Irán: el ataque inminente
Dr. Ramiro Anzit Guerrero
EL FALLO DE LA AMIA QUE IMPLICA A IRAN
El 17 de marzo de 1992 una violenta explosión destruía a la embajada de Israel en Buenos Aires y dañaba seriamente a una Iglesia Católica y a una escuela adyacente. Murieron 29 personas y 242 resultaron heridas. Inicialmente, la investigación se orientó sobre la pista islámica. El atentado habría sido cometido por un camikaze palestino que habría utilizado una camioneta llena de explosivos. Habría pertenecido al grupo Jihad Islámica y la motivación habría sido vengar el asesinato por parte de Israel del líder del Hezbollah libanés Sheikh Abbas al-Musawi y de su familia. La operación habría sido preparada por un grupo Paquistaní y coordinada por Mohsen Rabbani, el agregado cultural de la embajada de Irán en ese momento.
El 18 de julio de 1994, una segunda explosión destruyó el edificio de la Asociación Mutual Israelita Argentina (AMIA) donde murieron 85 personas y más de 300 resultaron heridas. La investigación inicial se orientó también sobre la pista islámica. Un camikaze libanés de 29 años habría cometido el atentado, Ibrahim Hussein Berro, conduciendo un vehículo que detonó contra el edificio. Algunos años más tarde, se expidió una orden de detención contra Imad Mugniyah, un miembro del Hezbollah. Luego, el antiguo embajador de Irán en Argentina, Hade Soleimanpour, fue detenido en el Reino Unido y después liberado por falta de pruebas.
A doce años del atentado del 18 de julio de 1994 contra la AMIA en la cuidad de Buenos Aires, dos magistrados encargados de la investigación piden al juez federal, Rodolfo Canicoba Corral, expedir una orden de detención internacional contra el antiguo Presidente iraní Ali Rafsandjani y siete altos dignatarios iraníes de ese momento, y también contra un líder del movimiento shiíta libanés Hezbollah. Según Alberto Nisman, el magistrado que dirige la unidad especialmente creada por el actual Gobierno argentino para determinar la responsabilidad del más violento atentado perpetrado contra una institución judía en el mundo, el ataque de 1994 contra la AMIA fue decidido por los más altos responsables del Gobierno iraní y realizado por la organización terrorista libanesa Hezbollah.
En un expediente de 800 páginas, el magistrado imputa un único móvil al Irán de Rafsandjani: castigar a la Argentina después de la suspensión unilateral de la asistencia tecnológica nuclear que el país había concedido a Teherán. Estos acuerdos se habían celebrado entre los dos países bajo el Gobierno del Presidente Raúl Alfonsin (1983-1989) y el Presidente Carlos Menem había decidido suspenderlos en 1991. El equipo de magistrados afirma que el atentado se decidió el 14 de agosto de 1993, en una reunión en la ciudad iraní de Mashad, ciudad santa del shiísmo. Según los jueces argentinos, participaron en esta reunión el antiguo Presidente Ali Rafsandjani (1989-1997), el antiguo Ministro de Información, Ali Fallahjan, el ex Ministro de Asuntos Exteriores, Ali Akbar Velayati, el ex comandante de la Guardia Revolucionario (Pashdaran), el general Mohsen Rezai y el antiguo consejero cultural de la embajada de Irán en Buenos Aires, Mohsen Rabbani.
Por último, los magistrados apuntan también al jefe de los servicios de seguridad exterior del Hezbollah, Imad Fayez Mugniyah. Para apoyar estas acusaciones, los dos jueces argentinos se basan en declaraciones de arrepentidos y disidentes iraníes. Toman también fuentes como los informes de la Secretaria de Inteligencia argentina (Ex SIDE), el FBI norteamericano y el Mossad israelí que inmediatamente después del atentado de 1994 había acusado a Irán y al Hezbollah. Los jueces argentinos garantizan que pudieron validar estas acusaciones cruzándolas con otros elementos, como llamadas telefónicas.
La comunidad judía de Argentina, la más importante de América Latina (300.000 personas) es muy influyente y reclamó a la Justicia un fallo desde hace doce años, ejerciendo una fuerte presión sobre las autoridades argentinas.
Para la comunidad judía argentina, si la investigación se había realizado correctamente en 1992, el atentado de 1994 contra la AMIA no habría sido así. Se ha criticado severamente a todos los Gobiernos argentinos sucesivos, desde el ex Presidente Carlos Menem en el poder al momento de los hechos, por la ausencia de progreso en las investigaciones sobre estos atentados. Sobre la base de un testimonio de un agente de los servicios secretos iraníes refugiado en Alemania, se acusó a Carlos Menem de haber aceptado dinero de Irán, diez millones de dólares que se habrían depositado en una cuenta en un banco de Suiza, con el fin de impedir la continuación de la investigación sobre el sangriento atentado contra la AMIA.
Por su parte, en 2005, el Presidente Néstor Kirchner había reconocido la «responsabilidad del Estado» en las faltas de la Justicia. Era la primera vez que se hacia este reconocimiento en la historia argentina.
Los Estados Unidos ya habían felicitado al Gobierno de Néstor Kirchner por sus esfuerzos para hacer avanzar la investigación en un sentido que obviamente les ha convenido estratégicamente. Buenos Aires va seguramente a ver sus relaciones con Teherán deteriorarse aún más. Exactamente después del atentado, los dos países habían roto sus relaciones diplomáticas. Estos últimos años una aproximación se había concretado con el envío a Buenos Aires de un encargado de negocios iraní.
Para avalar sus advertencias contra el Eje Shiíta (Irán, Siria, Hezbollah libanés), Washington resaltó la acusación formal del gobierno argentino sobre Irán en los atentados cometidos en Buenos Aires a principios de los años 1990. Tras una reunión que se celebró en Washington en mayo de 2006 y en la cual participaron dos altos magistrados de Buenos Aires, se habrían ejercido fuertes presiones a la vez sobre el Gobierno y sobre la justicia argentina para lograr la acusación contra Irán.
Esta teoría la sostiene el abogado Oscar Abdura Bini que presentó una denuncia ante el Tribunal administrativo de la Provincia de Buenos Aires dirigida contra el American Jewish Committee y los fiscales Nisman y Martínez Burgos por supuestamente obstaculizar el accionar de la Justicia.
Por su parte el actual encargado de negocios de la embajada iraní en Buenos Aires, Mohsen Baharvand, afirmó que Irán estaba «dispuesto al diálogo» con Argentina para demostrarle su inocencia en el atentado contra la AMIA en 1994. Con este fin Baharvand dijo que cada país debía designar a un interlocutor a fin de aclarar el asunto. El encargado de negocios iraní en Argentina por otra parte descartó una posible ruptura de relaciones diplomáticas a pesar de la tensión creciente entre los dos países. Una orden de detención internacional fue entregada por la justicia argentina por crímenes contra la humanidad del ex Presidente iraní Akbar Rafsandjani y de otros dirigentes acusados de haber financiado a través del partido shiíta libanés Hezbollah el atentado contra la AMIA. Las autoridades iraníes, que refutan toda responsabilidad y rechazan esta orden de captura que califican de infundada, habían reaccionado anunciando la acusación por injurias sobre los fiscales argentinos.
EL ENEMIGO NUCLEAR IRANI Y EL ATAQUE INMINENTE
Hace mas un año que Irán reactivó la producción de uranio enriquecido. En agosto de 2005, el mundo diplomático preveía una grave crisis internacional, habida cuenta de la decisión iraní. Irán reactivó la producción de uranio enriquecido rechazando las propuestas de los negociadores europeos (Gran Bretaña, Alemania y Francia). Aunque este enriquecimiento sea totalmente compatible con el Tratado de no Proliferación de Armas Nucleares, corre el riesgo de causar una grave crisis internacional.
A pesar de lo anterior, el presidente iraní dijo que el enriquecimiento de uranio no es incompatible con el Tratado de no Proliferación de Armas Nucleares. Recordemos que Francia, Gran Bretaña, Alemania, Rusia, China y los EE.UU. formularon una oferta encaminada a convencer a Teherán de renunciar en sus actividades de enriquecimiento nuclear, en forma de un paquete de propuestas, cuya cooperación en el ámbito nuclear civil, establecía una asociación comercial así como una cooperación política que equivalía a hacer de Irán un socio de la Unión Europea.
En este largo plazo de tiempo, habrá muchos imprevistos, en espera del petróleo mucho más de 100 dólares el barril. Irán estará en condiciones de fabricar una bomba nuclear de aquí a un año o dos a más tardar. Es lo que ha declarado el general Méïr Dagan, jefe del Mossad. Según Dagan, Irán dispondrá pronto de materia fisible con la cual se puede fabricar una bomba nuclear. A partir de esta fase, la fabricación de la bomba no es más que un simple proceso técnico. Y siempre según el general israelí, en los próximos meses, si nada lo impide, Irán alcanzará su independencia en cuanto a tecnología nuclear. El general Dagan hizo estas afirmaciones en su intervención anual en la comisión de Asuntos Exteriores y de la Defensa del Knesset, el Parlamento israelí.
Los responsables políticos y militares recientemente multiplicaron sus advertencias contra Irán, que acusan de pretender dotarse con el arma nuclear bajo la protección de programa nuclear civil. Los temores del Estado hebreo frente a Irán se atizaron después de las observaciones en octubre del Presidente iraní, Mahmoud Ahmadinejad apelante a borrar a Israelí del mapa mundial.
Fuentes de los servicios secretos y del ejército de los Estados Unidos y del extranjero revelan distintos elementos que indican que estamos en la fase final de un ataque a las instalaciones nucleares y militares iraníes, para lo cual EE.UU. podría recurrir a armas nucleares tácticas. Entre los objetivos probables de estos bombardeos de saturación se encuentra la central nuclear de Bushehr (dónde trabajan rusos y otros técnicos extranjeros), una mina de uranio en el Saghand cerca de la ciudad de Yazd, el sitio de enriquecimiento del uranio de Natanz, una central de agua pesada e instalación de isótopos radioactivos en Arak, la Unidad de combustible nuclear de Ardekan, el Centro de conversión de uranio y tecnología nuclear de Ispahan, el Centro de búsqueda nuclear de Teherán, el Centro de producción de isótopos de molibdeno, yodo y xenón de Teherán, los Laboratorios multifuncionales Jabr Ibn Hayan de Teherán y el depósitos de residuos radioactivos de Karaj y Anarak.
Podría ser también contemplados en una primer fase los lugares de lanzamiento de misiles Shahab-I, II y III, las bases aéreas, incluida la extensa base aérea de Mehrabad que hace también de aeropuerto internacional cerca de Teherán, las bases navales sobre el Golfo Pérsico y el Mar Caspio, tanto las bases de orden, control, comunicaciones como las de información.
A continuación podrían ser atacados los aeropuertos civiles, las estaciones de radio y televisión, los centros de telecomunicaciones, los edificios gubernamentales, las centrales eléctricas tradicionales, las autopistas y los puentes así como las líneas ferroviarias. Los lugares petrolíferos y las instalaciones portuarias comerciales serían conservadas probablemente por los bombardeos norteamericanos, con el fin de conservarlos intactos para los intereses petrolíferos y comerciales de los Estados Unidos, luego de una virtual invasión por tierra. Se asistió a una intensificación de la preparación militar en varias bases norteamericanas que participarán en el ataque en planificado, el cual será principalmente aéreo.
En este sentido, el fuerte Rucker en Alabama recibió la orden del Pentágono de estar preparado para utilizar alrededor 50.000 a 60.000 reclutas, la mayoría civiles bajo contrato, que se desplegarán en ofensivas en Irán. Rucker se encuentra en el centro nacional de impulsión aérea del ejército de los EE.UU., la cual incluye a la escuela de control de helicópteros. Además, se asistió a una intensificación en el grado de preparación en Hurlburt Field (Florida), que alberga el centro de control de operaciones especiales del Ejército del Aire de los Estados Unidos.
