Tertulia sobre el libro "Para vivir seguros", de Marcos Tarre Briceño

Tertulia “Para vivir seguros”
Marcos Tarre:
Lo que yo he querido con este libro es volcar mi experiencia en el tema de seguridad. Empecé a escribir novelas policiales porque veía que había una gran ausencia de este material en nuestro país, somos muy poetas y escribimos muchos cuentos. Curiosamente la primera novela me empezó a abrir una serie de puertas y conexiones con el mundo real de la seguridad. Estamos hablando del año 1983, cuando la situación de inseguridad era muy distinta a la que vivimos ahora, empecé a conectarme con el medio, a conocer personas y darme cuenta que muchas veces la realidad superaba a la misma ficción, lo cual podía ser un tema tremendamente interesante, y por esas cosas de la vida comencé a escribir una serie de pequeños cuentos muy urbanos pero a la vez bastante violentos llamados “Crónicas de guerra” en el diario El Globo. Eso llevó un tiempo después a que Argenis Martínez, que era jefe de redacción de El Nacional, me dijera para hacer algo parecido pero que al final hubiera una moraleja, un consejo. Así fue que nació la columna “No sea usted la próxima víctima” en ese diario de circulación nacional.
En ese entonces, muchos amigos me dijeron que el tema era tan árido que iba a ser difícil que lo mantuviera durante tres meses y ya lleva diez años. Paralelamente, la situación de seguridad del país se fue descomponiendo y agravando, y el interés hacia el tema fue aumentando. Esa faceta me fue llevando a que, en cierto momento, me propusieran dirigir un comité para la instrumentación de la policía municipal de Valencia, lo cual hice durante seis meses, y después me fue gustando tanto la materia que dirigí ese cuerpo policial durante un año y pico. Luego dejé el cargo, pero esta experiencia fue muy interesante y aleccionadora para mí porque me permitió conocer otra cara del mundo de la seguridad, y nos permitió desarrollar una policía que fue eminentemente civil.
Luego empezamos a desarrollar charlas, cursos y conferencias, lo que nos llevó a crear la asociación civil “Venezuela Segura”, la cual presido, y luego la página web seguridadaldia.com. Desde hace diez años me he venido dedicando al tema de seguridad, a analizarlo, conocerlo, profundizarlo, a tratarlo de entender un poco por qué suceden las cosas, por qué nosotros como país no hemos sido capaces de enfrentar asertivamente el tema. Los resultados son que tenemos índices delictivos, que año tras año se han disparado de una terriblemente alarmante, que no vemos que el Estado responda a unas de las obligaciones fundamentales, como lo es en cualquier parte del mundo la seguridad de los ciudadanos. Salvo muy escasas excepciones, tenemos un Estado donde no hay definiciones de política y donde el tema está dirigido más hacia el aspecto represivo que preventivo, por eso tenemos los resultados que todos vivimos y sufrimos.
Esta situación no solamente pasa aquí en Venezuela, sino también en América Latina. No sé qué pasa en nuestro continente pero hacemos muy mal las cosas frente a la delincuencia, aunque se han visto experiencias muy exitosas en otros países que demuestran que sí se puede mejorar y que no es una calamidad irreversible. En términos generales, América Latina es el continente más inseguro del planeta, cada año ocurren 150 mil homicidios. Venezuela tiene las peores tasas de incremento delictivo en el continente. Frente a estos estados que no logran cumplir con esa función fundamental que tienen que es mantener la delincuencia a niveles que no afecten la calidad de vida de sus ciudadanos, surge un poco la pregunta de ¿qué podemos hacer? ¿cuál es la posición del ciudadano común frente a esto?.
El europeo tiene perfectamente claro que el Estado se encarga del problema de seguridad y lo hace, normalmente, en términos aceptables. Por supuesto que los europeos se quejan de todo tipo de fallas y problemas, pero cuando vamos a la realidad de las cifras las diferencias son abismales.
Frente a esta situación, este libro está dirigido al ciudadano común, a la persona que ha sido víctima de la delincuencia, que quiere mejorar sus defensas y conocer qué puede hacer frente a esta situación. En este libro he tratado de volcar mi experiencia de diferentes facetas: la que he tenido en el diario El Nacional con los lectores, escuchando cuentos, historias, casos, comentarios y también la necesidad de información en materia de seguridad.
Hace diez años había poca información acerca de este tema, los medios de comunicación no abrían con noticias de sucesos, el tratamiento de la información era distinto. Sin embargo, los medios lo que hacen es reflejar esa grave realidad que vivimos. El planteamiento del libro es lo que yo he aprendido en esta materia. Todos venimos al mundo con una serie de herramientas como son la intuición y el instinto de supervivencia que podemos desarrollarlas y potenciarlas. La mejor arma contra la delincuencia es la información.
En todas las encuestas de opinión, el tema de la seguridad siempre está entre los tres problemas que más angustian a los venezolanos y esta es una situación que hemos sufrido desde hace muchísimo tiempo. Estamos cada vez peor.
Javier Ignacio Mayorca:
Más que la experiencia hay además una sistematización de conocimientos que se ve desde el primer capítulo. Hay una gradación de condiciones que se refiere a la percepción de riesgos que pueda tener la persona en su vida cotidiana. Esta es una propuesta que, por lo que se ve en la literatura de habla hispana, no se había percibido. Sí quisiera, Marcos, que nos explicaras un poco de dónde salió esta escala de percepción de riesgos que estableces en los primeros capítulos y qué sentido práctico puede tener en cada uno de nosotros.
Marcos Tarre:
Esa escala de colores de la que seguramente todos han oído hablar se ha venido utilizando desde hace muchísimo tiempo. En condición blanca estamos bien tranquilos y un poco desaprensivos del contexto. En condición amarilla estamos atentos a lo que sucede a nuestro alrededor, en naranja se vislumbra un peligro y en situación roja ya estamos en una situación de alto estrés.
Esto es algo que también se utiliza mucho en seguridad industrial y se menciona en el libro porque nos ayuda a medir, posicionarnos y situarnos frente a nuestra cotidianidad, donde todos estamos paranoicos con el tema de la inseguridad y donde nuestra calidad de vida ha cambiado sustancialmente. Esa escala nos ayuda a desarrollar lo que llamamos el rol de persona segura. Si queremos mejorar nuestros niveles de seguridad, podemos introducir un nuevo rol como el mencionado anteriormente. Cuando estamos en la calle, generalmente nos pasamos ese suiche.
El norteamericano Gavin de Becker viene marcando pauta en lo que son las aproximaciones en el tema de seguridad. Su empresa es muy solicitada por candidatos a gobernaciones y al Senado, no para proteger al personaje que haya que proteger, sino para establecer qué riesgos puede haber en el entorno de esa persona. En Estados Unidos suceden cosas que afortunadamente no pasan en otros países como es el acoso a figuras públicas, artistas, deportistas, etc. Frente a este tipo de situaciones, Gavin desarrolló y sistematizó una serie de mecanismos de prevención para comprobar si realmente existe el riesgo y de cómo enfrentarlo. Le da una importancia muy grande a la intuición, lo cual hemos podido comprobar que es totalmente cierto.
Todos los casos que se señalan en este libro son historias reales, salvo dos donde mantengo la identidad de la persona porque son más bien muy positivos y aleccionadores.
Como es el caso del señor Francisco Díaz, que es una persona invidente que ha desarrollado toda una serie de percepciones que le permiten desplazarse con absoluta tranquilidad en Chacaíto o el del arquitecto Felipe Delmont que con una simple mesa y cuatro sillas resolvió el problema de inseguridad de su calle en la urbanización Monte Cristo.
A lo largo de estos años, me he conseguido con muchas personas que se han salvado porque le hicieron caso a su intuición. Hay algo que sucede en ese momento que les dice: no debes estar aquí, levántate, muévete, vete y, efectivamente, algo ocurre. Esas personas lograron salir de esa situación porque le hicieron caso a su intuición.
Si andamos por la calle en condición blanca, muy desprevenidos, seremos las víctimas perfectas del delincuente que anda buscando a alguien. Lo que he podido aprender a lo largo de los años es que aquellas personas que son víctimas de la delincuencia, es porque están menos atentas a su intuición, están más desconectados al contexto que les rodea.
Mayorca:
Hace poco hablaba con el comisario Elisio Guzmán, ex director de la Policía Técnica Judicial (PTJ), sobre el tema de la intuición y de la importancia que esta pueda tener, no para evitar la victimización sino en cuanto a la investigación criminal. Quizá ahora el comisario quisiera decirnos qué piensa en cuanto al rol de la intuición no sólo en la investigación criminal sino en lo que acabamos de plantear.
Comisario Elisio Guzmán:
Lo que conversábamos en aquél momento tenía que ver directamente con la solución de los casos criminales o policiales. Hablábamos precisamente de esa intuición pero en sentido contrario: aquí es para defendernos y allá (en el cuerpo policial) es para resolver los casos. Aquí estaríamos hablando de una intuición preventiva mientras que allá de una represiva.
Los policías siempre tenemos una cosa que llamamos “corazonada”, que no es más que la agrupación de ciertos indicios que van apareciendo en el entorno y que, una vez agrupados, constituyen una hipótesis pensada o no que comparamos con hechos anteriores. Eso nos da una idea de lo que está ocurriendo en nuestro entorno. Luego te das cuenta hacia dónde va la investigación.
Si le hacemos caso a esos sentimientos y sensaciones, que no es tan sólo eso sino también el despertar de conocimientos bien ocultos en la mente para luego hacer comparaciones con hechos pasados, podemos llegar a tener una conducta más segura.
Marcos Tarre quiere llevarnos hacia un lugar más seguro dentro de nuestro ámbito personal y ha agarrado todo su conocimiento para decirnos cómo defendernos y protegernos. Si comenzáramos por ser coherentes con el pensamiento, con la realidad y apreciáramos esos elementos de distorsión que son los que nos conducen hacia el incremento de la delincuencia, tendríamos un país más seguro.
Daniel Arévalo:
Marcos tu libro empieza con el desarrollo de la intuición y, para los que hemos llegado a la seguridad con una formación matemática y racional donde, para cuidarnos, es necesario analizar los riesgos y estar atentos de nuestro entorno, realmente se nos hace difícil enseñar a nuestros empleados a desarrollar el sentido común. ¿Cómo los ayudamos a no entrar en un estado de pánico o paranoia?
Marcos Tarre:
La intuición no nos llega por un acto de fe. Hay unos elementos de señales previas a la violencia que quizá podemos detectar. El investigador utiliza su intuición policial y, en base a ciertas hipótesis que se formula, siente que por ahí puede ir la solución del caso. Se basa en una serie de informaciones que ha venido procesando de una manera u otra. Allí pueden intervenir cualquier tipo de sensaciones y percepciones que llevan al investigador a tratar una determinada vía. En nuestro caso, engrana muy bien con ese planteamiento porque siempre hay señales previas a la violencia. No podemos caer en la paranoia y, para lograr esto, debemos ponernos en condición amarilla, bien atentos a todo lo que nos rodea. De eso se trata la prevención, estamos acostumbrados a ser reactivos pero después de que suceden los hechos.
Nuestra cultura no es muy preventiva, sin embargo, para aquellos que están en el área de seguridad corporativa les puede resultar interesante manejar estos elementos, hay juegos o dinámicas que ayudan a facilitar la intuición. Todos nacemos con ella, pero podemos aprender a desarrollarla un poco más. Gavin de Becker afirma que el peor enemigo de la intuición es la razón. Cuando empezamos a razonar con esas sensaciones y percepciones, luchamos por no perder. Nunca sabemos si la situación iba a ser realmente un peligro o no.
Mayorca:
Marcos yo siento que a lo largo de las páginas de tu libro tuve una idea que lo cruza por completo y que tiene que ver con una concepción de la seguridad como una situación eminentemente personal. Esto contrasta con el discurso que generalmente uno escucha y lee a diario, según el cual la seguridad es esencialmente el producto de la actuación de los cuerpos de seguridad del Estado. ¿Por qué tú pones tanto énfasis en eso? ¿No caemos en el riesgo de caer en el extremo opuesto a lo que es el discurso habitual y de ver un poco esta situación como el producto de una acción individual que no conduce a nada si no tiene un reflejo en la situación del colectivo?
Marcos Tarre:
Ese planteamiento es bien interesante para todos nosotros los latinoamericanos. Si se realizan este tipo de encuentros en Francia, Alemania o España, las preocupaciones apuntan más hacia el terrorismo u otro tipo de situaciones y no a esta cotidianidad roja en la que vivimos. Se trata de qué hacer o la actitud que podamos tener cuando notamos que a lo largo de los años, lejos de mantenerse o disminuir, los índices delictivos crecen. El hecho de que la policía o el Estado resuelvan el problema de la inseguridad, no va a evitar que a mi hijo lo atraquen para robarle los zapatos. La lección que nos está dando nuestra historia contemporánea es que realmente no lo está haciendo.
Esa es la lectura que los índices delictivos no demuestran año tras año. Hemos empeorado, y eso los sentimos y vivimos todos. Frente a esta situación, que es una realidad, quisiéramos que nuestra policía funcionara muy bien. Muchas veces se focaliza este ente como el centro del problema, cuando en realidad es sólo una de las facetas de lo que tiene que ver con el tema de seguridad. A la policía es a donde van directamente los ataques y las quejas. También tenemos que entender que nosotros no tenemos una cultura policial afianzada, el tema de la seguridad es muy nuevo.
Hace veinte años a nadie le importaba lo que pasaba en los cuerpos policiales, las policías municipales no existían y las estatales estaban a cargo de una persona que a la vez dependía de un gobernador designado a dedo por el Presidente de la República. Nuestra historia policial es muy reciente, de veinte años para acá es que comienza la sociedad, golpeada por el tema de la delincuencia, a exigir una respuesta de la policía. Lejos de ahondar en la profesionalización de los cuerpos policiales, los hemos politizado y militarizado. Nuestro sistema policial no funciona muy bien y, a la vez, tenemos muy poca cultura corporativa en este sentido.
En 1922 se creó en EE.UU. la primera policía especializada en autopistas. Eso quiere decir que nos llevan unos cuantos años de ventaja.
No es que el sistema norteamericano sea mejor, simplemente a nosotros el tema de seguridad no nos importaba. Notamos entonces cómo en veinte años esa situación ha cambiado por completo. Sin duda alguna, sí es una responsabilidad del Estado.
Cuando vemos las estadísticas, la situación, las grandes brechas que hay entre el ciudadano común y sus policías, la desconfianza y los hechos que suceden, no debemos esperar a que el Estado resuelva el problema sino que todos podemos contribuir a disminuir los riesgos. Si no enfrentamos con verdadera voluntad política el hecho de la delincuencia y la criminalidad, va a ser bien difícil que nos desarrollemos en el sentido de inversión, turismo, desarrollo personal y social.
General retirado Juan Antonio Herrera Betancourt:
Marcos, ¿qué opinas del proyecto de Policía Nacional?
Marcos Tarre:
Más que el esquema que un país escoja, la situación se deriva de otro lado. Hay países que tienen una sola policía uniformada y funcionan muy bien, mientras que hay otros como EE.UU. donde hay 13.000 agencias de policía y la situación funciona más o menos. Más allá del esquema, pareciera que el problema está en la gerencia, en los objetivos que tienen los cuerpos policiales y en la política que pretenden instrumentar.
Nosotros hemos carecido de una política de Estado, en materia de criminalidad, desde hace muchísimos años. No existe una definición por parte del Estado acerca de cuál es su política. Actualmente hay unos planes que son más de instrumentación de las relaciones entre los consejos de seguridad y los policías, pero no definen las políticas de Estado.
¿Cuáles son las prioridades del Estado venezolano en materia de seguridad y prevención? Eso sería lo principal.Como país, más bien nos interesamos en la forma de cómo lo hacemos, en lugar de pensar qué es lo que queremos hacer. En estos momentos, la Policía Nacional es un tema político. Tenemos que profesionalizar a las policías, no politizarlas. Hay un componente político de por medio que sesga el análisis que se puede hacer, llevamos veinte años invertidos en descentralización policial, con algunas experiencias nacionales, regionales o municipales que vale la pena apoyar.
De alguna manera, tenemos la Guardia Nacional que viene a ser como un cuerpo uniformado de policía, con unas deformaciones de origen muy graves, porque cuando nace lo hace como una cuarta rama de la Fuerza Armada y ahí se desvirtúa su sentido. El problema de la seguridad es netamente civil y social, no militar. El hecho de que exista la Guardia Nacional no quiere decir que estemos mejor o peor.
En la medida en que un cuerpo policial sea cada vez más pequeño, es más accesible y transparente al ciudadano, controlable, y puede haber rendición de cuentas, cosa que se dificulta mucho con los cuerpos nacionales. En estos momentos la instrumentación de una policía nacional, sería un retroceso muy fuerte en lo poco que hemos avanzado y logrado en materia de seguridad.
Carlos Martínez Ceruzzi:
El tema de las estadísticas es sumamente interesante. Yo hablaría más acerca del sistema judicial, porque es el pan nuestro de cada día. Marcos, ¿usted tendrá algunas estadísticas actuales acerca de la tutela judicial efectiva, específicamente medidas de privación de libertad por los jueces de control?
Marcos Tarre:
El aspecto judicial no es mi especialidad como tal, sin embargo, le puedo dar un poco de información acerca de lo que conozco. Existen algunas estadísticas que se mencionan, y de esto sí hay indicadores internacionales, que tienen que ver con la cantidad de personas que se llevan a juicio y que efectivamente son condenadas.
En este aspecto estamos bastante mal, si nos comparamos con los índices internacionales. Hay también algunas referencias que hablan acerca de las posibilidades de que si alguien le dispara a otra persona con un arma de fuego en Venezuela, ese individuo tiene un 95% de probabilidades de no ir a juicio. Esos indicadores reflejan que no estamos muy bien en esa materia.
En el año 2000, cuando se hizo la reforma del COPP, se planteó que prácticamente todos nuestros problemas residían en ese documento. De un plumazo quedaron fuera del sistema penitenciario diez mil personas. Eso aumentó la criminalidad. En ese año también ocurrieron otras cosas, como los cambios de administración, desestructuración de policías con nuevas autoridades, cambios políticos, etc.
El COPP ya se ha reformado dos veces y la situación no cambia. Actualmente las autoridades no mencionan este código, pero hace cinco años toda la discusión en materia de seguridad era responsabilidad del COPP. Los índices delictivos siguen creciendo, lo que da a entender que esa reforma implicaba algo más complejo. A nivel de organismos internacionales sí se puede conseguir información y estadísticas relacionadas con el ámbito judicial.
Rito Márquez:
Tomando en cuenta el punto que tocó Marcos Tarre acerca de la seguridad europea y la falta de preocupación de nuestra población, quisiera hacer una inclusión del tema terrorista pero en Venezuela. Hoy estamos asistiendo a la globalización de un tipo de terrorismo que no respeta fronteras, pueblos ni al ser humano. Simplemente aprovecha el objetivo, dónde es más fácil golpear, y ataca. Una situación como esa en un país como Venezuela donde, aparentemente, los límites son deficientes: ¿Qué posibilidades hay de que se convierta en un campo de batalla contra países cuyos intereses están radicados en ella?
Marcos Tarre:
Esa pregunta es bien pertinente porque, hasta ahora, hemos tenido en América Latina la situación de terrorismo que ocurre en Colombia. Las FARC, el ELN y las Autodefensas Unidas han sido calificadas como organizaciones terroristas por la Unión Europea. Hemos tenido también acciones de otro tipo en Buenos Aires, como fue el caso del atentado contra la Asociación Mutual Israelita Argentina (AMIA). En líneas generales, hasta ahora, Venezuela no ha sido blanco de ataque por parte de este nuevo terrorismo globalizado y que responde a ciertos intereses bastantes particulares.
América Latina es, en cierta forma, una zona de alivio y fuente de financiamiento de cierto tipo de apoyo al terrorismo internacional. Se sabe acerca de la conexión que existe entre las tres fronteras (Triple Frontera) y el terrorismo globalizado. En este sentido, cuando me refiero a este último aspecto, quiero decir que este tipo de terrorismo es aquel que incluye manifestaciones locales y espontáneas que si bien requieren de apoyo, infraestructura, financiamiento y entrenamiento, no necesariamente obedecen a una estructura piramidal.
Entonces, se dice que América Latina es una zona de alivio y financiamiento simplemente porque hay comunidades islámicas, procedentes de fuertes países árabes, y hemos visto cómo en todos los casos que han ocurrido recientemente, germina este tipo de acciones dentro de esta cultura. Sin embargo, es perfectamente factible que esta situación cambie en América Latina. En Venezuela, nos estamos desvinculando de la comunidad internacional de inteligencia, de ese respaldo de Gobierno a Gobierno y de policía a policía. En la medida en que nos quedemos aislados y de que no tengamos la posibilidad de cooperación con EEUU o con la Unión Europea, estaríamos en una situación de desventaja con relación a este tipo de amenaza.
Marcos Tarre:
Quisiera agradecerles a todos con su presencia e interés por haber participado en este intercambio de ideas. Este tipo de actividades son las más enriquecedoras porque podemos escuchar no sólo la opinión del ciudadano común, sino también de aquellas personas que están dentro de este medio. Para mí ha sido bien importante haber compartido con todos ustedes.
Todavía entre policía y comunidad, entre policía y medios de comunicación existen brechas que no hemos sabido cómo franquearlas. Tenemos una cultura muy reciente hacia el problema. Este tipo de intercambio nos permite discutir, disentir y profundizar sobre un tema que es tan importante para todos nosotros. Muchas gracias.

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