Más conscientización sobre el arresto ciudadano
En un artículo anterior señalaba mi preocupación sobre esta Ley en cuanto al riego de los ciudadanos al enfrentar a un experimentado delincuente en riñas callejeras así como en el manejo de armas , sin embargo. Me faltó comentar el otro lado de la moneda, cuando los ciudadanos intentan hacer justicia a mano propia, una especie de fuente ovejuna todos a una.
Ya hubo ajusticiamientos y linchamientos por parte de la población a «supuestos» delincuentes, ello ocurre con regularidad en el interior del Perú y también en las zonas periféricas de nuestra ciudad, cansados de que la respuesta del Estado en materia de seguridad no llegue o cuando llega ya es muy tarde y en muchos casos solo para defender al delincuente de una turba enardecida.
Pensando en voz alta, si no se explican bien los alcances de la ley del arresto ciudadano, podría dar pie a que algunos, desconociendo la Ley, se incentiven y excedan sus alcances. Al ver que las instituciones tutelares en materia de seguridad ciudadana son desbordadas por la delincuencia. Solo este año en la ciudad de Juliaca se han registrado 48 linchamientos, el argumento que esgrimen es la injusticia e inoperancia.
No debemos olvidar lo que pasó en el año 2004 con el alcalde de Ilave Cirilo Robles que fue linchado por un grupo de enardecidos campesinos. Si no se explica bien esta ley del arresto ciudadano la situación en esas y otras zonas podrían empeorar. Advierto esto porque conocemos que en nuestro país la guerra avisada sí mata gente, la desinformación es el peor enemigo del espíritu de esta Ley.
Una equivocada interpretación por parte de algunos ciudadanos podría ser la de sustituir por ejemplo a la policía excediéndose incluso en sus funciones o el otro extremo que es el exponerse a ser victimas de la delincuencia. En mi opinión el peligro está en que esta Ley no está debidamente explicada a los ciudadanos. Desde el año 98 cuando fundé Aprosec vengo realizando propuestas de una cultura de prevención para la ciudadanía con el objetivo de evitar y no el de enfrentar a los delincuentes y claro que estoy de acuerdo con la solidaridad en este tema.
El más claro ejemplo es la campaña que desarrollé en el secuestro del escolar Luís Guillermo Ausejo en el año 2003, al trabajar como asesor del Ministro de Justicia y del Presidente del INPE de ese entonces pude conocer y conversar con los delincuentes en todas las prisiones de Lima.
Allí aprendí los valiosos códigos que ellos manejan, por ello propuse una gran campaña contra los secuestros a menores de edad “con nuestros hijos no se metan” y que sumado a las vigilas, marchas de la ciudadanía así como la presión mediática ejercida, los secuestradores pasaron a secuestrados, liberando a los pocos días sano y salvo al escolar.Lamentablemente en nuestro país las normas que se dan son de carácter punitivo y no preventivo lo que a mi concepto es un error.
Finalmente, no olvidemos que la mayoría de los ciudadanos tienen una deficiente formación cívica, no hay por ejemplo una cultura de denuncia de actos sospechosos o delitos. Esta Ley no disminuirá ni el número ni la frecuencia de los delitos.