También se pudo constatar un significativo crecimiento de actividad en el Centro de combate aire-suelo de la Marina estadounidense, situado en California; principalmente ejercicios de combate no simulado en un medio ambiente desértico y montañoso comparable a las regiones iraníes susceptibles de atacarse. Los servicios europeos de inteligencia dejan entrever que los Estados Unidos informaron a sus aliados de la OTAN que debían esperarse bombardeos destinaban a los lugares nucleares y militares iraníes.
Turquía no autorizaría a los Estados Unidos a utilizar sus bases en caso de ataque militar a Irán, lo que tuvo por consecuencia una serie de visitas por representantes de la administración Bush, que piden a Turquía que participe en la logística, la política y la información en caso de un ataque a Irán.
Los responsables políticos y militares pidieron también a Bahrain, Arabia Saudita, Pakistán, Jordania, al emirato de Omán y Azerbaiján aportar su apoyo a los Estados Unidos en caso de un ataque sobre Irán.
Washington está intentando convencer a distintos países que existe un vínculo entre Irán y Al Qaeda. En este sentido, fuentes que pertenecen a la inteligencia polaca dicen que Radek Sikorski, el Ministro polaco de Defensa, garantizó a su homólogo norteamericano el apoyo de su país en caso de bombardeo sobre Irán. Sikorski es un antiguo miembro del Instituto americano dónde militan neoconservadores como Richard Perle, Michael Ledeen, y Lynne Cheney, la pretendida «Segunda Dama» de los Estados Unidos. Sikorski y el Ministro de Asuntos Exteriores polaco Stefan Meller garantizó el apoyo de Polonia en la OTAN, durante la división entre los países que causarían los bombardeos norteamericanos.
Por su parte, Gran Bretaña, Australia, Italia y los Países Bajos, serían opuestos a los planes de ataque. Los servicios de información mas calificados esperan con inquietud las consecuencias que tendría un ataque a Irán por parte de los Estados Unidos. Existiría una probabilidad muy elevada de represalias shiítas en Irak, en la provincia oriental de Arabia Saudita, en Kuwait, Bahrain, Emiratos Árabes Unidos, el Líbano, Afganistán y contra objetivos norteamericanos militares, diplomáticos, y económicos en la región.
Las contaminaciones radiactivas que resultarían de un ataque nuclear convencional o táctico causarían importantes problemas con Pakistán, la India, China, Rusia, Japón así como con otros países de Asia y el Pacífico que se encuentran sobre la trayectoria de los vientos; entre estos problemas se podría asistir a la caída del Gobierno de Pervez Mousharraf en Pakistán, y a su sustitución por un régimen islamista radical dotado con el arma nuclear, lo que causaría una respuesta militar de la India, una de las potencias nucleares.
El CONTRATAQUE DE IRAN
A manera de contraataque, Irán enviaría inmediatamente sus misiles Shahab I e II sobre la Zona norteamericana en Bagdad, sobre las bases aéreas de Qatar, sobre la base de la Marina estadounidense en Bahrain, sobre la base de Camp Doha en Kuwait, la base aérea AL Seeb en Omán, el aeropuerto internacional de Bagdad y la base norteamericana de Kandahar en Afganistán. Irán enviaría también sus misiles de largo alcance Shahab III sobre las ciudades israelíes de Tel Aviv, Haifa, Beersheba, Eilat y sobre el complejo nuclear israelí de Dimona.
Irán lanzaría misiles sobre los buques estadounidense que navegan en el Golfo Pérsico y en los centros petrolíferos de Arabia Saudita y Kuwait. A su vez, los bombardeos podrían también implicar el final virtual de la OTAN como organización de defensa viable, terminando la separación entre Washington y Europa. Además, podría ser que China elija mantener financiera y militarmente a Irán, que es su segunda fuente en cuanto a importación de petróleo después de Arabia Saudita.
China tiene la intención de hacer transitar por Irán el gas natural que compra en Turkmenistán (China importa un 60% de su petróleo, 17% de los cuales vienen de Irán). Es así como, bajo los auspicios de la Organización de cooperación de Shanghai (SCO), Rusia recientemente participó en un ejercicio militar en el cual estuvieron China y la India, en caso de continuar las estrategias expansionistas de Estados Unidos en Asia incluido un ataque a Irán, que podría convertirse en miembro del SCO. Ya en agosto de 2005, Rusia y China por primera vez organizaron maniobras comunes, con la participación de los ejércitos de Tierra, Aire y la Marina. A principios de diciembre de 2005, Irán realizó importantes maniobras sobre el Golfo Pérsico.
LA DIALECTICA NUCLEAR IRÁN – ISRAEL
La decisión de Irán de abrir de nuevo, a pesar de los vetos, varios de sus centros de investigación nuclear y de reanudar el enriquecimiento de uranio, causa una ola de protestas de los principales gobiernos.
En este contexto, cabe destacar que los cinco miembros del Consejo de Seguridad de la ONU (EE.UU, Rusia, China, Gran Bretaña y Francia) que son a la vez cinco potencias nucleares, nunca condenaron a Israel que tiene bombas atómicas desde el año 1966, producidas en la fabrica de extradición de uranio del reactor Simona, mientras que un industrial francés, Dassault, fue el que construyó los misiles Jericó que permiten lanzar las cabezas nucleares dentro de los territorios enemigos de Israel como es el propio Irán.
Uno de los científicos que trabajaron en el proyecto en calidad de técnico en la estación nuclear de Dimona fue el físico nuclear Mordechai Vanunu, recientemente liberado de la cárcel israelí, viviendo actualmente en una residencia supervisada por los organismos de seguridad. Fue el primero, en 1986, en llamar la atención del mundo entero sobre el programa nuclear israelí, lo que le valió, a este judío convertido al cristianismo, el ser secuestrado por el Mossad y ser encarcelado por traición y espionaje.
Israel es una potencia nuclear temible, disponiendo de un arsenal de armas de destrucción masiva más que importante, que aterroriza a todas las poblaciones de los países vecinos.
Este Estado nunca ha firmado el TNP (Tratado de no proliferación) firmado en 1976 y ratificado por 188 países. El OIEA (la Agencia Internacional de la Energía Atómica, fundada en 1957 y que depende de la ONU), así como las otras grandes potencias nucleares no ejercieron ninguna presión contra el Estado de Israel.
Se sabe hoy que Israel dispone de 200 a 500 cabezas termonucleares y de sistemas sofisticados de lanzamiento. Israel es hoy la quinta potencia nuclear a nivel mundial, delante de Gran Bretaña, y se sabe que posee también armas químicas y bacteriológicas. Las armas nucleares israelíes están entre las más sofisticadas del mundo. Incluyen las bombas de neutrones, hechas para matar selectivamente a las personas dejando intacto los edificios circundantes, misiles balísticos, minas terrestres y cargas de artillería de un alcance de 60 kilómetros, sin contar con los aviones bombarderos capaces de alcanzar Moscú. Las bombas son de todos los tipos.
En junio de 2000, Israel había lanzado un misil a 1500 kilómetros, desde un submarino. Poseen hoy 3 de estos submarinos, que transportan cada uno 4 misiles similares, con cabeza nuclear. Dedi Zucker, un opositor de izquierda del Knesset, denunció estas armas con los siguientes términos: «moralmente, sobre la base de nuestra historia, nuestras tradiciones y nuestra experiencia, tales armas son monstruosidades que deben rechazarse». Pero sin duda Israel dispone de un medio con el fin de ejercer presión sobre Irán y sus posibles aliados, para que este país dude en lanzar este tipo de armamento sobre el Estado judío.
En agosto de 2003 el Presidente iraní de entonces, el reformador Mohammed Khatami, aparecía como un interlocutor dispuesto a negociar y con quien un acuerdo firmado presentaría garantías suficientes para la comunidad internacional en relación a las pretensiones nucleares iraníes. El régimen iraní de entonces hasta se preocupaba en encontrar soluciones que le permitiera volver a entablar relaciones diplomáticas con Washington. Irán era, a pesar de algunas alianzas ocultas con grupos denominados terroristas, la única potencia regional en la cual podían basarse los Estados Unidos y Europa para llegar a una estabilización duradera en Oriente Medio.
Después de Mohammed Khatami, los Estados Unidos y Europa pensaban en Ali Akbar Hachémi-Rafsjandjani, candidato preferido de las cancillerías occidentales a las elecciones presidenciales de junio de 2005, para llegar a un acuerdo sobre el programa nuclear iraní y reintroducir a Irán en la comunidad internacional. El nuevo Presidente elegido en junio de 2005, Mahmoud Ahmadinejad, ultraislamista y duro entre lo duros del régimen, no tiene por su parte ninguna consideración para establecer acuerdos internacionales y aún menos para un diálogo con el ‘Gran Satanás’. Con la crisis nuclear y sus declaraciones que apuntaban sobre Israel, en poco tiempo, puso incluso fin a toda veleidad de negociación o aproximación, y logró reunir en la escalada a los más altos lideres del régimen de los mullahs con quienes disputa un poder controvertido.
La amenaza de consulta en el Consejo de Seguridad no tuvo ningún efecto sobre la posición iraní en las negociaciones entabladas con los negociadores europeos (Francia, Alemania y el Reino Unido) y la ruptura de estas negociaciones, como la intención firme de consulta del Consejo de Seguridad no parecen disuadir a Teherán. Mahmoud Ahmadinejad dijo que «Si quieren negar nuestros derechos, tenemos los medios de asegurar a estos». El Ayatollah Ali Khamenei, la guía suprema que tiene la última palabra sobre los asuntos de Estado confirmó la posición iraní: «La fuerte República islámica, de sus principios y sin temor a la agitación, proseguirá en la vía de su evolución científica y el mundo no puede influir sobre la determinación del pueblo iraní…» No pretendemos dotarnos con armas nucleares y Occidente lo sabe perfectamente, porque sería contrario a los intereses políticos y económicos del país y contrario a los preceptos del Islam».
Ali Akbar Hachémi-Rafsjandjani, el ex candidato preferido de las cancillerías occidentales nombrado a la cabeza del Consejo encargado de la protección de los intereses superiores del régimen por el Ayatollah Ali Khamenei para contradecir a Mahmoud Ahmadinejad, dio un mensaje aún más claro: «La política colonial tradicional del Oeste fue mantener el tercer mundo y el mundo islámico bastante detrás”…»Incluso si destruyen a nuestros científicos, sus sucesores seguirán el trabajo”…”No será fácil para ellos solucionar el problema imponiendo sanciones”…”Si causan cualquier disturbio, lo lamentarán».
Sin esperar aún una hipotética decisión de sanciones, Irán ya comenzó a destilar amenazas, apenas veladas, a través de su Ministro de Economía, Davoud Danesh-Jaafari: «toda perturbación en la situación económica y política del país puede poner en crisis la situación regional y hacer aumentar el precio de petróleo más allá de lo que esperan los occidentales». No caben dudas de que, en efecto, la comunidad internacional comprende las consecuencias de las sanciones que podrían ser un arma de doble filo. El Ayatollah Ali Khamenei ya declaraba en 2002, que «Si el occidente no recibe más petróleo, sus fábricas van a chirriar hasta el paro y esto podría sacudir el Mundo».
EL PETROLEO Y EL GAS IRANI, UNA NECESIDAD MUNDIAL
Irán es altamente dependiente de los petrodólares, dado que se constituyen sus exportaciones de 80% de gas y petróleo. Sus rentas petrolíferas alcanzaron los 40 mil millones de dólares en 2005, con un crecimiento del 25% sobre el año anterior. Un embargo petrolífero tendría pues consecuencias muy importantes sobre la economía iraní y podría hundir al país en una cascada de descontentos sociales. El efecto bumerán sería como contrapartida muy importante en los mercados del gas y el petróleo. Irán podría por otra parte haber anticipado ampliamente la posibilidad de sanciones políticas y económicas en su contra firmando estos últimos años múltiples contratos de suministro petrolíferos y de gas que se constituyen hoy en escudos contra las posibles sanciones.
Japón absorbe actualmente 18,4% de las exportaciones iraníes y China 9,7%. El año pasado un consorcio japonés firmó un acuerdo para el desarrollo de los campos petrolíferos iraníes de Azadegan que deberían representar a largo plazo un 6% de las importaciones petrolífera niponas. China e Irán han firmado el año pasado un acuerdo de inversión de 100 mil millones de dólares por 25 años en la industria petrolífera y gasera iraní. Irán, que ya proporciona a China 13,6% de sus importaciones de petróleo, exportará cada año 10 millones de toneladas de gas natural hacia China a partir de 2009. Pekín espera también asociarse a un proyecto de oleoducto que cruza Irán hasta el Mar Caspio (dónde podría a continuación establecerse una conexión con otro oleoducto que conecta Kazajstán a la China occidental). El objetivo señalado por Teherán consiste en alzar a China como el primer comprador de su petróleo y gas, en lugar de Japón, y China, que considera que sus importaciones energéticas procedentes de Irán son esenciales a su crecimiento económico, ya anunció que se opondría a toda decisión de sanción por el Consejo de Seguridad.
Por su parte la India, contra la voluntad estadounidense, refuerza también a grandes pasos sus vínculos con Irán, en particular, en un proyecto de oleoductos. Irán es también el segundo productor de petróleo más importante de la OPEC, después de Arabia Saudita, y tiene alrededor de un 10% de las reservas petrolíferas mundiales. Irán tiene a su vez las segundas reservas mundiales de gas natural después de Rusia. Por consiguiente, la influencia de Irán sobre la economía mundial parece darle garantías ya que toda reducción de sus exportaciones petrolíferas y gaseras tendría consecuencias muy importantes en el mercado mundial. La simple hipótesis de sanciones económicas contra Irán es uno de los factores que mantienen actualmente el precio del barril en aproximadamente 65 dólares. Los ciclones americanos del otoño propulsaron el precio del barril a 70,85 dólares a finales de Agosto último, afectando mucho más la crisis energética.
Algunos expertos no dudan en considerar que el precio del barril podría sobrepasar alegremente los 100 dólares en caso de paro de las exportaciones iraníes, no habiendo ningún productor actualmente capaz de sustituir a la oferta iraní. Recientes estudios pusieron de manifiesto que si los 2,5 millones de barriles que Irán exporta cada día faltarían del mercado, las consecuencias serían considerables sobre la economía de los EE.UU.: El precio de la gasolina podría duplicarse mientras que se perdería un millón de empleos y el déficit diario podría ampliamente superar los mil millones de dólares. Algunos analistas tienen en cuenta por otra parte que el simple hecho de amenazar a Irán con sanciones podría incitar a algunos de los políticos religiosos que lo dirigen, a una decisión estratégica de ruptura pura y simple de las exportaciones petrolíferas iraníes.
LA ESTRATEGIA MEDIATICA ESTADOUNIDENSE E ISRAELI
En noviembre de 2003, el jefe del Mossad, Meir Dagan, declaraba a miembros del Parlamento israelí que Irán había alcanzado el punto de no retorno y que la posesión de armas nucleares por Irán, era la mayor amenaza que tenia Israel desde su creación. Algunas semanas antes, el Mossad había dejado filtrar los planes de un ataque preventivo a las instalaciones nucleares iraníes por F-16 israelíes, mientras que Silvan Shalom, el Ministro israelí de Asuntos Exteriores, afirmaba en ese momento que Israel no tenía ningún plan de ataque a las instalaciones nucleares iraníes, durante una visita a los Estados Unidos, al mismo tiempo que el Ministro de Defensa israelí, Shaul Mofaz, declaraba que «en ninguna circunstancia Israel podría tolerar que armas nucleares estuvieran en posesión de Irán».
El 6 de mayo de 2004, la Cámara de Representantes estadounidenses votaba la Resolución 398, por 376 votos contra 3, pidiendo al gobierno de George W. Bush «utilizar todos los medios convenientes para desalentar, disuadir e impedir a Irán adquirir armas nucleares». El rumor de Washington ya aclaraba la situación de un ataque de precisión conjunto de los Estados Unidos y de Israel contra las instalaciones nucleares iraníes de Bushehr, Natanz y Arak. Si la Resolución habría sido aprobada por el Senado, habría dado al Presidente George W. Bush el poder de lanzar un ataque preventivo sobre las capacidades nucleares iraníes en cuanto lo considerara necesario, pero sus consejeros habían concluido que tal ataque desencadenaría inmediatamente represalias iraníes susceptibles de desestabilizar completamente Irak.
George W. Bush no atacó Irán, dejando a los negociadores europeos explorar las vías de la negociación. En enero de 2005 el periodista Seymour Hersh publicaba un artículo estrepitoso en el New Yorker, revelando que las fuerzas especiales norteamericanas efectuaban, al menos desde el verano 2004, operaciones de reconocimiento dentro del territorio iraní para identificar las bases nucleares. En febrero de 2005, George W. Bush juzgaba ridículo las afirmaciones según las cuales los Estados Unidos tendrían planes de ataque a Irán, añadiendo sin embargo inmediatamente «todas las opciones están sobre la mesa». En marzo de 2005, el Times afirmaba que Israel tenía un plan de ataque combinado aire-suelo de objetivos en Irán si las negociaciones en curso no tenían éxito. Israel inmediatamente afirmaba por medio del portavoz del Primer Ministro Ariel Sharon, Ra’anan Gissin, que expresaba «Israel no tiene la intención de lanzar un ataque contra Irán, y ciertamente no antes de que se hayan explorado todas las opciones diplomáticas».
