La seguridad ciudadana: estrés traunmático
Sin duda, estamos ante un tema que no se agota y nos sorprende cada día con sus nuevas modalidades y extrema violencia. Hoy está considerado como uno de los problemas sociales que más afecta a la mayoría de las sociedades de Latinoamérica. No tiene distinción de clases sociales, así lo indican los diversos testimonios que son recogidos.
Las victimas podrían ser una ama de casa, un comerciante, un jubilado, un empresario o incluso un policía. El delito no discrimina y, si no sabemos cómo responder ante un delito violento, nos puede costar hasta la propia vida. Mirando la asunción de la presidencia de Barack Obama se veía a ciento de miles de personas en la ciudad de Washington disfrutando del evento, algo imposible en países como el nuestro.
Recuerdo la última vez que viajé a los EE.UU., lo tranquilo que me sentía al caminar por las calles, en los centros comerciales o en un restaurante, y es que bajamos la guardia de esa tensión en la que vivimos el día a día en nuestras ciudades. Ojo, para los que seguimos esa cultura de prevención, vamos gradualmente, conforme pasan los días perdiendo, esa costumbre por ejemplo de mirar sobre el hombro para comprobar que no nos siguen.
El mirar varias veces nuestro entorno al entrar a nuestra casa, oficina o vehiculo, ocultamos nuestros objetos de valor, desconfiamos de todo y de todos, y de pronto nos damos cuenta que ese continuo estrés es lo que perdemos al sentirnos en una ciudad segura.
La seguridad total no existe, pero en la mayoría de las ciudades de los EE.UU., la seguridad pública trabaja eficientemente. La demanda por seguridad es cada vez más significativa y creciente. Las últimas encuestas en la mayoría de las principales ciudades de Latinoamérica señalan que la percepción de inseguridad de los ciudadanos aumentó más que en proporción al aumento del delito.
Hay varios factores en común como que existe muy poca confianza de los cuerpos policiales, debido básicamente a la corrupción y sumado a un sistema de administración de justicia poco confiable. Lo cierto es que la inseguridad ciudadana causa consternación en nuestras sociedades. Cuando el miedo se apodera de los ciudadanos producto de la violencia y el delito, se vive a medias, prisioneros de nuestros temores.
Una vez más los ciudadanos somos los perdedores de la ineficiencia de nuestros Estados para poder solucionar este problema, que sin duda se incrementara por factores como una economía poco estable en los próximos dos años.
Hay políticas públicas que desvían toda la atención hacia la culpabilidad del delincuente como sujeto y olvida lo que hay detrás en cuanto a las causas como la exclusión social, violencia familiar, la falta de oportunidades, las drogas, las causas del delito son en la mayoría de los casos la consecuencia de condiciones sociales.
Todo joven que vive en situación de pobreza social, cultural y económica, se convierte en un miembro potencial de grupos delictivos. Hay mucho por hacer en el tema de la seguridad ciudadana, pero debemos empezar desde ya.