Si ‘Cadena’ está muerto, su epitafio debería decir que su existencia significó la desgracia para muchos. Rodrigo Mercado Peluffo bañó de sangre la tierra en que nació y fue el verdugo de sus vecinos. Este hombre de 40 años, creció en Macayepo, un remoto corregimiento de Carmen de Bolívar, en el corazón de los Montes de María. De niño, vivía con sus padres en una finca de 50 hectáreas de tierra y poseía apenas unas cuantas vacas. Al joven ‘Cadena’ se le recuerda porque le ayudaba a su tía en una tienda del pueblo, era fanático de los caballos, las peleas de gallos y las armas. Recorría las veredas de la región buscando ganado, pues era el matarife y desde esa posición se convirtió en informante de la Armada Nacional. Quizá por ello, a principios de los 90, la mayoría de sus familiares fueron asesinados en una acción conjunta del ELN, el PRT y EPL. Entonces, el matarife abandonó su tierra. No sólo continuó como informante, sino que se convirtió en guía de la Armada durante casi dos años. Cuando se había agotado su información y los militares no lo necesitaban más, ‘Cadena’ se fue a trabajar como escolta de un reconocido ganadero de la región que fundó las primeras cooperativas de seguridad de la zona.
De estas primeras Convivir hacían parte Eduardo Cobos, ‘Diego Vecino’, y Uber Enrique Banquez, ‘Juancho’. De ahí al paramilitarismo no hubo más que un paso. Juancho se convirtió en comandante del Bloque Héroes del Canal del Dique, y ‘Cadena’ pasó de ser un simple matón a convertirse en la cabeza del Bloque Héroes de Montes de María. Ambos bajo el mando de ‘Diego Vecino’, el más hábil de los tres, quien hacía las relaciones públicas, y le rendían cuentas al jefe natural de las autodefensas en la Costa: Salvatore Mancuso.
Rodrigo Cadena dominaba a sangre y fuego el Golfo de Morrosquillo, de San Onofre, Sucre, hasta San Bernardo del Viento, Córdoba.
Sus primera masacres fueron las de Pichilín y Colosó, ambas ocurridas en diciembre de 1996, y en las cuales murieron 15 personas. Esta sería apenas la antesala de la más escalofriante historia de terror que hayan visto los sucreños.
En septiembre 1998, ‘Cadena’ asistió al curso para comandante de grupo de las Autodefensas Unidas de Colombia. Con sus nuevos ‘aprendizajes’ cometió las peores matanzas. El 17 de febrero del año 2000 un numeroso grupo de paramilitares al mando de ‘Cadena’ entraron al corregimiento El Salado, en Bolívar. Reunieron a la gente en una cancha deportiva y allí torturaron a cerca de 40 personas antes de darles muerte. Según las necropsias, los muertos presentaban mutilaciones, heridas de cuchillo y señales de haber sido duramente golpeados con garrotes. Entre los masacrados figuraba una niña de 6 años, quien había sido atada a un palo con el rostro cubierto con una bolsa plástica hasta que murió.
En octubre de ese mismo año, repitieron la ronda de la muerte en Macayepo, el propio pueblo de ‘Cadena’. Quince campesinos murieron a machete y garrote. El tenebroso ciclo lo cerró un humilde corregimiento de Ovejas: Chengue. En la madrugada del 17 de enero de 2001, los paramilitares mataron con un mazo al que llamaban ‘la mona’ a 24 campesinos, muchos de ellos, viejos conocidos de su verdugo. Luego incendiaron el pueblo y se replegaron hacia la hacienda El Palmar, en San Onofre, el sitio que para entonces todos en la región reconocían como el cuartel general de ‘Cadena’. Un verdadero cadalso.
Este año fueron halladas en esta hacienda, alrededor de un árbol, 72 fosas con cuerpos de gentes que fueron torturadas y mutiladas por este hombre. Tanto sería el temor que infundía, que los campesinos aseguran que en una laguna de la finca tenía cocodrilos que devoraban a sus víctimas. Una versión que nunca se pudo comprobar.
En enero de 2001 se hizo el sepelio masivo de los 24 campesinos asesinados a garrote en El Chengue. A la derecha (arriba) ‘Cadena’ el día de su desmovilización. Abajo, los restos exhumados en una de las 72 fosas halladas en San Onofre. Este es apenas parte del legado que ‘Cadena’ le dejó a Sucre
Mientras sembraba el terror, ‘Cadena’ alimentaba dos jugosos negocios: el narcotráfico y la política. El Palmar está cerca de Verrugas y Rincón del Mar, dos puertos naturales por donde salieron en estos años más de 3,5 toneladas de cocaína. A través de los años se hizo rico. Compró algunos de los más prósperos negocios de Sincelejo y se convirtió en el principal prestamista usurero de la región.
No menos rentable le resultó la política. En el año 2001, la Armada estuvo a punto de capturarlo en la finca Las Melenas, pero al parecer sus tentáculos también llegaban hasta algunos organismos de seguridad que lo pusieron sobre aviso. En el allanamiento se encontró una lista con más de 150 nombres de influyentes hombres y mujeres de la región. Y había datos sobre nómina y contratos en municipios de Bolívar y Sucre. Inexplicablemente, muchos de esos nombres nunca fueron investigados por la Fiscalía. Poco después se revelaron grabaciones que vinculaban a uno de estos políticos, el congresista Álvaro García, con los paramilitares. La Corte Suprema de Justicia investiga el caso.
Prueba de su influencia política es que el secretario de Educación de Sucre, Oswaldo Ayala Bertel, es el hermano de la esposa de ‘Cadena’, Mary Ayala Bertel. Según denuncias hechas este año en el Congreso por el representante Gustavo Petro, la representante Muriel Benitorebollo, que sacó más de 20.000 votos en el área de San Onofre, ha sido señalada como cercana a ‘Cadena’, y fue una de las que intervinieron para que su esposa no fuera detenida por las autoridades.
Agobiados con ‘Cadenita’, y después de que dos ex paramilitares empezaran a dar información sobre sus actividades y refugios, la Armada se puso en la tarea de lograr su captura, o su muerte. Algunos de sus hombres más cercanos cayeron presos. Cuando estaba prácticamente acorralado, importantes políticos de la región lograron que entrara a Ralito en febrero, y allí se salvara. Según informes de inteligencia, ‘Cadena’ fue protegido por ‘Diego Vecino’, quien habitaba en una lujosa casa donde además protegía a Néstor Caro y Jaime Maya, dos narcotraficantes pedidos en extradición.
A ‘Cadena’ le construyeron una casa en Ralito. Allí vivía con su esposa, sus hijos y 12 escoltas. También recibía frecuentes visitas de los políticos de Sucre. Hasta la semana pasada, cuando se supo que el otrora matarife de Macayepo desapareció. Su carro se encontró incinerado en la vereda Nuevo Mundo, cerca de allí. A nadie le extrañaría que este fuera un capítulo más de las vendettas de las AUC, que ya han apartado del camino a Carlos Castaño, a ‘Doble Cero’ y a Miguel Arroyave. Desde cuando se inició el proceso era vox populi que ‘Cadena’ no llegaría con vida al final. No obstante, es muy importante que las autoridades aclaren qué pasó con él. Si ha sido asesinado, o si su desaparición es una triquiñuela para eludir la justicia y seguir en el delito. Su ausencia les resultará muy útil a otros paramilitares y cómplices de las autodefensas que seguramente lo señalarán como el cerebro de todos estos crímenes cuando se aplique la Ley de Justicia y Paz. Pero, más allá de las repercusiones de corto plazo, la desaparición de un personaje de tan siniestras características no puede quedarse en la oscuridad. Este tipo de muertes o vendettas no se pueden convertir en un recurso que ponga en jaque la efectividad de la ley. Por esta vía, al finalizar el proceso estarían muertos los responsables de los peores crímenes y así se facilitaría la impunidad para los demás.