En julio de 2005, Henry Kissinger manifestaba su opinión «no recomiendo una acción militar pero aconsejo no excluirla». Desde, los medios de comunicación no se dejaban de expandir rumores de supuestos preparativos de un ataque militar sobre Irán por parte de los Estados Unidos e Israel. En diciembre de 2005, sucesivamente, el Times afirmaba que Ariel Sharon había dado la orden al ejército israelí de estar listos para atacar Irán a partir de finales de marzo de 2006, información inmediatamente desmentida por Israel.
Un posible ataque preventivo israelí, ya condicionado por una muy hipotética autorización de sobrevuelo de los territorios de Turquía, Irak, Arabia Saudita o Jordania, debería contemplar a la vez, según los expertos, numerosos objetivos demasiado distantes, dispersados y demasiado bien protegidos, algunas de estos siendo por otra parte subterráneos o situados muy cerca de centros urbanos civiles. Es pues difícil prever un ataque a las instalaciones nucleares iraníes fuera de la acción directa de los Estados Unidos que disponen, solo ellos, del conjunto de los medios indispensables para el éxito de tal operación, sin por ello garantizar el poder destruir el conjunto de las instalaciones nucleares iraníes.
Irán en efecto acudió a Rusia donde obtuvieron un número indeterminado de sistemas avanzados de defensa aérea S-300P (conocido en occidente como SU-10 Grumble) y muy recientemente de los sistemas antimisil Tor M-1 móvil (conocido en occidente como SU-15 Gauntlet) para proteger sus instalaciones nucleares.
Un ataque preventivo de las instalaciones nucleares iraníes, en ausencia de pruebas de que tienen un programa de armas nucleares, tendría como efecto inmediato legitimar, a los ojos del poder iraní, la continuación a marcha forzada de un programa de rearme nuclear fuera del Tratado de No Proliferación y en consecuencia sin ningún control del IAEA.
EL PODER DE REPRESALIA IRANI Y LA LUCHA POLITICA INTERNA
Con un ataque masivo el programa nuclear iraní se retrasaría ciertamente pero no por eso se pararía y de esta manera se consagraría la derrota de los esfuerzos de no proliferación, ya afectados por una crisis profunda con las frustraciones de los Estados no nucleares por ver a los Estados Unidos en la necesidad de desarrollarse nuevas armas nucleares antibúnkeres, con las revelaciones de la existencia de extensas redes de contrabando de material nuclear y con las dudas crecientes sobre los programas nucleares de varios de los signatarios del Tratado de no proliferación
En diciembre de 2003, el General iraní Seyed Reza Pardis informaba a Israel que en caso de un ataque a Irán «Israel cavaría su propia tumba». El 5 de julio de 2004, durante una visita a Hamedan, en el Oeste de Irán, el Ayatollah Ali Khamenei declaraba a la muchedumbre formada ante él: «Los Estados Unidos dicen que pusimos en peligro sus intereses”…» Si alguien invade nuestra nación, pondremos sus intereses en peligro en todo el mundo». No hay ninguna duda, en efecto, que Irán, en caso de ataque de sus instalaciones nucleares, tendría a la vez los medios, la voluntad, y la ambición de provocar reacciones extremas a la agresión. Entre las represalias evaluadas y probables para los expertos, estaría un contraataque inmediato con misiles sobre Israel y sobre las bases americanas de toda la región, en Irak, en el Golfo Pérsico y quizá hasta las bases de Asia Central y Afganistán.
Según fuentes abiertas, Irán posee de 12 a 18 baterías móviles de misiles balísticos Shehab 1 y 2, incluyendo cada uno 48 a 72 misiles de un alcance de 300 a 500 kilómetros pudiendo llevar cada uno una carga de 700 a 985 kg. Se almacenarían otros misiles en reserva. Con estos misiles, Irán es capaz de alcanzar las bases estadounidenses de Omán, Qatar, Kuwait e Irak. Irán poseería también tres baterías, si no más, de 12 misiles balísticos Shehab 3 de un alcance de 1.300 por 1.500 km pudiendo llevar una carga de 700 kg. Habría otros misiles en reserva. Con estos misiles, Irán es capaz de alcanzar Israel, Turquía, Arabia Saudita, y los campos petrolíferos. Un número indeterminado de prototipos de misiles balísticos Shehab 4 estarían también en posesión de Irán y tendrían un alcance superior a 2.000 kilómetros con una carga útil de 1.000 kg. Información de los servicios secretos occidentales indicarían por otra parte recientes compras, por Irán, de misiles balísticos Septentrionales Coreanos BM-25 de un alcance superior a 2.500 kilómetros.
Otras represalias juzgadas como muy probables por los expertos, sería una movilización inmediata de las tropas del Hezbollah en el Líbano, una desestabilización muy rápida de la situación en Irak, con rebelión de la mayoría shiíta pro iraní y de sus milicias armadas contra las tropas norteamericanas, así como una desestabilización de Arabia Saudita y de todos los Países del Golfo que incluyen a una población shiíta significativa.
Finalmente, el anuncio de la infiltración a nivel mundial de 50.000 combatientes suicidas, de los cuales 40.000 ya se habrían reclutado de los ‘Comandos de los Voluntarios Mártires’ establecidos por Mohammad Reza Jaafari, un oficial superior de los Guardias de la Revolución Islámica muy vinculado al nuevo Presidente Mahmoud Ahmadinejad. Objetivo de estos comandos: Misiones suicidas contra los objetivos occidentales. Es pues especialmente difícil prever que los propios Estados Unidos puedan simplemente destruir las instalaciones nucleares iraníes por medio de bombardeos aéreos orientados sin implicarse en un espiral de desestabilizaciones que los obligarían a una guerra total contra Irán. Después del principal error estratégico de la invasión de Irak, con un coste real entre 1.000 y 2.000 mil millones de dólares, los Estados Unidos no tienen hoy en día, los medios financieros para tal aventura. Tampoco tienen los medios humanos, excepto a través de la vía del reclutamiento.
