento a menos de dos metros de distancia.
Avalado por la experiencia de los instructores en el área operativa y el diseño de entrenamientos de alto estrés para personal de seguridad y organismos policiales y militares, esta nueva serie crea los vínculos que le permiten al participante fluir de áreas defensivas pocas veces vinculadas entre sí.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *