Visitando Latinoamérica

Visitando Latinoamérica
Latinoamérica es una bella región. Inmersos en su realidad políticamente zozobrante y caliente, desilusionados de los dirigentes nacionales, sabedores de las desigualdades sociales, cansados de la corrupción endémica y agobiados por los problemas económicos estructurales, los latinoamericanos tendemos a olvidar el costado positivo de nuestro entorno y cotidianeidad.
La calidez humana del latino, la rica creación cultural, la encantadora geografía natural, así como la ausencia de guerras y conflictos étnicos de envergadura, hacen de nuestro continente una zona hospitalaria al viajante ocasional o regular. Latinoamérica, resta señalar, no es el paraíso en la tierra, pero aún una recorrida superficial por su geografía humana y su paisaje natural nos devuelven una buena sensación y una tibia esperanza de un futuro mejor.
Y sin embargo, amenazas internas y externas se ciernen sobre este hermoso continente. Pude apreciar esto de manera directa durante una reciente gira de conferencias por varios de sus países. Primero en la interesantísima Quito, en el marco de un seminario sobre actualización y capacitación en acción política organizado por la B´nai B´rith Internacional, con la participación de su presidente mundial, su vicepresidente ejecutivo, su director para la región, consultores y otros miembros.
El generoso intercambio de ideas y apreciaciones con ellos y presidentes de varias comunidades judías de la zona y con diplomáticos israelíes asistentes a las intensas sesiones de trabajo, han ilustrado a propósito de muchos de los desafíos actuales para las comunidades judías y la región toda. Luego en El Salvador, en su tranquila y preciosa capital, donde su pequeña empero activa comunidad judía logró convocar a mi disertación a un ex presidente de la república, al cónsul argentino, al embajador israelí, al director del más prominente diario nacional y a una nutrida concurrencia.
Posteriormente en Panamá, ciudad intrigante, a la que al arribar y circular por su autopista lindante con el mar y vislumbrar su silueta edilicia a la distancia, uno cree haber aterrizado en una historieta de futurismo urbanístico. La arquitectura de la sinagoga Kol Shearit, donde aconteció la conferencia principal ante su amena comunidad y enviados de la prensa nacional, no hace más que confirmar esta primera impresión.
El siguiente destino fue Colombia, bajo la hospitalidad de Barranquilla y Cali, con buena acogida mediática a mi visita y la cálida recepción de sus colectividades. Y finalmente, como piece de la resistance, Aruba, una exquisita isla caribeña decorada con hermosas playas y cruceros formidables que parecen tomados de una postal. Invitado por la atenta cónsul honoraria de Israel, diserté en la Casa de la Cultura ante un público interesado que contaba entre los suyos a la jefa del parlamento, al responsable de la seguridad nacional, al titular de la seguridad interna, a diplomáticos y cónsules honorarios, a corresponsales de prensa, y ciudadanos en general.
Con cada audiencia que dialogué durante el periplo de tres semanas sobre la situación general en el Medio Oriente, el conflicto palestino-israelí, el programa nuclear de Irán y su impacto regional e internacional, pude advertir un común denominador de preocupación: la penetración iraní en América Latina, la expansión chiíta, la presencia del Hizbullah en estas costas y la problemática posición de Venezuela en este cuadro.
Como telón de fondo, los crecientes populismos, el debilitamiento de las democracias, la imagen pública de Israel, el antisemitismo, y el empequeñecimiento de algunas comunidades judías han sido temas también presentes. Resta una importante labor de concientización interna y esclarecimiento externo en Latinoamérica. La diversidad dentro de las audiencias que me han escuchado ilustra acerca del gran interés existente, dentro y fuera de las comunidades judías, en los asuntos regionales y globales que a todos nos conciernen.

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