El plan de la Coalición de Estados Unidos e Israel, incluiría un asalto aéreo de gran amplitud sobre 450 objetivos iraníes con uso de armas convencionales y nucleares tácticas. En espera del Armageddon, los halcones desean ver a los Estados Unidos movilizar una coalición internacional para aislar el poder iraní, debilitarlo con sanciones económicas específicas y fomentar un cambio de régimen. En Teherán surgen algunas señales de la batalla intensa que se desarrolla incluso en la cúpula del poder iraní con las premisas de una coalición de conservadores un poco más pragmáticos que, alarmados por el aislamiento internacional creciente de Irán (y las veleidades de lucha anticorrupción del nuevo Presidente), intentan evitar la influencia del bloque monolítico de los conservadores militaristas y fundamentalistas dentro de los centros del poder iraní.
El mismo Ayatollah Ali Khamenei, Guía Supremo de Irán, teme verse sustituido por el mentor de Mahmoud Ahmadinejad, el Ayatollah Mesbah Yazdi. El Ayatollah Mesbah Yazdi es la personalidad religiosa dominante del grupo conservador militarista que tiene hoy la Presidencia y agrupa a los miembros de la seguridad, en particular, los Encargados de la Revolución, el Basij (movimiento de juventud paramilitar) y los servicios de información. Es él quien dijito el resultado de la elección a la presidencia emitiendo una condena a muerte que pidió a los 20 millones de miembros del Basij votar por Mahmoud Ahmadinejad. En octubre de 2005, el Ayatollah Ali Khamenei extendió los poderes de Ali Akbar Rafsandjani, el Presidente del Consejo encargado de la protección de los intereses superiores del régimen, que había sido vencido ampliamente por Mahmoud Ahmadinejad en las elecciones presidenciales. El consejo supervisa en adelante la política del régimen. Ali Akbar Rafsandjani así se convirtió en el número dos del régimen iraní y supervisa tres de las cuatro ramas: En un nivel jerárquico, se encuentra ahora arriba del Presidente Mahmoud Ahmadinejad, del Presidente del Majlis (Parlamento), Gholam-Ali Hadad-Adel, y del Ayatollah Mahmoud Hashemi Shahroudi, que dirige el sistema judicial. Sólo permanece arriba de Ali Akbar Rafsandjani, el Ayatollah Ali Khamenei, Guía supremo y Jefe del Estado.
El rumor afirma que el Ayatollah Ali Khamenei, como consecuencia del pedido del Presidente Mahmoud Ahmadinejad que reclamaba auditorias financieras y administrativas de las instituciones que dependían de los Ayatollahs, se ha visto obligado a promover a Ali Akbar Rafsandjani a la categoría de Ayatollah. El Ayatollah Ali Khamenei y Ali Akbar Rafsandjani tienen por el momento la posición ultra de Mahmoud Ahmadinejad sobre el tema nuclear, quizá porque no podían aparecer como menos nacionalistas que él, así es como una de las primeras decisiones tomadas por Ali Akbar Rafsandjani, una vez reforzados sus poderes, fue nombrar al Presidente saliente, el reformador Mohammed Khatami, como principal asesor del Consejo, de esta forma dejándolo nuevamente al frente de la escena publica internacional. Ambos pretendieron ablandar las afirmaciones hechas por Mahmoud Ahmadinejad sobre Israel.
Mientras que el Presidente Mahmoud Ahmadinejad no termina de señalar como blanco enemigos a Tel-Aviv y Washington, con la hipótesis de la trampa de una intervención militar occidental contra Irán, un avión Falcon se estrellaba en Irán, provocando la muerte de once de los más altos oficiales del Cuerpo de los Guardianes de la Revolución próximos a Mahmoud Ahmadinejad. Explicación oficial del aterrizaje forzado: Mal tiempo y mal mantenimiento del avión. Lo que puede parecer sorprendente para un vuelo que transportaba a la élite del ejército iraní.
Otras fuentes revelan otra explicación: ¡Sabotaje israelí!. Los servicios secretos israelíes suscitan siempre desde la curiosidad del público, la admiración de los servicios extranjeros y el temor en las filas de los enemigos de Israel, a pesar de los recientes fracasos, la multiplicación de los affaires internos y los escándalos en la vida política israelí. El Mossad siempre ha sabido preservarse y llevar a cabo simultáneamente dos terribles combates: la conservación de la integridad de Israel y el combate contra sus enemigos externos, sobre todo desde los atentados del 11 de septiembre de 2001 en los Estados Unidos y las amenazas regionales.
LA ESTRATEGIA MILITAR CONTRA IRAN
El Pentágono recientemente efectuó simulacros de ataque norteamericano a las instalaciones nucleares de Irán, con juegos de guerra que incluían también una invasión terrestre. La operación proyectada se articularía así en tres fases: a) bombardeos aéreos sobre los elementos del orden de Teherán, y, en particular, las bases de los Guardias de la Revolución; b) bombardeos aéreos en los centros vinculados a los programas nucleares y de misiles iraníes, y también biológicos y químicos; c) luego ofensiva terrestre destinada a operar un cambio de régimen. Este anuncio no debe confundirse con una decisión estratégica: se practican algunos juegos de guerra que incluyen a miembros del Departamento de Defensa, del Departamento de Estado y de los servicios de inteligencia todo el año en los Estados Unidos.
Los mismos tienen por objeto comprobar conceptos de operaciones militares, además de que se dan en el marco de las tentativas de la comunidad internacional de suspender duraderamente el programa nuclear iraní, lo que permite explicar la publicidad otorgada a estas simulacros. La presión ejercida sobre Teherán implica necesariamente una fuerte dosis de disuasión. A pesar de eso, esta situación recuerda un elemento importante. Contrariamente a una opinión bastante extendida, las Fuerzas armadas norteamericanas conservan una libertad de acción estratégica suficiente para llevar ofensivas aeroterrestres de gran amplitud, a pesar de su compromiso principal en Irak (150. 000 hombres). El Pentágono tiene perfectamente la posibilidad de desplegar de 4 a 6 portaviones, 500 a 800 aviones de combate y de apoyo, y los 75.000 a 120.000 hombres necesarios para detener al régimen de los ayatollahs y poner término a la revolución islamica de 1979.
Aunque Irán no es Irak, ningún ejército puede actualmente superar a las Fuerzas Armadas estadounidenses. Pero la victoria militar no es más que un componente de los éxitos estratégicos, y la caída de los ayatollahs podría bien causar en Irán un caos del cual el triángulo iraquí pasaría a ser una zona de impulsión. Invadir Afganistán para derrocar al Talibán y hacer un país estable y democrático era un proyecto ambicioso; invadir Irak para derrocar a Saddam Hussein y hacer un país estable y democrático era un proyecto más ambicioso aún, y sin embargo concretándose para la mayoría de los iraquíes. En cambio, aplicar el mismo método y los mismos medios en Irán parece ciertamente destinado al fracaso.
Al dejar de lado los elementos de disuasión, se puede pensar que el Departamento de Defensa de los Estados Unidos quiere proporcionar opciones estratégicas al Gobierno, o al menos respuestas en cuanto a su viabilidad. No obstante, es también posible que la ofensiva militar sea la única opción válida a los ojos de la Casa Blanca. La duplicidad de Teherán ante la ONU y la amenaza de desarrollarse su arsenal no convencional sugieren que una guerra parezca inevitable a los ojos de Washington, habida cuenta de su proyecto en Oriente Medio.
Esto sobre todo teniendo en cuenta que Israel está dispuesto a actuar. Los israelíes ven hoy a Irán como su principal amenaza, y la perspectiva de perder el monopolio nuclear en la región les hace temer un hundimiento del equilibrio estratégico existente desde hace 30 años. Definen así un punto de no retorno, o sea el enriquecimiento de uranio a calidad militar, y no disimulan su determinación de utilizar todos los medios disponibles para impedir a Teherán alcanzarlo. No ignoran que la opción militar no conoce punto intermedio entre el éxito y el desastre, y no ocultan esta realidad a sus aliados norteamericanos. Es interesante destacar que los misiles iraníes susceptibles de llevar una carga nuclear pueden alcanzar el centro de Europa, Rusia e incluso China y la India.
Esta situación tensionante entre Irán e Israel se intensifico en noviembre de 2004, cuando portavoces del ministro iraní de Asuntos Exteriores, Hamid Reza Assefi, informaron que se había detenido a una decena de personas durante los últimos meses por realizar espionaje en relación a las actividades nucleares iraníes y en favor de los servicios de información norteamericanos e israelíes. Declaraciones posteriores del ministro iraní de Inteligencia, Ali Younessi, citado por la agencia oficial IRNA, decia que los imputados «trabajaban para el Mossad y la CIA y fueron detenidos en Teherán y en Hormozgan (sur del pais)», luego añadió que alguno de ellos, quizás tres, «trabajaban para la organización iraní de energía atómica y otro ejercía la profesión liberal. Fueron entregados al tribunal revolucionario y su identidad no se revelará antes del comienzo de su pleito». Younessi reveló que sus servicios habían detenido a espías norteamericanos y que los israelíes los habían enviado para proponer la venta a Irán una bomba atómica o de uranio para dejar asi en falta y tender una trampa a los iraníes al tener pruebas que los comprometan.
Declaró también que antes de la detención de un director de línea intermedia de la industria nuclear iraní que «había proporcionado información a los norteamericanos» en viajes en el extranjero, a la vez que la Inteligencia iraní «lo había utilizado para dar falsa información a los norteamericanos» con el fin de confundirlos. También añadió que «algunos espías habían recibido orden de contaminar los centros nucleares».
En este sentido, Basta con afectar un elemento de una base nuclear con un pañuelo contaminado para a continuación afirmar que hay enriquecimiento de uranio. Los inspectores de la Agencia Internacional de Energía Atómica (OIEA) descubrieron un grado de contaminación muy elevado en algunos centros nucleares. Los iraníes siempre han afirmado que esta contaminación procedía de materiales de segunda mano importados del extranjero.
En agosto de ese año, Younessi había anunciado la detención de un «determinado número de espías que transmitían al extranjero información sobre el programa nuclear iraní». Cabe destacar que en julio de 2000, la justicia de ese pais había condenado a penas de prisión a diez judíos y dos musulmanes acusados de espionaje a favor de Israel pero fueron liberados finalmente en el 2003.
Por su parte, el general Mohammad Salimi, comandante supremo del ejército iraní, afirmó que las fuerzas armadas iraníes habían recibido orden de prepararse para defender los lugares nucleares contra todo ataque: «El ejército del aire recibió instrucción de proteger con todas sus fuerzas los lugares nucleares iraníes», declaró el general Salimi, citado por el diario gubernamental de Irán. «El ejército del aire suspendió todas sus maniobras por un tiempo y concentró sus medios sobre las patrullas de combate en el cielo», luego añadió.
El general respondía a una cuestión sobre información de prensa relativa a una simulacro de ataque por fuerzas enemigas contra la central nuclear de Bouchehr, actualmente en construcción por los rusos en el sur del país. Estos últimos meses, diarios israelíes, norteamericanos y árabes han publicado información sobre un posible ataque estadounidense e israelí contra los centros nucleares iraníes. Los responsables norteamericanos e israelíes no obstante desmintieron la existencia de un plan de guerra contra Irán.